¿Hasta cuándo van a seguir impunes los asesinatos de trabajadores humanitarios?
Deben iniciarse investigaciones independientes para identificar a los responsables y aplicarse las leyes y convenciones internacionales

La intensidad de los combates había menguado durante aquellos días en la Franja de Gaza. Un convoy formado por varias ambulancias claramente identificadas con el emblema de la Media Luna Roja y un coche de bomberos aceleraba entre los escombros hacia un grupo de civiles heridos. Pero los vehículos nunca los alcanzaron. A pesar de circular con las luces de emergencia encendidas, fueron atacados deliberadamente por tropas israelíes en lo que constituyó una clara violación del derecho internacional humanitario. Ocho días después, sus cuerpos fueron descubiertos en una fosa común, aún con sus uniformes reflectantes y acribillados a balazos.
Lamentablemente, esta escena, ocurrida hace poco más de dos meses y que describe el asesinato a sangre fría de 15 paramédicos palestinos en Gaza, es demasiado frecuente. En Médicos Sin Fronteras somos testigos de horribles ataques en Gaza, pero también en Ucrania, Haití y la República Democrática del Congo, entre otros lugares. El pasado 3 de mayo, un helicóptero armado con artillería ligera destruyó la farmacia de nuestro hospital en Old Fangak, Sudán del Sur. Pacientes y personal huyeron mientras las esquirlas atravesaban el hospital. Fue aterrador.
Los trabajadores humanitarios nos sentimos atacados. Médicos Sin Fronteras sabemos de lo que hablamos. El 24 de junio de 2021, tres de nuestros compañeros, María Hernández Matas, Tedros Gebremariam Gebremichael y Yohannes Halefom Reda, fueron vilmente ejecutados en la región etíope de Tigray. Al igual que los paramédicos asesinados en Gaza, estaban claramente identificados, vestían los chalecos blancos con el emblema de la organización y sufrieron múltiples heridas de bala a quemarropa, lo que indica que se trató de un asesinato intencionado de trabajadores humanitarios. También ellos se desplazaban en un vehículo identificado como humanitario, prestando apoyo vital a las comunidades atrapadas en un feroz conflicto. Cuatro años después, seguimos sin una sola respuesta creíble sobre sus asesinatos. A pesar de las reiteradas solicitudes, las autoridades etíopes no han compartido conclusiones de ninguna investigación imparcial y transparente.
La responsabilidad principal de proteger al personal humanitario recae en los gobiernos que acogen estas operaciones. Esa responsabilidad no puede ignorarse una y otra vez, tal y como está sucediendo ahora. Deben iniciarse automáticamente investigaciones independientes para identificar a los responsables y deben aplicarse las leyes y convenciones internacionales vigentes, cuya aplicación no debe ser objeto de negociación ni de compromiso. Debe hacerse justicia para las familias y los compañeros de las víctimas, y debe ejercerse una presión concreta sobre los responsables políticos que toleran, permiten o incluso fomentan activamente este tipo de ataques. Si nada de esto sucede, ¿qué impedirá que nos sigan matando?
En 2024, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la resolución vinculante 2730 que exige a los Estados proteger al personal humanitario y garantizar la rendición de cuentas cuando se produce un ataque. A pesar de ello, el número de trabajadores humanitarios y personal sanitario asesinados sigue aumentando sin que nadie rinda cuentas por ello. De hecho, ese mismo año, 2024, fue el año con más muertes de trabajadores humanitarios mientras ejercían su trabajo: 379. Solo en Gaza, de las más de 54.000 personas asesinadas hasta ahora por los ataques de las tropas israelíes, 408 han sido trabajadores humanitarios, en su mayoría palestinos. De ellos, 11 eran compañeros nuestros.
Cuando se asesina, se detiene o se acosa al personal médico y humanitario, se ataca también a las poblaciones que atienden, dejándolas sin atención médica y humanitaria, a menudo vital. La protección de los servicios médicos no es un privilegio arbitrario, sino una necesidad fundamental para preservar la vida humana en circunstancias extremas. Los ataques contra los trabajadores humanitarios indican un patrón más amplio de violencia contra la población civil y un desprecio absoluto por el derecho internacional humanitario.
Las partes beligerantes tienen la obligación siempre de distinguir entre civiles y combatientes, y velar constantemente por la seguridad del personal médico y sanitario y las instalaciones donde trabajan. Atacar deliberadamente un hospital es hacerlo contra el último bastión de humanidad que nos queda en mitad de un conflicto. Y eso, aunque seamos Médicos Sin Fronteras, sí que es nuestra frontera, nuestra línea roja. Con esta expresión, damos nombre a nuestra campaña en la que exigimos la protección de la población civil y la misión médica en los conflictos bélicos.
Desde estas líneas queremos hacer un llamamiento al Gobierno español y le instamos a que se comprometa a promover en las instituciones europeas y en el resto de la comunidad internacional mecanismos de investigación independientes y obligatorios para esclarecer los ataques al personal sanitario y a las infraestructuras médicas en zonas de conflicto. También es vital que fortalezca el eje 4 de la Estrategia Española de Diplomacia Humanitaria, que aborda la protección del espacio humanitario.
Medidas indispensables para que no prevalezca la impunidad total por los continuos asesinatos de trabajadores humanitarios. Trabajadores como María, Tedros y Yohannes.
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