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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Guerra abierta entre Musk y Trump

La ruptura entre el magnate y el presidente demuestra que el mandatario republicano solo es leal a sí mismo

Musk y Trump, el 5 de octubre de 2024 en un acto de la campaña electoral estadounidense en Butler (Pensilvania).
El País

La relación entre el hombre más rico del mundo, Elon Musk, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha estallado en una pirotécnica rabieta que sirve de recordatorio de lo disfuncional del movimiento trumpista. La crisis empezó el martes, cuando Musk —que solo cuatro días antes había escenificado en el Despacho Oval su salida del círculo del poder del presidente— criticó a través de su red social X la ley ómnibus impulsada por Trump como una “abominación repugnante” repleta de “gastos superfluos”.

Como cabeza del Departamento de Eficiencia Gubernamental, el magnate sudafricano había recibido el encargo de Trump de pasar la motosierra por la Administración pública estadounidense, pero la única consecuencia real de estos meses ha sido una retahíla de despidos, algunos de ellos con efectos tan graves que tuvieron que ser revertidos por la propia Administración o, a la fuerza, por la justicia. Hechas además las cuentas, los efectos sobre el control del déficit público han sido diminutos, ni de lejos suficientes como para compensar la masiva rebaja de impuestos —especialmente a los más ricos— que propone la “gran y hermosa ley” de Trump.

El presidente replicó a Musk de forma relativamente moderada en una rueda de prensa para luego, ya desatado, hacerlo a través de su propia red social, Truth. Con palabras cada vez más gruesas —incluidas acusaciones de pedofilia al mandatario republicano— ambos han escenificado su ruptura hasta el punto de que Musk ha animado a reemplazar a Trump por su vicepresidente, J. D. Vance, o incluso a financiar una alternativa política al trumpismo. La disputa, retransmitida en directo a través de las redes sociales, ha provocado un terremoto en el movimiento MAGA. Si Musk es capaz de mover algún voto en la tramitación de la ley ómnibus —que, tras ser aprobada por un solo voto en la Cámara de Representantes, se dirige a su tramitación en el Senado, donde los republicanos tienen una mayoría de tres escaños— estaríamos ante una crisis de consecuencias impredecibles.

Por ahora, sin embargo, la ruptura perjudica netamente a Musk. Las acciones de sus empresas, que se dispararon por la expectativa de que su cercanía a la Casa Blanca beneficiaría a sus negocios, se han hundido en Bolsa. Y con razón: el alineamiento de Musk con Trump ha tenido efectos devastadores para la reputación y los negocios del dueño de Tesla fuera de EE UU, lo que le ha hecho mucho más dependiente de los contratos públicos con el Gobierno federal, contratos que Trump amenaza con cancelar. Y, ante todo, es una advertencia a los aspirantes a oligarcas del trumpismo: durante toda su carrera, profesional y política, Donald Trump ha demostrado una y otra vez que no es leal a nadie salvo a sí mismo. Es una realidad que Musk puede sufrir ahora en sus propias carnes.

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