El gran y desastroso plan fiscal de Trump
Algunos análisis independientes sugieren que los efectos van a ser mayor nivel de deuda pública, menor crecimiento económico a largo plazo y mayor inequidad económica y social

El Congreso de Estados Unidos aprobó esta semana el paquete fiscal presentado por el presidente Trump, el cual fue designado pomposamente por él mismo como “El Gran y Hermoso Plan” (One Big Beautiful Billl). El plan se caracteriza por reducciones en el gasto para programas sociales y de salud, así como por una extensión y ampliación en las exenciones del pago de algunos impuestos para personas y empresas.
Según Trump, esta combinación va a detonar el crecimiento y la expansión económica de Estados Unidos (Make America Great Again). Los mercados financieros han reaccionado positivamente a este plan en buena medida porque esperan que el sector privado se beneficie significativamente de las menores tasas impositivas. Sin embargo, análisis independientes sugieren que los efectos de este plan fiscal van a ser mayores déficits fiscales, mayor nivel de deuda pública, menor crecimiento económico a largo plazo y mayor inequidad económica y social.
Según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (Congressional Budget Office, CBO), una entidad autónoma y con independencia técnica, el plan fiscal de Trump va a resultar en un aumento en la deuda pública de más de tres billones de dólares en los próximos años. Esto sería el resultado de una reducción importante en el gasto público (de alrededor de un billón de dólares), acompañada de una reducción aún mayor en la recaudación, proveniente de las exenciones que otorgaría el plan, especialmente a empresas y a personas de altos ingresos.
Las reducciones en el gasto, por cierto, se concentrarán en menores recursos para la salud (Medicaid) y para programas de alimentos (SNAP). De hecho, diversas estimaciones sugieren que varios millones de personas perderían el acceso a los servicios de salud y que se revertirían muchos de los beneficios logrados en años recientes en esta materia a partir de lo que se conoció como Obamacare, la reforma al sistema de salud impulsada por el presidente Barack Obama.
Otras organizaciones y analistas independientes han señalado que el efecto positivo sobre la economía será de corto plazo y que en el mediano plazo Estados Unidos crecerá menos como resultado de una carga fiscal más elevada. Cabe recordar que la lógica de la propuesta de Trump se basa en las falacias analíticas de lo que en su momento se conoció como “economía del lado de la oferta” (supply side economics) y que economistas reconocidos consideran una especie de “economía vudú” o charlatanería pura.
El plan fiscal aprobado también incluye un impuesto de 1% a todas las remesas en efectivo o similares. Cabe recordar que este impuesto se fue diluyendo desde una propuesta inicial de 5%, la cual se redujo posteriormente en la Cámara de Representantes a 3,5% y que finalmente se redujo en el Senado a solo 1%. Este impuesto, al aplicar únicamente a las transferencias en efectivo o a través de giros postales o cheques de caja, muy probablemente recaudará mucho menos de lo originalmente previsto aunque, por otro lado, podría contribuir a una mayor inclusión financiera de la población inmigrante en la búsqueda por evitar pagar el impuesto. De cualquier manera, es evidente que la mayor parte de la carga de este impuesto recaerá en la población migrante de menores ingresos y más vulnerable.
La combinación de las políticas económicas trumpistas (una política arancelaria proteccionista y una política fiscal irresponsable) ha provocado a lo largo del año una continua depreciación del dólar. Esto se debe a que los inversionistas perciben a una economía estadunidense menos competitiva y más endeudada en el futuro, por lo que su confianza en el dólar ha disminuido. Por ello, no es casual que el dólar se ha depreciado en cerca de 15% contra el euro en lo que va del año y en cerca de 10% con respecto al yen japonés y la libra esterlina.
Esta mala combinación de políticas públicas también ya se ha visto reflejada en un menor interés en tener bonos de largo plazo de Estados Unidos y, por ende, se ha traducido en un aumento en las tasas de interés de largo plazo que deberá pagar el Tesoro estadunidense. Esto, a su vez, ya se tradujo en una disminución en la calificación de la deuda pública estadounidense por parte de la agencia calificadora Moody’s.
En síntesis, el gran y hermoso plan fiscal de Trump en realidad podría terminar siendo un gran y desastroso plan que solo traerá mayores déficits, más deuda, mayor costo financiero de la misma, menos crecimiento y mayor desigualdad. Con todo y todo, y con las elecciones de medio término a la vuelta de la esquina, no es del todo descabellado pensar que los efectos positivos de corto plazo pudieran terminar beneficiando al presidente Trump a pesar de los posibles efectos negativos de mediano y largo plazo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.