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tribuna
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La regresión europea

El discurso de Trump se va imponiendo, también en España, mientras Gaza se convierte en un ejemplo de insensibilidad occidental

Una mujer palestina llora sobre el cadáver de su hijo en Gaza.
Josep Ramoneda

1.- La claudicación. El poder como escenario para la expansión del capricho del que manda, la confusión permanente entre lo público y lo privado como actitud, el interés propio por encima de la responsabilidad colectiva, el nihilismo como modelo político, la exhibición permanente —con la extravagancia como reclamo— dando por supuesto que la legitimidad emana del ego como manera de estar en el mundo. No hay límites para quien cree que todo le está permitido. Es el modelo Trump que durante el curso político que acaba se ha ido imponiendo en las derechas europeas poniendo en evidencia a la Unión.

La patética claudicación de la presidenta Ursula von der Leyen en el campo de golf en el que le recibió Donald Trump quedará como un icono de la dejadez europea, de la impotencia, de la sumisión ante el cinismo trumpista. Ya no quedan ni las formas. Alguien con un mínimo sentido de lo institucional, ¿habría aceptado firmar un acuerdo que pretendía ser capital en un coto privado del presidente, es decir, lejos de los escenarios del poder institucional? ¿Cómo puede tolerar la presidenta de la máxima institución europea tal grado de banalidad? ¿No era consciente Von der Leyen de que Trump no hace estos gestos porque sí? ¿Hay un modo más evidente de evidenciar la presunción de primacía de lo privado sobre lo púbico que el marco de tan crucial reunión? Y Von der Leyen se entregó: había anunciado un pacto beneficioso para los dos partes, y salió con la bolsa americana engordada y la europea vacía. Y lo más grave es que hasta el momento apenas ha habido reacción en Europa. Ni siquiera el que juega a ser el osado del grupo, Pedro Sánchez, ha sido capaz de romper la discreción del fracaso. Dice que no le gusta el acuerdo, pero que podía haber sido peor. Triste consuelo.

¿Esto es todo lo que da de sí Europa hoy? Von der Leyen siempre se ha alienado con los sectores más conservadores de la derecha europea y ahora ha quedado claro que se suma al paso que ya están dando la mayoría de ellos: la claudicación de Europa. La foto del encaje de manos entre el altivo Trump y la encogida Von der Leyen dice más que mil palabras.

2.- Cuota hispánica. La miserable estrategia de Feijóo de centrar su política de oposición en la cuestión de la corrupción, no tiene nada de inocente. Lo que no quiere decir que sea acertada. ¿Por qué no habla de política? ¿Por qué no busca la confrontación en las ideas y en las propuestas? ¿Por qué el partido con mayor historial de corrupción —el caso Montoro ha venido oportunamente a recordarlo— centra toda su estrategia de conquista del poder en este tema eludiendo las cuestiones de fondo en un momento de un cambio en el sistema económico en que nuevos poderes amenazan a las instituciones, a la tradición y a los valores de la democracia liberal? Simplemente, lo que busca Feijóo es que el desplazamiento sistemático del PP en la línea de asunción paulatina del trumpismo y, por tanto, de las pulsiones autoritarias que ahora mismo habitan en las derechas europeas, transcurra con discreción sin que el ruido irrumpa a destiempo.

3.- Insensibilidad europea. La crisis de Gaza ha completado el ciclo del desconcierto europeo. Decía Hannah Arendt: “La idea de una cooperación árabe-judío, que nunca se ha puesto en práctica, es hoy aparentemente menos realizable que nunca. Y no es un sueño idealista, es la simple formulación de hecho de que sin ella toda empresa judía en Palestina está condenada”. Es el gran tabú. Lo que Netanyahu y compañía nunca van a aceptar, porque su comportamiento nihilista exige la satanización del adversario. Persiste el supremacismo judío, el empeño en demostrar una jerarquía de origen y condición. La cita de Arendt puede parecer extravagante en un momento de tan alta tensión. Y suena a clamorosamente ingenua por la reiterada incapacidad de Europa de poner a Israel en su lugar. Este miedo a las verdades incómodas, que Netanyahu, en su dinámica del amigo y el enemigo, no puede soportar. Arrastrada por esta cruel realidad, Europa ha dado una de las más penosas exhibiciones de insensibilidad e impotencia con el retraso en reconocer la barbarie del líder israelí, dispuesto a arrasar al pueblo palestino desde la insultante retórica supremacista de convertir Gaza en un territorio turístico, modelo Costa Azul. Un desvarío más de las decantaciones del trumpismo.

Trump y Netanyahu son dos expresiones del nihilismo que está arraigando en los superpoderes del mundo y que ellos sirven con la retórica del todo me está permitido y el desparpajo del que cree que el mundo va a rendirse a sus pies. Este ha sido el patético espectáculo del curso que termina. Con las izquierdas en perfil bajo y las derechas decantándose aceleradamente del lado del supremacismo. El autoritarismo posdemocrático va hegemonizando a las derechas europeas sin escrúpulos, por mucho que algunos jueguen con la banalidad del oportunista que echa balones fuera para distraer su estrategia de fondo. La claudicación de los demócratas solo puede llevar a la banalización del mal. El test de Gaza es desolador. ¿Cuántos cadáveres se necesitan para que Europa despierte?

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