Como pinchar la MAGA-burbuja
El caso de la lista de Jeffrey Epstein ha provocado una decepción con Trump entre los conspiranoicos más fanáticos. Hay que desactivarlos con cuidado


“Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados”, observa Mark Twain en su autobiografía de 1906. Aparentemente, cuando era niño, su reputación se benefició de un malentendido sobre un acto heroico que nunca tuvo lugar. Con el tiempo, “la gloria edificada sobre una mentira” se volvió “una carga profundamente incómoda.” Pero cuando quiso deshacer el entuerto 35 años más tarde, su madre no quiso creerlo. Es mucho mejor ser la madre de un héroe reacio que de un fraude. La lección es que, una vez la gente acepta una mentira, forma parte de su identidad. Y nadie está dispuesto a cambiar esa identidad por otra mucho menos apetecible o gloriosa. Pero este verano la resistencia de los trumpistas ha empezado a ceder.
Sabemos que la gente engañada se defiende de la disonancia cognitiva enrocándose más profundamente en la mentira original. Racionalizan, diría Hannah Arendt. Dicen que la mentira sirve a una causa más grande. Que todo el mundo miente, pero que el estafador lo hace por una causa mayor. Dicen que la causa es demasiado elevada para ser compartida o comprendida por el pueblo, y que justifica todas las atrocidades. Se genera una lógica de circuito cerrado, de realismo mágico, autoreferencial. Se crea un relato que se superpone a la realidad, y la sustituye por metáforas. La batalla ya no se libra entre izquierda y derecha, progresistas y conservadores, equipo rojo y equipo azul. Es una batalla cósmica entre el bien y el mal donde solo hay ángeles y demonios, el pueblo puro contra la élite corrupta y un héroe que trabaja para salvar el mundo de forma velada, disimulada, haciéndose pasar por lo que no es. Solo los engañados saben quién es realmente. Inevitablemente, se forma una comunidad. Los que lo saben solo pueden hablar con otros que también lo saben, porque el resto están ciegos o son malvados. Ha nacido una teoría de la conspiración.
¿Por qué esta conspiración y no otra? ¿Por qué la lista de Epstein y no las redadas contra inmigrantes o la Big Beautiful Bill? Porque Jeffrey Epstein era la prueba de que realmente existe una élite global de pedófilos que controlan gobiernos, medios y empresas y operan por encima de la ley. El sótano del pizzagate no existió nunca, pero Epstein es real. Y si Donald Trump no es el héroe secreto que llegó al poder para destruir a la élite de criminales pedófilos, entonces solo puede ser parte de ella. No ángel sino demonio, posiblemente el peor. Entonces todos los sacrificios que han hecho en su nombre han sido en favor del mal. Encima Trump ha respondido como un malo de dibujos animados, diciendo se han “tragado esta basura completamente” y “que estos débiles continúen adelante y hagan el trabajo de los Demócratas, ¡ni siquiera piensen en hablar de nuestro éxito increíble y sin precedentes, porque ya no quiero más su apoyo!”, como el malvado protagonista del clásico de Elia Kazan, Un rostro en la multitud.
Es duro admitir que has sido engañado. Es un momento de gran vulnerabilidad. Una campaña de “te-lo-dije” los mandaría de vuelta a lalaland. Pero han probado lo que Arendt llamó la “felicidad pública” de actuar políticamente con otros. Son una comunidad política importante en EE UU. Me pregunto si hay un líder capaz de capitalizar esa energía y canalizarla de forma productiva en el mundo real.
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