Comprar sandía
Los lectores escriben sobre el consumo individual, la historia de la corrupción en España, los escándalos del PSOE y la homologación de títulos de bachiller

Venden las sandías partidas, envueltas en plástico, con etiquetas que indican la hora exacta del corte. Como si eso importara. Como si supiéramos cuándo empezó el desgarro. Trozos individuales, para comer en silencio, frente al portátil o la tele. Solo la fruta, sola también. Y me acuerdo de lo que fue: las sobremesas de verano, el mantel manchado, el calor pegado a la piel. La sandía en el centro, para todos. Cada uno con su tajada, su risa, el jugo chorreando por los brazos. Ahora la cortamos antes de tiempo. La envolvemos. La hacemos higiénica, individual, práctica. Y no es solo la sandía. Es todo. Estamos aprendiendo a vivir en porciones. A repartirnos en mitades que no se tocan. A consumir, no a compartir. Quizá por eso ya casi nadie compra sandías enteras. Porque pesan. Porque hay que partirlas, mancharse, acompañarse. Sin darnos cuenta, vivimos como comemos: a pedazos, envueltos, solos.
Ana Rivero. Sevilla
Corrupción
Leyendo el libro de Paul Preston Un pueblo traicionado, una historia de la corrupción en la España contemporánea, se te cae el alma a los pies. Preston identifica la época de auge de la corrupción en el reinado de Alfonso XIII y en los dos últimos gobiernos del PP. Aunque, como vemos, y a mucha menor escala, la corrupción continúa. Leyendo este documentado libro, la corrupción te acaba pareciendo un mal endémico de nuestro país. Sin embargo, una herramienta moderna está logrando que la corrupción sea cada vez más esporádica. Se trata de internet. Todo queda reflejado y, por tanto, todo acaba saliendo a la luz. Esto es esperanzador. Se trata de combatir la corrupción desde los colegios, imbuyendo en el alumnado la responsabilidad, la honestidad y el amor a lo público, a lo que es de todos. También impulsando organismos independientes que la combatan. Hay esperanza.
Carlos Osorio García de Oteyza. Madrid
Limpieza
Tengo 65 años. Soy militante desde hace algo más de diez años y simpatizante de toda la vida. He votado siempre al PSOE desde 1978. Estoy terriblemente decepcionado. Solo les pido una cosa: que se aplique la cirugía que haga falta, que se corten todas las cabezas necesarias, para regenerar este cuerpo hoy en gangrena y para que cuando nos pregunten por nuestras ideas políticas, podamos seguir diciendo que somos socialistas mirando a la cara a nuestro interlocutor.
Francisco Javier Martín Escudero. San Javier (Murcia)
Burocracia
Durante la pandemia, Ferran Arriola, un joven brillante, cursó el bachillerato online a través de una institución extranjera reconocida. Hoy, pese a vivir en Barcelona y tener una nota media de 8, no puede acceder a la universidad. Lo más grave: tampoco puede obtener el título de bachiller ni el de la ESO convalidado, lo que le impide continuar cualquier formación oficial. ¿La causa? Una normativa obsoleta que no reconoce su etapa educativa. Nos llenamos la boca hablando de inclusión y derechos, pero cuando un joven lo hace todo bien, el sistema lo excluye por tecnicismos. Pedimos coherencia, justicia y humanidad. La educación no puede seguir atrapada en la burocracia.
Maria Facciotti. Barcelona
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