Ir al contenido
_
_
_
_
La brújula europea
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sanciones contra el horror de Netanyahu

Revisar el acuerdo de asociación con Israel o reconocer Palestina como Estado no es suficiente, hacen falta medidas contundentes. Aun con ellas, la mancha moral de muchos líderes europeos seguirá indeleble

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, durante una conferencia de prensa en Jerusalén, el pasado miércoles.
Andrea Rizzi

Israel tal vez acabe ganando un pulso táctico con Hamás, pero por el camino ha perdido el alma. Ojalá algún día pueda reencontrarla. Hoy no se vislumbra el horizonte en el cual podrá conseguirlo.

A lo largo de ese mismo camino, una mancha se ha ido expandiendo en el alma de Europa. Conviene tenerlo claro: es indeleble. Parece que ahora, ante el atroz sufrimiento infligido por Israel a los civiles palestinos, cuaja algo de voluntad política para ejercer presión sobre Netanyahu. Es tarde, y no puede limpiar la mancha moral. Quienes no han actuado o, si no tenían capacidad de acción, al menos levantado la voz, contra aquel espanto tendrán que cargar con ese peso.

El cuadro es inequívoco -pese a todos los esfuerzos de Israel para impedir que los periodistas relaten lo que está haciendo en Gaza-. La población civil, ya masacrada por los bombardeos, está siendo sometida a un deliberado intento de hundirla en la inanición. Hasta Trump, aquel que busca destruir Harvard por sus intereses políticos bajo la excusa del presunto antisemitismo de la universidad, ha reconocido que la gente se muere de hambre en Gaza. El se muere debe leerse como Israel los mata, porque no deja pasar los camiones. El ataque de Hamás fue un terrible acto terrorista que generó un derecho de legítima defensa. Pero la reacción israelí ha cruzado el límite de la proporción de una manera que, por lo que percibimos pese a la censura israelí, es tan atroz que cuesta hallar las palabras para describirla.

“Israel va camino de convertirse en un Estado paria, como lo fue Sudáfrica, si no volvemos a actuar como un país sensato”, ha dicho Yair Golan, líder del partido israelí Los demócratas. “Un país sensato no lucha contra civiles, no mata bebés por diversión y no se propone como objetivo expulsar poblaciones.” Como prevé el conocido guion, Netanyahu le acusó de fomentar instintos antisemitas.

El antisemitismo ha sido una tragedia inconmensurable y sigue siendo un grave problema. El asesinato de dos israelíes en Washington merece la más rotunda repulsa. Pero escudarse tras la acusación de antisemitismo para justificar abusos terribles es hoy no solo ya un viejo truquillo desgastado, sino algo indignante.

Ante todo esto, Europa no ha sido capaz de moverse de manera coordinada y eficaz. Pero es preciso dirimir las responsabilidades. No se trata de un fallo congénito de la UE, sino de lamentables posiciones de actores concretos que condicionan todo. La mancha tiene localizaciones claras. Algunos países han intentado empujar en la dirección correcta, como España, Bélgica o Irlanda. Otros, como Alemania o Hungría, han ido bloqueando todo. Berlín sigue absoluta y absurdamente paralizada bajo una distorsionada concepción de su antigua culpa nazista. Algunos dirigentes, como Ursula von der Leyen o Kaja Kallas, son un freno de mano en la máquina de la respuesta, una sordina puesta; otros han estado en el lado correcto, como Josep Borrell, claramente, o Antonio Costa cuando dice sin rodeos que Netanyahu está intentando destruir físicamente la solución de los dos Estados. No es lo mismo la posición de Macron o Starmer, que, aunque tarde, al menos empiezan a hablar claro y amenazan con sanciones, que la de Italia, Austria y otros, inertes.

Revisar el acuerdo de asociación UE/Israel o congelar las negociaciones de un pacto comercial entre Reino Unido e Israel es necesario pero insuficiente. Lo mismo vale para el reconocimiento de Palestina como Estado o el absoluto embargo de entregas de material militar a Israel. La palabra clave es sanciones. Aparece en el comunicado de Francia, Reino Unido y Canadá, en relación con la ocupación ilegal. En cuanto a la acción bélica y el bloqueo humanitario, el texto amenaza con tomar medidas sin precisar. Es imprescindible sancionar. Mientras se espera el veredicto de la justicia internacional, hay que infligir un coste político por lo que Netanyahu está haciendo con el respaldo de una sociedad mayoritariamente hipnotizada por un discurso extremista. Hay opciones, desde el congelamiento del diálogo político hasta sanciones bien perfiladas. Ése es el camino para que la mancha, indeleble, al menos no siga ensanchándose.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS. Autor de la columna ‘La Brújula Europea’, que se publica los sábados, y del boletín ‘Apuntes de Geopolítica’. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Autor del ensayo ‘La era de la revancha’ (Anagrama). Es máster en Periodismo y en Derecho de la UE
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_