Málaga: cuando tu ciudad te echa
Los lectores escriben sobre la crisis de la vivienda, la inflación, la política española, y los desafíos éticos de la IA en su uso académico

Escribo este texto con los ojos llenos de lágrimas y el corazón en el puño. Hace unos meses me echaron de mi ciudad, Málaga. Viví siete años allí; disfruté y sufrí. Pude ver como poco a poco los especuladores, los alquileres abusivos y los caseros estafadores iban tejiendo una telaraña en la ciudad, por lo que o eras una persona de alto nivel adquisitivo, o no había sitio para ti. Poco a poco, mis compañeros y amigos se tuvieron que ir de la ciudad. En agosto de 2024 me vi obligada a vivir con compañeros de trabajo que no soportaba, en una habitación compartida con mi pareja, a un precio abusivo. Busqué, pero no encontré un sitio que pudiéramos permitirnos pagar y en el que vivir dignamente. Por ello, me fui de Málaga. Lo dejé todo para rehacer mi vida en un lugar más tranquilo y familiar. Con esta carta, quiero mandar un mensaje a todas las personas que trabajan en Málaga, que saben la frustración que se siente al ver que la ciudad está siendo vendida al mejor postor. Os digo que para mí vosotros sois el corazón de Málaga, sois lo más preciado y valioso que hay en la ciudad. Por una vivienda digna y adecuada. No pararemos de luchar.
Mónica Yegles. La Carolina (Jaén)
Justicia económica
La inflación ya no es solo una cifra en los informes económicos. Es el aumento constante en el supermercado, el alquiler que se vuelve impagable, la pensión que no alcanza. Es el síntoma más evidente de una economía que no escucha a la mayoría. Mientras los gobiernos presumen de crecimiento o culpan a factores externos, millones de personas ajustan su día a día para sobrevivir. Porque sí, hay guerras, crisis energéticas y ciclos globales. Pero también hay decisiones políticas: quién paga los platos rotos, quién recibe ayudas, quién queda fuera. La desconexión entre la política y la economía real es cada vez más evidente. Se debate más sobre pactos y escándalos que sobre salarios, alquileres o precios. Y esa ceguera tiene consecuencias. Cuando el poder ignora el malestar, la gente vota con rabia. Y ahí es donde crecen los populismos y la desconfianza democrática. La estabilidad no se construye con promesas, sino con justicia económica.
Lydia Serrano García. Barcelona
Vergüenza ajena
Carlos Mazón no dimite ni a tiros tras su pésima gestión de la dana, se persigue a Begoña Gómez como a una criminal y a Isabel Díaz Ayuso le gusta la fruta. Mis amigos extranjeros no dan crédito. Yo tampoco, la verdad.
José María Ochoa de Michelena. Bruselas (Bélgica)
Regular la IA
Estas palabras las podría haber escrito una inteligencia artificial. Y, a simple vista, no te darías cuenta. En todos los trabajos de la universidad nos recuerdan a los estudiantes que el uso de esa herramienta no está permitido. Pero, ¿quién la regula? ¿Cómo se aborda un tema tan complejo desde el punto de vista legislativo? ¿En qué medida podríamos considerar la IA como una ventaja y una herramienta útil? No sé si alguien tiene ya respuestas para estas preguntas, pero, mientras tanto, siguen circulando textos, imágenes y vídeos creados con IA, como las imágenes del terremoto de Myanmar que dieron la vuelta al mundo.
Blanca Rodríguez Clemente. Terrassa (Barcelona)
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