Ir al contenido
_
_
_
_
TRIBUNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Qué es la psiquiatría y sobre todo qué no es

Esta rama de la medicina no debe reducirse al uso de medicamentos, pero tampoco debe sustituir otras formas de apoyo psicológico o social cuando no hay trastornos mentales o se busca su prevención

Hospital Clínico San Carlos

La búsqueda de la palabra “psiquiatría” en Google ha experimentado un incremento del más del 40% en estos últimos años. Es evidente que la pandemia de covid ha actuado como catalizador en el interés de la población general sobre esta especialidad médica. La atracción por la psiquiatría y todo lo que la rodea debería servir como oportunidad para incrementar su conocimiento. Sin embargo, el incremento de interés por algo no está exento de riesgos. El supuesto conocimiento en nuestra sociedad actual viene acompañado en muchas ocasiones de más ruido que nueces. En estos casos, se torna igual de importante definir lo que no es que lo que es. De hecho, Karl Popper defendía que el conocimiento científico avanza refutando lo que no es verdadero en lugar de comprobando lo que sí lo es.

La psiquiatría, por tratar aspectos tan cercanos a lo intrínseco a la humanidad, incluyendo las derivadas psicosociales, es más proclive que otras áreas de la medicina a ser utilizada con ambigüedad e instrumentalización y, aún peor, con intereses ideológicos. Por ello, para términos como psiquiatría definir lo que no es puede eliminar interpretaciones erróneas y reducir falacias y usos aprovechados.

Según el Diccionario de términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina de España, la psiquiatría es una disciplina científica, rama de la medicina, que se ocupa de promover la salud mental, así como el estudio clínico, el diagnóstico, el tratamiento y la investigación de los trastornos mentales. Esta disciplina médica, basada en la evidencia científica, bajo un enfoque holístico e integrador, es ejercida por los especialistas en psiquiatría.

La psiquiatría ha experimentado, bajo un prisma biopsicosocial, una auténtica revolución en el conocimiento de los trastornos mentales. Baste recordar cómo eran tratadas las personas con un trastorno mental grave hace tan solo 70 u 80 años. La investigación epidemiológica, fenomenológica, biológica, psicosocial, clínica, traslacional y en salud pública ha permitido un avance muy significativo en esta área de la medicina. Tenemos ahora tratamientos que son de los más eficaces en la medicina moderna, métodos diagnósticos etiológicos de altísima rentabilidad y eficiencia, intervenciones de demostrado coste-eficiencia que permiten la prevención primaria de los trastornos mentales, así como una atención comunitaria cercana y humanizada. Siguen, sin embargo, siendo muchas las necesidades no cubiertas. Uno de los grandes caballos de batalla de la psiquiatría ha sido siempre el estigma, fundamentalmente el estigma hacia las personas con trastorno mental grave, aunque también a la propia especialidad como tal. Escuchamos recientemente decir a algunos políticos que el ser valorado o atendido por profesionales de la salud mental es estigmatizante, lo que no se señala de otras especialidades médicas. Uno de los grandes favorecedores del estigma es el desconocimiento. Abonar lo que la psiquiatría no es irá siempre a favor de ese estigma tan dañino.

La instrumentalización que de la psiquiatría han hecho los políticos no es nueva. El mal uso de la psiquiatría ha servido para que bajo su nombre se hayan cometido tropelías y abusos a lo largo de la historia. La realización de diagnósticos deliberadamente falsos para justificar la detención, el aislamiento o el tratamiento forzoso de personas que expresan ideas o realizan acciones contrarias al régimen político dominante es lamentablemente parte de la historia de la medicina. El encierro de disidentes políticos ilustra cómo las herramientas médicas, por muy positivas que resulten, pueden ser manipuladas con fines represivos, tal como ha sucedido a lo largo de la historia en países dictatoriales o en regímenes autoritarios. Amenazar con un incremento de trastornos mentales si no se aprueban tal o cuales leyes irrelevantes para lo que es psiquiatría es otro claro ejemplo de instrumentalización política de lo que no es psiquiatría. La psiquiatría no es, pues, una herramienta al servicio de ideologías ni sectarismos.

La psiquiatría no es tampoco un juicio moral por el que se consideran las conductas o trastornos mentales como debilidades o “pecados”, sino una disciplina que las considera condiciones médicas que requieren comprensión y pueden beneficiarse de un tratamiento.

Psiquiatrizar la vida diaria, las reacciones humanas a los aconteceres de lo cotidiano, las respuestas fisiológicas normales a traumas y desgracias no es tampoco lo que la psiquiatría debe hacer. Igual que la psiquiatría no debe nunca reducirse al uso de medicamentos u otros tratamientos biológicos, tampoco debe ser un sustituto de otras formas de apoyo psicológico o social cuando no hay trastornos mentales o se busca su prevención. Si todo es psiquiatría, nada es psiquiatría.

Así pues, la psiquiatría no es muchas de las cosas para las que ha servido como argumentario en estos últimos años. Decir una cosa y la contraria no puede dar igual. Ciñámonos a lo que es psiquiatría. No desaprovechemos el momento y la oportunidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_