Vacaciones sin salir de casa, la realidad de muchas familias españolas
Los lectores escriben sobre el empobrecimiento de la clase media, el ataque de EE UU a Irán, la Conferencia Episcopal Española y la salud como negocio

Tras 20 años en el mercado laboral, una familia que se creía de clase media inició sus primeras vacaciones con sus hijos de corta edad a finales de los noventa. Aquello les gustó y decidieron trabajar duro para ahorrar y poder aumentar los escasos cinco días que habían tenido en su estreno como viajeros. De ese modo, fueron visitando lugares de costa, interior y algún destino extranjero durante los siguientes 15 años. Cuando creían que habían superado la Gran Recesión sin caer en las garras de la pobreza como muchos de sus vecinos y amigos, ambos cónyuges quedaron desempleados, y el edadismo imperante les apartó del mercado laboral durante algunos años. Pese a tener trabajo de nuevo, la precariedad laboral y los elevados precios de la cesta de la compra les impiden recuperar el estatus del que gozaban antes de la crisis de 2008. Como tantos ciudadanos de nuestro país, otro año más disfrutarán sus vacaciones sin salir de casa. Eso sí, rezando para que no se estropeen sus viejos aparatos de aire acondicionado y que al candidato Feijóo, que ha señalado que elevar a 1.184 euros al mes el SMI es un “incremento indiscriminado”, no le den los números para alcanzar el Gobierno.
José Solano Martínez. Cartagena (Murcia)
Imperialismo
Las bombas caen sobre Irán. No es defensa, no es justicia, no es paz. Es poder. Poder crudo, imperial, impune. Una demostración de fuerza que no busca soluciones, solo obediencia. Ningún tribunal, ningún debate, ningún consentimiento de la comunidad internacional. Solo el dedo que apunta, el botón que pulsa, el cuerpo que cae. Así funciona el mundo cuando manda quien tiene armas y no razones. Mientras tanto, los medios titulan con cautela. Los gobiernos se esconden tras comunicados vacíos. La humanidad asiste, otra vez, en silencio.
José Luis Rodríguez Vilches. Sevilla
Intolerable
Las manifestaciones de la Conferencia Episcopal —máxima representante de la Iglesia católica española, a la que pertenezco— solicitando elecciones anticipadas tienen un claro contenido ideológico y político, lo cual es improcedente. Como en la Iglesia católica no existe la posibilidad de que sus miembros elijan democráticamente a sus representantes, la única fórmula de la que dispongo para sancionar esta conducta es no marcar la casilla 105 de la declaración de la renta, y no contribuir, por tanto, al sostenimiento económico de la Iglesia, como hasta la fecha he venido haciendo puntualmente cada año.
Eva Hernández Olmo. Madrid
Cuando la salud se convierte en un negocio
Soy un paciente de diabetes tipo 2. Mi endocrina me acaba de cambiar la medicación y me ha recetado el famoso Ozempic, de los laboratorios Novo Nordisk.He ido a mi farmacia y a otras de la zona y no he podido adquirirlo, por el desabastecimiento general. Tienen medicinas del mismo principio, pero no entran en el convenio de la Seguridad Social y, en vez de los cuatro euros mensuales que me costaría el Ozempic, debería gastar unos 300. Es un claro abuso de dicha empresa, cuyo único fin es hacer negocio con los que están sanos y quieren adelgazar rápidamente. Es lo que pasa cuando la salud es, primero, un negocio.
Ángel Cabeza. Madrid
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