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Columna
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Netanyahu: no nos robarás las palabras

Que no nos engañen: “Palestina libre” no significa ‘Heil Hitler’

Memorial en honor  a Yaron Lischinsky y Sarah Milgrim, asesinados en Washington.
Berna González Harbour

Que un asesino grite “Free Palestine” mientras comete un crimen vil que condeno y condenamos todos los bienpensantes del mundo no nos va a quitar el derecho a las palabras: Free Palestine. Palestina libre. Ojalá lo fuera. Porque no nos confundamos. Podemos decirlas mientras defendemos la paz y al pueblo judío sin que eso signifique, como dice Benjamin Netanyahu, “Heil Hitler. Solo plantearlo es una perversión semántica colosal.

El líder israelí liquida a buena parte de la población de Gaza con bombas o hambre, pretende cuartear la cárcel que ya era esta Franja en compartimentos estancos como ha hecho antes con grandes áreas de Cisjordania, pervierte el derecho internacional e insulta la conciencia moral de la humanidad, pero no podrá robarnos las palabras. Asegura atacar solo a terroristas, pero mata a bebés.

Victor Klemperer, filólogo alemán judío, retrató la perversión del lenguaje que perpetró el régimen nazi en La lengua del Tercer Reich, apuntes que fue tomando desde el triunfo de Hitler hasta su derrota mientras sufría la pérdida de sus títulos, su casa y sus condiciones de vida, como relató magistralmente en sus Diarios. Hoy deberíamos leer o releer todo eso tanto como a Stefan Zweig. El nazismo logró cambiar la mentalidad de los alemanes valiéndose del lenguaje hasta que la población asumió las nuevas formas de hablar, de pensar y de actuar. El umbral de crueldad colectiva se amplió hasta el infinito.

Y hoy lo vivimos de nuevo. Estados Unidos detiene a manifestantes propalestinos por considerarlos antisemitas, negando su libertad de expresión y de protesta. Israel (¡y Ayuso!) nos acusa de antisemitismo por cuestionar sus ataques desalmados a los niños de Gaza. Y Trump denuncia el genocidio contra blancos de Sudáfrica mientras calla lo que se comete en la Franja.

Revisar el texto de Klemperer asusta por el paralelismo que puede hallarse entre el lenguaje del nazismo y el de hoy. Define por ejemplo: “la marginalización de los enemigos, el uso habitual de superlativos y de palabras fuertes, el primado de las emociones frente al intelecto, la emocionalización de la patria, el dualismo simplista entre un mundo ario (bueno) y no ario (malo) o la deshumanización permanente al categorizar como judío/judía”.

¿Nos suena todo esto? ¿Acaso no estamos viviendo esa deshumanización del palestino, el dualismo simplista, el uso de superlativos diarios o la “emocionalización” de la patria?

Aquello que describió Klemperer era antisemitismo, un odio a lo judío que pervivió en la historia y provocó matanzas salvajes en numerosos lugares hasta llegar al Holocausto. Pero que no nos confundan, defender los derechos palestinos aplastados no es antisemitismo, sino decencia moral. Que no nos quiten las palabras.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.
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