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Cartas a la Directora
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cuelgamuros: transformar el símbolo, no destruirlo

Los lectores escriben sobre la memoria histórica, la calidad de la alimentación en los comedores escolares y las políticas de Trump

Basílica del Valle de los Caídos, ahora renombrado como Valle de Cuelgamuros.

Ser joven, de izquierdas y creyente en este país no resulta fácil. No es imposible, es cierto, pero no es fácil. Hace unos días, el Gobierno consiguió pactar con la Iglesia la resignificación del Valle de Cuelgamuros, algo que, a todas luces, debería considerarse como normal. Pues bien, la extrema derecha, adalid de la apropiación de tantos y tantos símbolos, ha comenzado su campaña, como siempre cargada de bulos, con un mensaje claro: “Van a dinamitar la cruz”. Lo primero que me viene a la cabeza es qué pensaría Jesucristo de esta gente y de las barbaridades que hacen “en su nombre y defensa”. Aunque eso daría para una larga conversación. Y lo segundo que me pregunto es: ¿deberían hacerlo? ¿Dinamitar la cruz es una solución real o es abrir una brecha más? En mi opinión, la cruz debería quedarse donde está. No por ser un símbolo de cristiandad —no al menos de la que a mí me representa—, sino como símbolo del trabajo esclavo de los cerca de 20.000 presos políticos que participaron en su construcción. Creo que esa es la verdadera resignificación: transformar el símbolo a través del entendimiento y de mucha pedagogía.

Francisco Manuel Pantoja Hipólito. Bargas (Toledo)

Comer sano es un derecho

El Consejo de Ministros ha aprobado un real decreto para garantizar la correcta y saludable alimentación de los niños que utilizan el servicio de comedor escolar. Se ofrecerán frutas y verduras a diario, cereales integrales y, como mínimo, una ración de pescado y legumbres a la semana. Para la suerte de nuestros pequeños, se prohíbe la venta de bebidas azucaradas y bollería, aparte de limitar el consumo de comidas precocinadas a una vez al mes. Esta decisión llega cuando nos encontramos con que uno de cada cinco niños de entre seis y nueve años en España tiene sobrepeso. Estas cifras se agravan en las familias de bajo poder adquisitivo. Garantizar una alimentación digna para todos los alumnos es una responsabilidad, no solo educativa, sino también social. En el contexto de la inflación, ofrecer comida sana en las escuelas debe ser una prioridad y un derecho, no un lujo.

María Eduarda de Araújo. Barcelona

Trump como doloroso espejo

Aunque duela, Trump actúa a ratos como un perturbador espejo que nos devuelve una imagen poco amable de nuestras convicciones morales. Por ejemplo, nos echamos las manos a la cabeza porque cuestiona la globalización. Nosotros, tan comprometidos con la justicia social, no lo hacemos a pesar de que solo se ha globalizado la producción, no los derechos laborales ni humanos. Para salvar la cara, miramos hacia otro lado mientras compramos productos low cost y, solo a ratos, expresamos nuestra indignación en redes sociales por las pésimas condiciones en las que trabajan ciudadanos en otros países de economías emergentes. Él aplica feroces políticas contra la inmigración; nosotros nos refrescamos en verano en un mar que es un cementerio. “Otra de chopitos y una caña”, pedimos al camarero mientras en la televisión del chiringuito hablan de otra patera hundida. A ratos, más que un loco Trump es la encarnación de nuestra locura. Nos horroriza porque, si lo pensamos, nos horrorizamos.

David Martínez Pradales. Alcorcón (Madrid)

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