Sin salón, sin luz, sin futuro
Los lectores escriben sobre la crisis de la vivienda, la inhabilitación política de Marine Le Pen, la religión, y el amor

Mi casa no tiene salón. Al llegar a Madrid, descubrí que era más común de lo que imaginaba. La única ventana da a la M-30: con solo entreabrirla, se cuela el ruido del tráfico, un mar de coches y el aire contaminado. En días de lluvia, la luz es la misma que con sol, pero el piso compartido se convierte en un tendedero viviente: calcetines en estanterías, sábanas en puertas que no cierran. La humedad se adhiere a las paredes, el frío se filtra por ventanas endebles y la cocina es un pasillo donde apenas cabe una persona. Es importante recordar que el derecho a la vivienda lleva asociada la palabra “digna”. Nos venden como tendencia lo que no es más que renuncia: coliving (apartahoteles con espacios compartidos con los vecinos), cápsulas, microliving (viviendas muy pequeñas) o casas sin ventanas, pero con luces LED rosas. Siempre con los mismos beneficiarios. Mientras tanto, dedicamos la mitad del sueldo al alquiler, esperando la próxima mudanza cuando el contrato temporal expire y el precio vuelva a subir.
Amanda Manjón Pérez. Madrid
La ola reaccionaria
Le Pen, inhabilitada por malversación, recurre aleccionando sobre legalidad. Musk tilda de antidemocrática la decisión mientras intoxica procesos electorales chequera en mano. La oligarquía putinista cuestiona el procedimiento empleado por la UE. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Pero hay una mayor contradicción subrepticia. Francia, EE UU y Rusia pertenecen al Consejo de Seguridad permanente de Naciones Unidas, guardián del orden internacional emanado de la Segunda Guerra Mundial que hoy Trump y Putin disuelven cual azucarillo. Desconocemos si Francia terminará uniéndose bajo liderazgo lepenista a esta ola reaccionaria. Esperemos que no.
Daniel Barroso Domínguez. Madrid
En nombre de Dios
Acabo de leer una entrevista en la que Javier Cercas recuerda aquella frase de Nietzsche: “Si Dios no existe, todo está permitido”. En mi opinión sería más bien todo lo contrario. Es la existencia de Dios la que autoriza cualquier cosa, si se hace en su nombre. Todos estos salvapatrias de distintos colores, aunque con la misma filosofía, se dicen designados por sus dioses respectivos, ya sean el judío, el cristiano, el hindú, el musulmán, para salvar su país y de ahí, el mundo. Ya ha pasado antes, ya conocemos las consecuencias.
Leandro Valencia Alonso. Sant Pol de Mar (Barcelona)
¿Qué queda del amor?
¿Dónde han quedado las relaciones a fuego lento? Esas con pocos ingredientes y artefactos, pero con mucho tiempo, dedicación y templanza. Esas relaciones que son platos compartidos y degustados hasta el final, pero no picoteados cuando en la primera mordida ya no seduce la textura. Una mezcla entre rutinas frenéticas con relojes que bloquean nuestro espacio personal, y una gran facilidad en conocer candidatos que examinamos para ver si pasan el test de lo que creemos que nos conviene. Y remarco: creemos. Tengo la sensación que hemos perdido el compromiso con el largo plazo. Nos hemos visto tan absorbidos por la inmediatez y la facilidad de tenerlo todo al momento que también lo hemos trasladado a las relaciones de amor.
Irene Pardo. Barcelona
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