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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ultraderecha irrumpe en Japón

El Gobierno conservador ya no tendrá mayoría en ninguna de las Cámaras mientras la oposición progresista se estanca

El líder del ultraderechista Sanseito, Sohei Kamiya, coloca una flor artificial para indicar los candidatos de su partido victoriosos en las elecciones al Senado japonés, el pasado domingo.
El País

El notable y preocupante ascenso de la ultraderecha japonesa en las elecciones celebradas el pasado domingo para renovar parcialmente la Cámara de Consejeros (Senado) ha llevado al primer ministro nipón, Shigeru Ichiba, a anunciar que no piensa dimitir y que buscará, como hasta ahora, mantener la estabilidad política negociando con los partidos minoritarios en el Parlamento.

Las elecciones parciales suponían una prueba para la coalición de Gobierno entre el conservador Partido Liberal Democrático (que, salvo en dos breves etapas, ha gobernado el país sin interrupciones desde su fundación en 1955) y su socio, el socialbudista Komeito. El resultado, aunque sobre el papel haya sido una victoria para la coalición, le ha supuesto la desaparición de la mayoría absoluta que tenía en la cámara alta desde 2013. A esto se suma que el año pasado ya la había perdido en la cámara baja.

Pero mientras la oposición progresista del Partido Constitucional Democrático se ha quedado estancada en 38 senadores, el ascenso más espectacular ha sido para el ultraderechista Partido de Participación Popular (Sanseito), que ha pasado de uno a 15 senadores. Se trata de una formación fundada en 2020 por Sohei Kamiya, un conocido youtuber, que a través de su canal propaga mensajes antisemitas, machistas, conspiracionistas y antivacunas.

Y como sucede en otras democracias, el principal combustible para la ultraderecha nipona han sido las crecientes dificultades económicas a las que tiene que hacer los ciudadanos. Tras décadas de estancamiento del IPC en concordancia con el frenazo económico, la moneda japonesa, el yen, se ha devaluado y los precios se han incrementado. Se trata de un fenómeno nuevo, especialmente para los votantes más jóvenes. El imparable ascenso del precio del arroz, fundamental en la dieta nacional, ha tenido un gran peso no solo en la cesta de la compra, sino también en las urnas. Un elemento perfecto en el argumentario populista de la ultraderecha. A esto se ha añadido el desgaste entre la opinión pública de las políticas del Gobierno y un creciente miedo a la inmigración oportunamente agitado por el Sanseito, pese a que en Japón la llegada de personas extranjeras es muy pequeña si se compara con el resto de países industrializados. Como en otros países del G-7, la ultraderecha ha capitalizado un vago descontento popular y el miedo al futuro en un entorno geopolítico incierto.

Japón, junto a Corea del Sur y Taiwán, son los principales países democráticos de Asia Oriental y un contrapeso a la superpotencia China, que no oculta su vocación hegemónica y la dictadura norcoreana, que es cada vez más impredecible y ahora se ha reforzado militarmente con armamento ruso de última generación. La incertidumbre política que genera el avance de la ultraderecha en estas elecciones japonesas es, por tanto, una mala noticia en una región con cada vez más turbulencias.

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