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El mazazo de las mordidas deja en ‘shock’ a la militancia del PSOE: “Nos está machacando”

Once testimonios componen la imagen de unas bases asqueadas e inquietas, pero que no ponen a Sánchez bajo sospecha de corrupción

Daniel Valdivia (izquierda) y Juan Carlos Delgado, militantes del PSOE, en la sede del partido en Dos Hermanas (Sevilla), el miércoles de esta semana. Al fondo, un cartel del secretario general, Pedro Sánchez.
Ángel Munárriz

Ni siquiera donde cabe imaginar que es más cómodo militar en el PSOE es cómodo estos días militar en el PSOE. Sobre el papel debería serlo en Dos Hermanas, ciudad pegada a Sevilla, camino de los 150.000 habitantes, donde lleva once mayorías absolutas, la última hace dos años, cuando pasó la prueba de presentarse sin el histórico Francisco Toscano. Es un bastión, se dice que hasta un amuleto socialista. Sin embargo, sentados a una mesa roja con el dibujo del puño y la rosa en la sede del partido, los gestos vacilantes de los militantes rasos Daniel Valdivia, de 29 años, y Juan Carlos Delgado, de 44, no traslucen victoria ni fortuna. “Va a ser complicado recuperar la confianza de la gente”, pronostica Valdivia ladeando la cabeza. Así es el sombrío humor de las bases en tiempos del informe Cerdán.

Valdivia, que entró en 2021 en Juventudes Socialistas orgulloso de la gestión del covid por el Gobierno, teme al verano. No solo porque el calor se anuncia salvaje, sino porque multiplicará el tránsito de sus vecinos por el Puente del V Centenario camino de las playas de Huelva. ¿Y qué problema hay? Que, según la UCO, la ampliación de ese puente pudo deparar comisiones para la trama corrupta en el PSOE, una noticia que ha corrido como la pólvora por Sevilla y su área metropolitana, donde los atascos en ese punto son comidilla. “Cada vez que pase la gente por ahí se va a acordar de las mordidas”, maldice Valdivia, profesor universitario interino, que ya ve venir cómo el caso se colará por ese puente en sus charlas cotidianas.

Es solo un ejemplo de cómo impacta el escándalo en la vida del afiliado. Pero eso no es lo que más cabrea a Valdivia. “Los militantes nos sacrificamos. Yo me he ido temprano un viernes a casa porque al día siguiente había mitin, con mis amigos diciéndome ‘¡vaya personaje eres!’. O me he perdido, ¡qué sé yo!, un bautizo por acudir a una formación. Y frente a nuestro esfuerzo militante, quienes debían liderarnos se daban la vida padre”, suelta sobre los ex secretarios de Organización Santos Cerdán y José Luis Ábalos. Asiente al otro lado de la mesa Delgado, trabajador municipal, al que se le amontonan en los labios los sustantivos graves: “Desilusión, injusticia, vergüenza...”.

Las voces de ambos esbozan el ánimo de una militancia en shock, donde predominan la rabia por lo ocurrido y la inquietud por sus consecuencias. No solo políticas, también en su día a día como socialistas con carné. “Vamos con la cabeza alta por este Gobierno y sus logros, pero lo otro nos está machacando”, afirma Delgado. Ese lo otro incluye tanto el caso Koldo como lo que él considera —en una impresión extendida entre los afiliados— un injusto tratamiento mediático.

Daniel Valdivia (izquierda), de 29 años, y Juan Carlos Delgado, de 44, el miércoles en la sede de su partido en Dos Hermanas (Sevilla).

Los dos piden al partido mano dura y más atención, que no pase otra vez. Pero no expresan la menor duda sobre la honradez de Sánchez. “Si no, entregaría el carné”, asegura Delgado sin titubeos. La misma confianza muestra Valdivia, que cree que se relajaron los “controles” sobre Cerdán a pesar de las “sospechas” por haberse creado un clima interno ultradefensivo a raíz de lo que él ve como "lawfare" contra el presidente. Esa es la visión de Valdivia: el repliegue ante la ofensiva externa cortocircuitó la vigilancia interna.

Entonces, ¿corre el PSOE el riesgo de instalarse en un victimismo cegador? Valdivia medita y responde: “Tanto bulo, tanto titular alarmante que se desmiente al leer la noticia... Al final caes no en la paranoia, pero sí en esa sensación de amenaza continua. Espero que no lleguemos al nivel de Podemos, por favor lo pido, y mantengamos la autocrítica”, añade el joven profesor, que dos días más tarde del encuentro con EL PAÍS se llevó el sobresalto de la entrada de agentes de la UCO en la sede de Ferraz. “Da mucha pena”, afirma, pero asume que “es necesario” para que “la justicia tenga toda la información”.

