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Claudia Sheinbaum
Columna
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¿Podrá Claudia Sheinbaum?

El reto para la presidenta reside en que la concentración del poder necesaria para incidir en la distribución social no inhiba el crecimiento

claudia sheinbaum
Jorge Zepeda Patterson

¿Podrá ser el Gobierno de Claudia Sheinbaum una respuesta? El mundo se debate en la búsqueda de un modelo económico que concilie crecimiento con equilibrio social. Opuestos irreconciliables hasta ahora, salvo en breves y ocasionales momentos. Ahora mismo, tras un largo periodo de globalización y neoliberalismo, en que el péndulo favoreció el crecimiento de los de arriba, pasando factura a los de abajo, el fantasma del populismo recorre al planeta.

Personajes carismáticos de izquierda o de derecha, por lo general outsiders de la clase política tradicional, ganan elecciones a partir del resentimiento acumulado entre los dejados atrás. Llámense Trump, Boris Johnson, Bolsonaro, Lula, López Obrador, Bukele o Milei, han intentado gobernar a contra pelo del orden institucional construido en las últimas décadas.

Cada uno con su propio estilo, han buscado introducir cambios reivindicativos en favor de los sectores populares que los eligieron, unos con poco éxito, otros con algunos resultados. Sin embargo, habrá que reconocer que este impulso pendular en favor de una redistribución social, no ha sido favorable para el crecimiento. López Obrador consiguió sacar de la pobreza a 9 millones de mexicanos, pero la economía prácticamente se estancó a lo largo del sexenio (0.8% anual promedio, tasa inferior al crecimiento demográfico). En el caso de Boris Johnson y Bolsonaro el resultado fue aun peor, porque no consiguieron ni una cosa ni la otra, y probablemente también sea ese el impacto de Trump en Estados Unidos.

En suma, el mundo parece no tener respuestas para este doble desafío de crecimiento con equilibrio social y regional. Por eso es que podría ser interesante la experiencia de México. Nuestro país experimenta una singularidad. ¿En qué sentido? En otros países el intento populista carismático aun está en marcha, en otros fue vencido en las urnas (Boris Johnson y el primer Trump), en Brasil a un populismo de derechas siguió uno de izquierdas. En México, en cambio, el líder carismático fue reemplazado por un cuadro profesional, Claudia Sheinbaum, genuinamente preocupada por el crecimiento del país.

Izquierda con Excel y CEO de la administración pública, he titulado artículos anteriores para referirme a esta inusual mezcla de compromiso ideológico revestido con una aproximación moderna, racional y científica. Atributos, estos últimos, que era común encontrar en los gobiernos tecnócratas favorables al modelo neoliberal que proliferó en América Latina en los últimos veinte años; pero ausentes en la ola de líderes populistas que tomaron el poder en los últimos lustros (Lula, Evo Morales, López Obrador, Correa, Hugo Chávez, Petro, entre otros). Los primeros carecían de conciencia social en su empeño de privilegiar a la economía sobre la política, los segundos desfavorecieron el crecimiento en su afán de subordinar la economía a la política.

¿Puede Claudia Sheinbaum ofrecer algo diferente a esta dicotomía? Ojalá, porque México está llegando a un límite. Los niveles de desigualdad de nuestro país están entre los más pronunciados en los países occidentales (apenas al nivel de algunas naciones centroamericanas y africanas) y, a menos que se atenúe, el riesgo de inestabilidad social es considerable. Pero, al mismo tiempo, no hay ingresos públicos que alcancen para provocar un mejor reparto si no propiciamos un crecimiento sostenido del empleo. Ninguno de los dos péndulos por sí mismo nos resuelve el problema. Distribuir sin crecer no es posible más allá de lo logrado por López Obrador; el poder adquisitivo creció gracias a la derrama social y al incremento en los salarios mínimos; pero las finanzas públicas no dan para mucho más. Del otro lado, todo crecimiento que no produzca mejor distribución terminaría por desbordar la paz social. En 2018 la inconformidad encontró una vía para expresarse en las urnas; en 2024 la esperanza recibió una extensión sexenal, pero tal bono no será indefinido, como claramente lo dejan ver las exigencias del sindicato magisterial de la CNTE, por ejemplo, superiores a las posibilidades del gobierno.

Con Sheinbaum México tiene una doble ventaja respecto a otras naciones que han pasado por esta búsqueda de carácter populista. Por un lado, es un relevo que mantiene intacta su popularidad, lo cual ofrece amplios márgenes de legitimidad para introducir cambios. No es poca cosa, porque la mayoría de los gobiernos del mundo padece altos niveles de desaprobación. En una entrevista reciente Slavoj Žižek, el provocador filósofo esloveno, decía que para los tiempos convulsos que vivimos los gobiernos de populismo carismático, nos guste o no, son más eficientes para tomar decisiones rápidas y eficaces que los gobiernos democráticos tradicionales, empantanados en consultas y contrapesos paralizantes. Que la 4T además tenga amplia popularidad constituye un bono operativo.

El reto para Claudia Sheinbaum reside en que la concentración del poder necesaria para incidir en la distribución social, muchas veces a contrapelo del mercado que genera desigualdad, no inhiba el crecimiento. Romper con la tendencia en la que parecen atrapados los gobiernos de corte popular, poco propicios a la inversión privada y, por ende, a la generación de empleos.

Al respecto habría que decir que la trayectoria profesional y la personalidad de Sheinbaum ofrece un optimismo moderado.

Los críticos de la 4T podrían decir que la única manera de generar la inversión es mediante un gobierno más cercano a la iniciativa privada. No parecen ver el riesgo que esa opción desencadena en materia de inestabilidad. La peculiar oportunidad que hoy tiene México reside en la popularidad de un gobierno que, por el momento, no corre el riesgo de ser rebasado por la izquierda. Puede permitirse un acercamiento al capital con toda la legitimidad política que le ofrece su popularidad. Una ventana de oportunidad que podría no extenderse indefinidamente.

Cuadrar el círculo, conciliar los contrarios (crecimiento con distribución) no es tarea sencilla y no hay ninguna garantía de que el segundo piso de la 4T consiga avances sustanciales en este difícil camino. Y, con todo, tiene fortalezas a la vista. Amenazas también: Trump, la inseguridad, el contexto económico desfavorable, los enemigos dentro. Pero ese es otro artículo.

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Sobre la firma

Jorge Zepeda Patterson
Escritor y analista político. Ha sido director del diario 'Siglo 21' y 'Público' en Guadalajara y de 'El Universal' en México. Fundador del digital Sinembargo.mx. Premio Moors Cabot por la Universidad de Columbia y premio Planeta por su novela. Autor de 14 libros, con traducciones a 20 idiomas
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