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Columna
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Ana

Han pasado casi treinta años: a veces me quedo parado en la calle sin saber por qué y luego caigo en que me he cruzado con alguien que llevaba su perfume

Ana Monfort (1975-2025).
Daniel Gascón

“Estoy muy contenta de entrar en la década de los 50, no creí que fuera a llegar”, me dijo en el último mensaje que nos cruzamos, el 7 de mayo. Solíamos felicitarnos los cumpleaños, aunque llevábamos mucho tiempo sin vernos. Entretanto, nos habíamos casado, cambiado de ciudades, tenido hijos. Yo sabía que había conseguido una plaza de profesora y que había estado con su familia en Estados Unidos: me había escrito desde allí una vez que me había oído en la radio. Sabía también, porque me lo había dicho ella, que peleaba desde hacía años con un cáncer. En sus mensajes siempre mostraba alegría por seguir viva y la determinación de seguir adelante.

Cuando nos conocimos, ella acababa de terminar Turismo y yo estaba en el instituto. Era socorrista de la piscina del pueblo y daba clases de natación a mis hermanos. Me llevaba seis años, pero crecimos juntos. Recuerdo el tren y el autobús de Zaragoza a Castellón, conversaciones por teléfono y SMS, tardes en el parque José Antonio Labordeta y su piso junto al parque Ribalta, paseos por el castillo de Sagunto y el IVAM, las fiestas de Villafranca del Cid, su pueblo, y Cantavieja, el pueblo de su abuela, cenas con amigos, viajes en coche por Alemania (gracias a los billetes baratos de una promoción de Colgate) y por Els Ports, cenas de bocadillos y luego gintonics en el irlandés que había debajo del piso de mis padres, cartas y correos cuando ella hacía unas prácticas en Finlandia y yo una Erasmus en el Reino Unido, Teruel cubierto de nieve cuando ella se marchó allí a estudiar Magisterio de inglés. Y recuerdo arroces en El Grao, fragmentos de mil conversaciones y aventuras y su risa desatada, películas en el cine y en casa, Clandestino de Manu Chao y casetes de R.E.M. y Aute y bandas sonoras de Tarantino y Leonard Cohen, el camino junto a la rambla, casi siempre seca, que marca la frontera entre las provincias de Teruel y Castellón y al que íbamos con su Renault 9.

Han pasado casi treinta años: a veces me quedo parado en la calle sin saber por qué y luego caigo en que me he cruzado con alguien que llevaba su perfume. Cuando empezamos a salir marcaba en un calendario los días en que nos habíamos visto, como un Robinson Crusoe al revés. Empezaba el 6 de septiembre del 1997, la noche que nos escabullimos de la verbena de La Iglesuela del Cid. Hacía frío, pero yo salí sin cazadora y ella me decía: “No te mueras, Dani, no te mueras“. Aunque no habría servido de nada, ahora pienso que me habría gustado decirle: “Tú tampoco, Ana”.

La recuerdo animosa y alegre, con un rayo de sol en la cara.

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Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).
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