Confianza alta, moral baja

Es usual en este sondeo a una decena de militantes que suscite especial vergüenza la cosificación de mujeres prostituidas que muestran los audios. “Asco literal”, resume Mari Ángeles Jiménez (Génave, Jaén, 60 años), que también cree que Sánchez es “íntegro”, pero desliza una “decepción”. “Los gobiernos pasan, el PSOE permanece. Al partido hay que mimarlo. Y Ábalos y Cerdán han provocado una involución en democracia interna”, expone Jiménez, militante en Jaén, en cuya ejecutiva local lleva tareas de formación. “Ahora no podemos limitarnos a cambiar nombres. Debemos sacar aprendizajes. Por ejemplo, aplicar la regla ‘un militante, un cargo”, afirma.

Aunque con diferentes opiniones sobre su culpa al elegir y vigilar a Cerdán y Ábalos, uno tras otro los testimonios van dejando claro que es generalizada la idea de que Sánchez no se corrompió. Adrián Fernández, de 42 años y militante en A Coruña, cree que ha sido víctima de una “traición”. “Responsabilidad política sí tiene”, señala, reclamándole “más cuidado” y mostrando su temor por el impacto en el partido de lo que pueda seguir saliendo, en una preocupación que surge con frecuencia en las conversaciones.

“Me resultaría increíble” que Sánchez apareciera manchado, afirma María José Lajarín (Los Dolores, Murcia, 56 años). Implicada en la organización de las agrupaciones de distintos pueblos murcianos, hace unos días compartió asamblea con más de cien compañeros. “Nadie puso en cuestión a Pedro”, asegura.

—¿Y de moral cómo andaba la tropa?

—De moral, regular—responde.

Adrián Fernández, militante del PSOE de A Coruña, este viernes en un parque de la ciudad.

Prueba del bache anímico es Cora Arenas, dependienta de tienda de ropa de 36 años, que vive en Granada pero milita en su pueblo, Órgiva, donde se encarga de la “memoria histórica” por lealtad a sus raíces. Con reducción de jornada por menores a cargo, subraya el contraste entre sus 700 euros de ingresos y el trasiego de números del caso Koldo. “Llevo unos días malos”, admite Arenas, que siente “pena” al ver a la UCO en Ferraz pero no deja de reivindicar ni al PSOE ni al “Gobierno progresista”. Le escuece que le restrieguen el caso diciéndole: “Mira, los que venían a sanear la política son unos corruptos, como todos”. Reafirmada en sus “ideales” pese al golpe, expresa una confianza en Sánchez que no llega al acto de fe: “Yo he mamado en casa que esto no va de nombres, va de siglas. Si mañana saliera que ha hecho algo mal, que pague, como cualquiera”.

Incredulidad, decepción, lealtad

El que fue alcalde de Zafra (Badajoz) hasta 2011, Manuel García Pizarro, de 77 años, ahora un militante sin cargo, aplica a la corrupción unas palabras de Don Quijote: “Sábete, Sancho, que no es posible que el mal ni el bien perduren”. Traducido: “Corrupción siempre habrá. La cuestión es cómo se reacciona”. Exfutbolista y exentrenador, él se siente “reconfortado” por la reacción de su partido. “Un informe de la UCO no puede tumbar a un gobierno”, afirma.

Aunque apoyó a Eduardo Madina en 2014 y a Susana Díaz en 2017, su “lealtad” al secretario general es “total”. Y eso que admite que este golpe ha sido el que más le ha “disgustado” en 43 años con carné, periodo en el que ha sufrido decepciones por casos de corrupción como los ERE y el caso Roldán, pero también por decisiones políticas como la reforma del artículo 135 de la Constitución o la “maniobra” para impedir que Josep Borrell fuera candidato en 2000. “Nos encanta pegarnos tiros en el pie”, resume.

Agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil acceden el viernes a la sede del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid, para clonar el correo de Santos Cerdán.

Además de “disgustado”, García Pizarro está “sorprendido”. Pero luego matiza: “Bueno, Ábalos estuvo en Zafra [en 2021] para inaugurar la biblioteca y... no sé, no me dio buena espina. Lo de Cerdán no me lo esperaba”. Algo parecido dicen en Dos Hermanas, donde la implicación de Ábalos enoja más que sorprende. “Eso sí, Cerdán me ha dejado a cuadros”, afirma Valdivia.

