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RED DE REDES
Columna
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De profesión, diputado tuitero

Las últimas filas de los parlamentos están salpicadas de tipos cuya única virtud es la entrega sumisa al líder y la destrucción del contrario

Ismael Sirio López Martín, diputado del PP en la Asamblea de Madrid y antiguo jefe de las redes sociales del PP, ridiculiza en Twitter unas medidas de Alberto Garzón para evitar la ingesta excesiva de azúcar.
Pablo Ordaz

En la red social X, que es un Twitter desbocado, se están viviendo con mucha intensidad las últimas tribulaciones de Pedro Sánchez. Bien es verdad que, el pasado jueves, cuando el presidente del Gobierno pidió perdón hasta ocho veces —“¡aquel trueno, vestido de nazareno!”, que diría Antonio Machado refiriéndose a don Guido—, algunos de sus odiadores de cabecera sintieron una ligera duda —¿será verdad?—, pero enseguida se repusieron del susto al intuir que aquel desvalimiento, aquel rictus, aquella holgura del cuello de su camisa formaban parte casi con toda seguridad de una estrategia, un maquillaje, quizás una talla de más ladinamente elegida para inspirar pena. Ya se sabe que, si el demonio existiera, se llamaría Pedro Sánchez.

Durante el fin de semana, aún quedaba un resquicio para pensar que se había obrado el milagro —Sánchez hundido, arrepentido, a punto de dimitir—, pero el lunes, a las cinco de la tarde, Pedro Sánchez demostró que seguía siendo aquel al que el escritor Arturo Pérez-Reverte llegó a definir como “un personaje fascinante, un aventurero de la política, un pistolero con el instinto asesino de un buen jugador de ajedrez; alguien que, sin haber leído ningún libro en su vida o habiendo leído muy pocos, lleva en la sangre a los teóricos de la política del Renacimiento; es valiente, tenaz, atrevido, no tiene escrúpulos”. Si hay que tener un enemigo en la vida, que sea uno capaz de hacernos un traje a la altura del que Pérez-Reverte le hace a Sánchez de vez en cuando, pero no es eso precisamente lo que se gasta en X.

El martes, solo unas horas después de la última resurrección del líder del PSOE, un tuitero publicó: “La UCO de mi pueblo”. Y añadía una foto de unas señoras sentadas al fresco en la puerta de una casa. Seguí el ejemplo, y me senté a ver pasar los tuits que iban y venían. Me llamaron la atención los mensajes desaforados contra Pedro Sánchez de una cuenta que no conocía, que tiene más de 67.000 seguidores y que, según reza su perfil, pertenece a alguien llamado Ismael Sirio López Martín, “madrileño de Jaén y diputado del PP en la Asamblea de Madrid”. No hace falta buscar mucho para encontrar quién es y de dónde viene el diputado tuitero, y lo cierto es que tiene su aquel, porque describe el estado de la política actual.

López Martin alcanzó cierta notoriedad en junio de 2022. El titular de este periódico decía así: “Isabel Díaz Ayuso ficha al jefe de redes del PP que dimitió en mitad de su guerra con Pablo Casado”. El subtítulo aclaraba aún más las cosas: “Ismael Sirio López Martín fue dado de alta como asesor de la Consejería de Presidencia y cobra 59.540 euros”. Una crónica anterior de Juan José Mateo explicaba que partidarios y detractores de Díaz Ayuso y Casado libraban un duelo encarnizado en las redes, y fue en medio de esa refriega en la que López Martín cambió de bando. Y acertó. Además del goloso sueldo de asesor, Díaz Ayuso lo metió en las listas, y ahora López Martín tuitea, y solo tuitea, desde la última fila de la bancada popular. Lo de solo tuitea es casi literal, porque, según el portal de la Asamblea de Madrid, durante los dos años que lleva de diputado solo ha formulado 10 preguntas al equipo de gobierno de su jefa y mecenas. Meterse con Pedro Sánchez un día y otro y otro es un trabajo agotador y, hasta el momento, muy poco agradecido.

Lo triste es que las últimas filas de muchos parlamentos están salpicadas de personajes así, de un partido y también del otro, tipos capaces de reducir el ejercicio de la política a la ruindad del tuit hiriente, del chiste fácil, de la entrega sumisa al líder, tal vez a la espera de que un día, quién sabe, los nombren secretarios de organización.

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Sobre la firma

Pablo Ordaz
Es reportero de EL PAÍS. Sevilla, Madrid, San Sebastián, México, Roma. Le hizo la última entrevista a Camarón y la primera al papa Francisco.
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