¿Eres feliz? Deja de serlo cuanto antes
Ahí está el existencialismo: la angustia súbita que aparece en estado de plenitud activando una alarma metafísica; mejor lo reviento yo antes de que lo haga la vida


Leo prensa del corazón todos los días. Es un ejercicio excitante que practico sin ironía, aunque a menudo me cruce con ella. Hago capturas de las noticias más inquietantes que comparto con amigos selectos. Por ejemplo, un reportaje en Lecturas de hace años en el que la influencer Sofía Suescún sale posando exageradamente con un precioso vestido rojo en el jardín de un chalé con piscina, con el subtítulo “Sofía Suescún nos enseña su nueva y espectacular casa” y el titular, gigante: “Mi madre tiene un cáncer en la sangre”. En el antetítulo se detallan las medidas de la casa, pero se matiza sobre su madre: “Puede morir en cualquier momento”. Guardo también una foto de Humberto Janeiro, padre de Jesulín de Ubrique, con un pie de foto en el que se recuerda su afición a la pintura, y comparan su pincelada y uso del color “con Gauguin y Van Gogh”. La semana pasada en Informalia había dos noticias pegadas: “Bezos inunda su noche de bodas veneciana de famosos y opulencia” y justo debajo: “Tensión en la boda de Marta López: su ex decorador se planta en la puerta para reclamar 700 euros a la novia”. De vez en cuando se cuelan expresiones geniales, como uno que dijo que tenía la “consciencia tranquila”. Y este fin de semana, por fin, leí la razón por la cual una tertuliana cree que rompieron su relación Alvaro Muñoz Escassi y Sheila Casas. Dice Alexia Rivas que, como la pareja estaba en un buen momento, decidió separarse antes de que las cosas se estropeasen. Esto ya no es solo adelantarse a los acontecimientos, sino provocarlos cuanto antes. Ahí está el existencialismo: la angustia súbita que aparece en estado de plenitud activando una alarma metafísica; mejor lo reviento yo antes de que lo haga la vida. El ser humano enfrentándose al absurdo de su propia libertad, incluso dentro de lo aparentemente perfecto. ¿Quién de los dos, enamorados perdidos, acariciaba el anillo de boda en el bolsillo y quién los papeles del divorcio? ¿Quién de los dos sueña y quién tiene los pies en la tierra? Quién Quijote, quién Sancho.
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