La incredulidad es una emoción extendida. “Todavía no me creo lo que veo y oigo. Es imposible de digerir”, afirma Manolo Martínez, guardia civil jubilado de 66 años, que fue concejal en Alicante hasta 2023 y ahora limita su vinculación con el PSOE a un comité comarcal. Aunque teme que el caso suponga “el fin del sanchismo”, espera que el líder “aguante”. “Si no salen asuntos que lo impliquen, podría aguantar”, afirma, aunque añade que hay quien defiende su dimisión por coherencia con los argumentos de su moción de censura en 2018.

Con casi 20 años en el PSC, partido hermano del PSOE, Xavier Grau, de 59 años, de Cubelles (Barcelona), pasó de la “perplejidad” a la “indignación” tras el informe señalando a Cerdán. “Que te traicione un secretario de Organización es difícil, pero que sean dos es terriblemente complicado”, afirma Grau, exconcejal y ahora militante raso, que muestra su confianza en Sánchez pero le reclama medidas contundentes para que jamás se repita. En su caso, su confianza se ancla también en la que siente por el president, Salvador Illa: “Pongo la mano en el fuego por él [por Illa] y si él lo hace por Sánchez, lo hago sin dudarlo”.

Para Pedro Mora, que fue alcalde del municipio madrileño de Fentidueña de Tajo hasta 2007 y ahora es afiliado raso, el problema de fondo es el partido “presidencialista” que ha promovido Sánchez, al que le echó la cruz con la destitución de Tomás Gómez como líder autonómico en 2015. Aunque aún paga la cuota “porque por encima de las personas están las ideas”, cree que Sánchez ha desfigurado al PSOE con un estilo de “aquí mando yo y fuera todo el que me estorbe”, lo cual explica que ahora no haya contestación interna cuando debería. “El partido ha caído en el conformismo”, lamenta. A su juicio, el secretario general fue “totalmente imprudente” con Ábalos y Cerdán. “Para Organización tienes que saber que la persona es honesta“, afirma Mora. Y añade: “Aunque voy con la cabeza alta como socialista, esto me avergüenza”.

Santos Cerdán y José Luis Ábalos durante la toma de posesión como ministro de Transportes de Óscar Puente, en noviembre de 2023.

También exalcalde, pero en su caso de una capital, San Sebastián, y mucho más conocido, Odón Elorza, de 70 años, muestra “enfado” desde su actual militancia de base. “Esto solo se resuelve, de acuerdo con la lógica y la ética democrática, con una cuestión de confianza”, la única opción de Sánchez tras “quebrar el relato” anticorrupción de su moción de censura, afirma Elorza, que dimitió en 2023 como diputado. Si no la presenta por temor a perderla, es que se aferra al poder aunque sabe que “ha sufrido una pérdida de la legitimidad” con la que fue investido, añade.

El margen para la crítica

Aunque a lo largo del sondeo es frecuente que afloren críticas —casi nunca encarnizadas— contra Sánchez y su dirección, Ramón Villaplana, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Valencia, observa que esta crisis coge al PSOE en las “condiciones idóneas” para que haya “escasa disidencia”. “Es un fenómeno generalizado [en los antiguos partidos de masas]: el militante exclusivamente comprometido con sus ideas sin perspectiva de una recompensa” ha ido perdiendo peso en el conjunto de la afiliación, lo cual “reduce el margen para la crítica”, responde Villaplana, que publica sus investigaciones sobre el funcionamiento de los partidos en revistas como Party politics.

Además, añade Villaplana, las reformas recientes del PSOE, con algo más de 172.000 militantes la última vez que hizo pública la cifra, en 2023, “han generado una ilusión irreal” de “empoderamiento” de la militancia. “Los cargos intermedios han perdido poder, así como los barones, más ahora que el PSOE tiene poco poder territorial. Pero eso no se ha traducido en mayor influencia de la militancia sobre la dirección”, concluye.

Con información de Sonia Vizoso, Mikel Ormazabal, Cristina Vázquez y Àngels Piñol.

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Sobre la firma

Ángel Munárriz
Ángel Munárriz (Cortes de la Frontera, Málaga, 1980) es periodista de la sección de Nacional de EL PAÍS. Empezó su trayectoria en El Correo de Andalucía y ha pasado por medios como Público e Infolibre, donde fue director de investigación. Colabora en el programa Hora 25, de la SER, y es autor de 'Iglesia SA', un ensayo sobre dinero y poder.
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