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México y EE UU perfilan un nuevo acuerdo de seguridad, migración y comercio en la última milla de la prórroga arancelaria

El Gobierno de Sheinbaum confía en “llegar a buen puerto” en las negociaciones con Washington que se llevarán a cabo durante los primeros días de noviembre

Karina Suárez

México busca desactivar, una vez más, la bomba arancelaria de Trump con un nuevo acuerdo de colaboración en seguridad, migración y comercio. La próxima semana vence la tregua dada por Donald Trump para aplicar un aumento tarifario del 25% al 30% sobre las exportaciones mexicanas fuera del TMEC. En la antesala del fin de esta pausa, ambos países alistan una serie de compromisos para atajar la migración, el tráfico de drogas, en particular el fentanilo, y el arribo de importaciones asiáticas a Norteamérica. Desde la Secretaría de Economía se prevé que este nuevo acuerdo binacional se cierre durante la primera semana de noviembre, en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), que se celebrará del 31 de octubre al 1 de noviembre en Corea. “En APEC tenemos varias reuniones y necesitamos ver qué posicionamiento va a tomar el presidente Trump (sobre los aranceles), después de eso ya puedo informar en detalle qué va a suceder”, declaró escuetamente el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, tras participar en Ciudad de México en el Global Investors Symposium del Instituto Milken.

Horas antes, en este mismo foro, el subsecretario de Comercio Exterior de Economía, Luis Rosendo Gutiérrez, se expresó con confianza sobre las negociaciones con Washington. “Creemos que vamos a llegar a muy buen puerto la primera semana de noviembre. Se van a cerrar acuerdos con Jamieson Greer (titular de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos) que reflejan avances importantes en seguridad, frontera y competitividad comercial”, expresó Gutiérrez.

Fuentes allegadas a estas mesas de trabajo han confirmado a EL PAÍS que se han puesto sobre las mesas binacionales desde una mayor vigilancia migratoria en el Río Bravo hasta la imposición de más aranceles desde México a los productos asiáticos, principalmente, de sectores clave como el automotriz, telecomunicaciones y electrónicos. Las opciones están aún sobre el tablero, sin embargo, se alinean a las principales preocupaciones dictadas desde Washington: cerrar el paso al narcotráfico desde México, contener el freno migratorio ilegal en su frontera sur, así como frenar el arribo de algunas importaciones asiáticas. En contraparte, la Administración de Sheinbaum busca conservar y mejorar el llamado “trato preferente” que hasta ahora le ha concedido EE UU respecto a los aranceles impuestos a otros países.

El secretario Ebrard comentó esta semana en esta misma línea durante su comparecencia en la Cámara de Diputados. En su opinión, las negociaciones arancelarias con Washington tenían un avance de 90%. En el 10% restante se ubicaba el arancel sectorial de 50% que pesa aún sobre la industria siderúrgica mexicana. México busca un descuento en la tarifa, así como en el arancel que Washington amenaza sobre los camiones de carga. El titular de Economía reconoció que si en un inicio el tráfico de fentanilo centró la discusión con sus homólogos estadounidenses, ahora las conversaciones han migrado sobre cómo garantizar la seguridad en las cadenas de suministro de la región.

A este complejo cruce de agendas se suma la próxima revisión del TMEC, prevista para julio del próximo año. La embestida proteccionista de Trump ha puesto en duda la permanencia del acuerdo. El republicano ha amenazado con dinamitar el convenio si este no resulta beneficioso para su país. En la última tregua arancelaria concedida a México, el pasado 31 de julio, el Gobierno estadounidense comprometió a su contraparte mexicana a llegar a un nuevo acuerdo comercial en 90 días. Sobre el avance de este diálogo sobre el TMEC, Ebrard se mostró optimista. “Ya tenemos estos cimientos de confianza, de diálogo, tenemos problemas comunes, no hay manera de competir con Asia, si no tenemos una coordinación entre los tres países (Canadá, México y EE UU)”, indicó el funcionario.

Del acero y aluminio, a los automóviles, pasando por los tomates, Washington ha asestado varios golpes comerciales a las exportaciones mexicanas. A contracorriente y a marchas forzadas, el gabinete de Sheinbaum ha tenido más de 80 reuniones con Washington para intentar negociar estas medidas. A la fecha solo han conseguido algunas victorias como las pausas arancelarias y el descuento en la tarifa sobre los automóviles foráneos, proporcional al contenido estadounidense.

A días de conocer los resultados de estas negociaciones entre México y EE UU, el muro proteccionista de Trump ha colocado a la economía mexicana en un estado latente de incertidumbre. Las exportaciones mexicanas a EE UU siguen su cauce, sumando más de 309.000 millones de dólares en los primeros siete meses del año, sin embargo, las actividades de manufactura y construcción han ralentizado su dinamismo. Aunque la Administración Sheinbaum aún perfila un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de, al menos, 1,8% para 2025, el consenso de los analistas y organismos multinacionales apuntan a un alza de menos del 1%. Más del 80% de las exportaciones mexicanas tiene como destino el mercado estadounidense y cualquier cambio de dirección en este río de recursos tiene una amplia repercusión en la economía mexicana.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es periodista de EL PAÍS en México. Cubre temas de economía. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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