Pistolas de agua contra el turismo
Una protesta minoritaria en el centro de Barcelona logra la atención de relevantes medios de comunicación británicos


Cae el sol, pero el sonido de las palas no para. Los dos chavales persiguen la pelota blanca que bota en la mesa de pimpón, aunque ya sea casi invisible. No muy lejos, un grupo de cuatro jóvenes pela la pava sentados en un banco de madera, en la misma plaza de asfalto que los del tenis de mesa. Desde una ventana, se cuelan los gritos de una madre que le pide a su hija que no vuelva tarde. De fondo, retumban los patios de un montón de colegios públicos levantados en fila, uno al lado de otro, en una competición por ver quién acaba más tarde la fiesta de final de curso.
Es sábado, ya casi de noche, en el barrio de La Verneda de Barcelona, que ahora algunos llaman también Sant Martí de Provençals. Suena más cool, pero allí todavía no ha llegado el café de autor a tres euros, ni los brunchs con todo tipo de manjares, menos unas tostadas y un cortado estándar. Casi cuesta encontrar un menú vegetariano o un cartel en inglés. “Y que dure”, bromean los residentes de una periferia habitada por sus vecinos.
Viven ajenos a la protesta contra el turismo que solo unas horas más tarde caminará por la Barcelona de souvenirs y boutiques, donde se alquilan habitaciones por 900 euros. Apenas 600 personas recorren el centro al grito de “el turismo nos roba el pan, el techo y el futuro”. Son pocos, pero ya le han cogido el truco: con unas pistolas de agua (de esas que se tiran a la basura en cuanto los niños se despistan), unos botes de humo de colores, y algún petardo tienen suficiente. Bufar i fer ampolles, o coser y cantar, en castellano: nunca se necesitó menos para triunfar más.
“Tourist go home. Mi día con activistas antituristas españoles dando un baño a los británicos”, tuitea The Telegraph. Le sigue un vídeo con todos los hits catalanes: la Brimo (los antidisturbios de los Mossos d’Esquadra), las citadas pistolas de plástico, los pintones botes de humo y algún pequeño rifirrafe.. Un ejemplo de buena mani en plano corto para cualquier periodista gonzo y nostálgico de las multitudinarias (y en ocasiones broncas) protestas del procés. En total, el tuit suma unas 18.000 visualizaciones.
🇪🇸 'Tourists go home!'
— The Telegraph (@Telegraph) June 16, 2025
My day with Spanish anti-tourist activists giving Britons a soaking
Read Kieran Kelly's piece from Barcelona ⬇️https://t.co/Im2pl8a1GB pic.twitter.com/AcZV5t5Klk
En la misma línea, Reuters, una de las más prestigiosas agencias de noticias mundiales, se fija en la manifestación. “Miles de personas [en realidad, 600] se congregaron en el centro de Barcelona para protestar contra el creciente impacto del turismo masivo en las comunidades locales”, escribe, junto a un vídeo del momento más tenso de la protesta, cuando un empleado de un hotel y los manifestantes se abroncan. En total, unas 73.000 visitas. Hasta la BBC informa de lo ocurrrido. “Los manifestantes y vecinos que se rebelan contra el turismo en Barcelona”, titula la cadena pública británica. La noticia ha sido vista 83.000 veces.
Thousands gathered in Barcelona's city center to protest the growing impact of mass tourism on local communities. Activists say tourism is driving up housing costs, damaging the environment, and displacing residents https://t.co/esDKcKryrT pic.twitter.com/JV4OOh5lwq
— Reuters (@Reuters) June 15, 2025
The protesters and residents pushing back on tourism in Barcelona https://t.co/jVwryapDGJ
— BBC News (World) (@BBCWorld) June 16, 2025
Los comentarios combinan las opiniones de quienes no le ven mayor problema al turismo y de los que comentan los los riesgos que supone para los residentes locales. Los más agudos definen (en inglés, por supuesto) la especie autóctona que participa en la manifestación: el perroflauta. “Los llamamos así porque a menudo se les ve pidiendo en la calle con un perro y una flauta”, escribe un tuitero. También hay quienes no pierden la ocasión para defender que el problema de Barcelona son “los inmigrantes”, no los turistas.
Pocos destacan que en realidad esa protesta de agua, ruido y colores fue muy minoritaria. Y que, aunque vistosa, duró poco y se desarrolló sin ningún incidente reseñable. Un momento de gloria internacional gracias a unas pistolas de juguete y unos botes de humo, mientras la mayoría de los vecinos, como los de La Verneda, seguían con sus vidas, sin más.
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