Antes de todo esto
La ficción puede tratar de imitar a la vida y a menudo conseguirlo, pero no necesariamente interfiere en ella


Recuerda Laura Ferrero en la reedición de El amor después del amor (con ilustraciones de Marc Pallarés), una historia que Richard Linklater contó hace poco: cómo en 1989 se encontró en una tienda a una chica que no conocía de nada, Amy Lehrhaupt, y pasó con ella toda la noche hablando de lo humano y lo divino. Él le dijo a ella una frase (“Si pudiera capturar este sentimiento que estoy teniendo ahora”) que trató de llevar a la práctica años después en una película, Antes del amanecer, en la que dos desconocidos se encuentran en una ciudad extranjera. En la vida real, Linklater y Lehrhaupt habían tratado de seguir en contacto pero el tiempo y la distancia hicieron estragos. Uno de los objetivos de Antes del amanecer era que Amy Lehrpaut, alertada por la historia, volviera al encuentro del director. No lo hizo. Linklater volvió a la carga con Antes del atardecer, en la que el protagonista escribe un libro sobre aquel encuentro con la chica y ella aparece en una de sus presentaciones. Pero Amy Lehrpaut tampoco apareció en la segunda parte. Y cuando Linklater preparaba la tercera, Antes del anochecer, supo que Lehrhaupt había muerto en un accidente en 1994, un año antes de la primera película. La ficción puede tratar de imitar a la vida y a menudo conseguirlo, pero no necesariamente interfiere en ella. Antes del anochecer tiene un tono amargo y descreído que no tienen las otras películas de la trilogía, cuando su director creía que Lehrpaut iría al cine a verla. Mientras todo esto ocurría, Linklater rodó Boyhood, una obra maestra que recorre 12 años de la vida de un chico, Mason. Es una película sobre el abandono, porque crecer siempre es ir despojándose de ambiciones y creencias. Si Linklater supiese muerta a Amy Lehrpaut, ¿habría habido trilogía? Nadie sabe qué botón tocar en cuanto a destrucciones. En el libro de Ferrero y Pallarés, se recuerda que Fernán-Gómez quería en su vida una mujer bellísima de la que enamorarse con locura a pesar de que ella pudiese destrozarle la vida. “A ti no se te puede destruir, Fernando. Tú ya estás destruido”, le contestaron.
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