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Elección judicial
Columna
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La elección más transparente

Desde un principio nos dijeron que iban por el dominio de todos los órganos de impartición de justicia del país y con sus actos así lo evidenciaron

Elección judicial
José Ramón Cossío Díaz

A diferencia de lo que muchas personas opinan, el pasado proceso para elegir a un número muy importante de juzgadores federales y locales, fue completamente transparente. A diferencia de algunas críticas, en ningún momento se ocultó la intención de López Obrador de someter la judicatura nacional a los designios y vaivenes de su así llamada cuarta transformación. No hubo ocultamiento por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum, ni de los partidos políticos que la postularon, respecto a la conclusión de los designios de su antecesor. En ningún momento se escondieron las motivaciones de los diputados y senadores que convocaron a algunos foros de pretendida discusión, o elaboraron los dictámenes que ellos o sus sucesores aprobarían. Nunca se pretendió cubrir la búsqueda de los votos necesarios para reformar la Constitución, ni las presiones al remedo de tribunal de justicia electoral que elevó la sobrerrepresentación.

Nada se hizo tampoco para cubrir —ni siquiera en las apariencias— la conformación de los comités de selección de los poderes Legislativo y Ejecutivo federales. La integración de cada uno de ellos y los vínculos de sus miembros con los poderes públicos o partidistas no se invisibilizó. Por el contrario, abierta y enfáticamente se mostraron las líneas de lealtad con las correspondientes personas o grupos oficialistas.

Nunca se buscó tapar la cadena de errores y omisiones en los procesos de selección. Las tómbolas y sus rebotantes pelotitas estuvieron a la vista de todos en el recinto senatorial. Así como también lo estuvieron las asignaciones de las personas postulantes mediante una lista a la que nadie tuvo acceso.

En la pasada elección nunca se ocultaron las acciones del Instituto Nacional Electoral para posibilitar la elección del 1 de junio de 2025. Pudimos apreciar la transformación de los circuitos judiciales en distritos generados por él. A la vista de todos estuvieron las confusas boletas, el acuerdo para no destruir aquellas que no se hubieran utilizado, la prolífica repartición de acordeones debidamente impresos y puntualmente marcados, o las decisiones para contar los votos en algún lugar.

Si consideramos lo acontecido entre el 5 de febrero de 2024 y, al menos, el 2 de junio de 2025, no podemos sino aceptar y tal vez hasta maravillarnos por la enorme transparencia de todo lo hecho en esos días en lo que a la elección judicial corresponde. En ningún momento se ocultó nada de lo que se estaba pretendiendo lograr y lo que se hizo para alcanzarlo. Cosa distinta es que si por ingenuidad, intereses o desidia, no se quiso entender lo que a la vista de todos estaba sucediendo.

Los resultados de la elección comprueban que todo aquello que veíamos en realidad estaba aconteciendo. Que no había nada en distinto en una especie de mundo paralelo o detrás de un telón. Basta mirar a los ganadores de las posiciones judiciales en disputa para darnos cuenta de la relación entre aquél deseo presidencial y los resientes resultados electorales. En el medio están, desde luego, las muchas y visibles irregularidades, así como sus aparentes resoluciones, las coincidencias entre los ganadores con los militantes y cercanos, los acordeones, los acarreos y los vencedores en la contienda.

La elección judicial del 1 de junio de 2025 es un ejemplo de transparencia. Los titulares de diversos poderes y órganos públicos nos mostraron sus intenciones, acciones, procederes, acuerdos y celebraciones. En cuanto a ello, nada hay que reprocharle a esa elección. Desde un principio nos dijeron que iban por el dominio de todos los órganos de impartición de justicia del país y con sus actos así lo evidenciaron.

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