PSOE y Sumar: dos partidos y un destino
Ante el escándalo de corrupción, el movimiento de Yolanda Díaz solo puede hacer dos cosas: creer sin fisuras a Sánchez y apoyarle o declararse traicionado y romper el pacto


Mucho más desconcertante que la reacción del Gobierno, que la tibieza de los sectores feministas del PSOE contra esos puteros que se sentaban a su lado en bancadas y órganos del partido, o que la galopada hacia las lomas previsibles del y tú más, es la reacción de los socios de investidura. Muy en especial, de Sumar. La cosa puede ser dura de tragar en términos políticos, pero el dilema es radicalmente simple. Ante el escándalo de corrupción, Sumar solo puede hacer dos cosas: o cree sin fisuras a Pedro Sánchez y le apoya con firmeza de titanio y aguanta a su lado pase lo que pase, porque la coalición es más grande que cualquier otra cosa, o se declara traicionado en una cuestión innegociable y rompe el pacto. Como Paul Newman y Robert Redford en el barranco: o se tiran al río o plantan cara a los cazarrecompensas.
Sumar decidió no decidirse, la peor estrategia, la que no se rodó en Dos hombres y un destino porque no tiene lógica narrativa. Sí la tiene humana. La cobardía, la pusilanimidad y el instinto de autopreservación pueden llevar a que las personas se hagan un ovillito y confíen en que todo se olvide, en despertar y descubrir que era una pesadilla o que Trump ha bombardeado otra región iraní y ya no importan sus dilemas acorralados. Pero eso rara vez sucede, y cuando pasa, como ya se ha visto, nunca distrae del todo la atención del público.
Lo peor del dilema de Newman o Redford es lo que los antiguos griegos llamaban kairós. La oportunidad, el instante justo. No basta con decidirse, hay que hacerlo cuando toca, y ese minuto ya ha pasado. Pudieron saltar al río o plantar cara a los pistoleros, pero se entretuvieron jugando al cucú trastrás. Esto es: fingiendo que son parte del Gobierno solo a ratos y que pueden elegir estar o no estar en él como un niño finge desaparecer tapándose la cara con las manos y preguntando dónde estoy. Cucú: somos el Gobierno cuando subimos el salario mínimo. Trastrás: no lo somos cuando los puteros dan mordidas.
En una España histerizada puede que haya un número sustancioso de votantes que celebre esta disociación ejecutiva y olvide que un Gobierno es un órgano colegiado que no admite participaciones parciales o electivas. Los más hooligans podrán compartir este autoengaño, pero la mayoría social no va a recuperar la confianza en ellos mañana ni pasado. Por muchos golpes en el pecho y muchos vídeos de TikTok que graben con el ceño fruncido y carita de circunstancias, la película ha terminado para ellos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
