Basta con un solo paso
Un simple gesto cambiar de historia, de sentimientos, de patriotismo, de idioma, de amores, de destino


Subió al coche, puso la radio y echó a andar. Pese a que el paisaje era espléndido y entre los pinos se veía un mar muy azul con las montañas del Pirineo cubiertas de nieve, dentro del coche la radio no hacía sino vomitar basura política, lo último de las cloacas con su hedor correspondiente. Pudo poner música clásica, tal vez el Concierto para clarinete de Mozart le hubiera ido bien a aquellas suaves colinas, pero el conductor era un tipo de español intoxicado y no podía evitar que le gustara aquella basura llena de insultos tabernarios que creaban una atmósfera asfixiante. Después de varias horas de camino ahora conducía, tal vez extraviado, por una carretera secundaria que serpenteaba por las estribaciones de una montaña. De pronto, oyó el sonido de una cascada que formaba un riachuelo de aguas muy claras, muy limpias. Paró el coche para respirar aquel aire tan puro y quiso la casualidad que sin saberlo aparcara en la misma raya de la frontera de Francia y España. De hecho, esa línea invisible que dividía a los dos países pasaba entre las ruedas del coche y lo partía en dos, de modo que una ventanilla pertenecía a Francia y la otra a España. Esa división también se producía en las ondas de la radio llenas de interferencias. A veces sobre la basura política se interponía un concierto de violonchelo y, por el contrario, entre un adagio que se perdía entre los arbustos silvestres se apoderaba la voz de un arriero político que llamaba asesino y mafioso a su adversario. Bajó del coche, dio un paso adelante y se sentía en Francia. En ese momento dejaba de tener sentido todo lo que sucedía en nuestro país, pero si daba un paso atrás se veía de nuevo lleno de mierda porque estaba en España. Optó por darse un baño. Desnudo bajo aquella gélida cascada pensó que bastaba solo un paso para cambiar de historia, de sentimientos, de emociones, de héroes, de patriotismo, de gastronomía, de idioma, de amores, de destino. En realidad, no sabía de qué parte procedía aquella cascada.
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