Parar a Putin, reconstruir Ucrania
El compromiso de la Unión Europea con Kiev contrasta con la peligrosa ambigüedad de Donald Trump respecto a Rusia


Donald Trump ha fracasado en sus esfuerzos por apaciguar a Vladímir Putin con la nueva y arriesgada operación de suspender los suministros de armas a Ucrania bajo la excusa de reevaluar la ayuda militar exterior, suspensión corregida a estas horas. Son explícitas las divisiones en Washington respecto a la guerra, con el Pentágono propenso a restringir el apoyo material a Kiev mientras el Departamento de Estado juega todavía a la equidistancia. Es hora de que la Casa Blanca ponga punto final a su ambigüedad, porque Putin, a diferencia de Zelenski, no quiere un alto el fuego ni unas negociaciones de paz sino imponer sus condiciones.
Tales vacilaciones las aprovecha Rusia, que ha iniciado esta semana una nueva escalada aérea, con el mayor ataque con drones desde que empezó la contienda. La noche del miércoles cayeron más de 700 artefactos no tripulados y 13 misiles balísticos, en una ofensiva dirigida a las oficinas de reclutamiento y a intimidar a la población civil. Esa es la auténtica respuesta de Putin a la propuesta negociadora y a las conversaciones telefónicas con Trump. Además, los lentos pero persistentes avances rusos en el frente terrestre y la acumulación de tropas en las fronteras son señal de que prepara una ofensiva de verano.
Los países de la Unión Europea ya son, en su conjunto, los que soportan la mayor carga en la ayuda armamentística y financiera a Kiev, muy por encima de Estados Unidos. El compromiso de sus instituciones es claro, y así quedó demostrado ayer en Roma durante la Cuarta Conferencia para la Reconstrucción de Ucrania, en la que la presidenta de la Comisión, Ursula van der Leyen, anunció la creación de un fondo comunitario específico destinado a tal fin con participación del Banco Europeo de Inversiones. Este fondo contará con un capital inicial de 220 millones con el que aspira a movilizar 500 millones de euros del sector privado hasta 2026. Además, la UE ha fijado la expectativa de adhesión de Kiev como socio de pleno derecho para 2030.
Estados Unidos sigue siendo imprescindible para frenar los propósitos expansionistas del Kremlin, especialmente desde el punto de vista de la defensa aérea y el suministro de la inteligencia militar. La negociación de paz que tanto dice anhelar Trump no podrá llevarse a cabo si antes no se estabiliza el frente y se asegura la protección de Ucrania de los misiles rusos. Urge el suministro de sistemas de defensa antiaérea, especialmente los misiles estadounidenses Patriot, como los que Berlín quiere comprar a Washington para cederlos inmediatamente a Kiev. Hay además que incrementar la presión de las sanciones comerciales, todavía laxas y poco eficaces, en un momento de crecientes dificultades económicas para Moscú.
Una vez Trump ha obtenido satisfacción por parte de los socios de la OTAN respecto a sus exigencias de mayor compromiso presupuestario, tiene todo el sentido el llamamiento del canciller alemán, Friedrich Merz, para que el presidente estadounidense despeje cualquier duda y permanezca al lado de los aliados frente a Putin. Están en juego la soberanía de Ucrania y la capacidad europea para enfrentarse al peligro estratégico que representa Rusia, pero la autoridad de Estados Unidos quedaría irreversiblemente dañada ante sus aliados si, tal y como ha amagado con hacer varias veces, Trump se desentiende del futuro de los ucranios.
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