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Harfuch descarta alianzas en Sinaloa entre los Chapitos y el Cartel Jalisco Nueva Generación

El secretario de Seguridad se muestra prudente sobre la desintegración del Cartel de Sinaloa, que aún tiene importantes células activas

 Autoridades aseguran la zona de un enfrentamiento en Culiacán, en septiembre de 2024.

“No hay ningún indicio de una alianza entre estos grupos criminales [Los Chapitos y el Cartel Jalisco Nueva Generación]”, ha asegurado contundente este miércoles Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, durante la conferencia diaria de Presidencia. El funcionario ha concedido la existencia de narcomantas en las que se leía que la facción del Cartel de Sinaloa de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán se estaba reforzando con miembros del cartel jalisciense (CJNG), pero que la hipótesis es que se trata de un engaño, un intento de amedrentar a los grupos rivales. “No ha habido ninguna detención que confirme esta alianza”, concluyó. El Cartel de Sinaloa vive una suerte de guerra fratricida entre Los Chapitos y sus rivales, los hijos de Ismael El Mayo Zambada, desde hace casi un año, con consecuencias terribles para la población del Estado.

También a finales de julio las autoridades se incautaron de varios chalecos antibalas con las siglas CJNG en Culiacán (Sinaloa). Esto alimentaba la idea de que miembros de este grupo habían llegado a Sinaloa, máxime después de que la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, señaló en un comunicado una posible alianza con Los Chapitos y de que se vieran en redes sociales vídeos de criminales en la zona con esas siglas.

Omar García Harfuch, en el Palacio Nacional de Ciudad de México.

En una semana marcada por el inicio en Estados Unidos del juicio a Zambada y su admisión de culpabilidad de los cargos de conspiración y de dirigir el cartel de Sinaloa, Harfuch se ha negado a darle la extremaunción a la organización. “Nunca ha tenido un líder como tal, sino que tiene varias ramas: una era de Ismael, otra de El Chapo, después los hijos, El Guano, que es el hermano de El Chapo, El Chapo Isidro…”, ha enumerado, “no puede darse por terminado [el cartel], porque hay varias células con líderes muy importantes que tienen que ser detenidos”. Eso sí, “hay ciertas facciones que están mermadas”.

El juicio de Zambada ocurre a dos semanas de cumplir un año de la peor consecuencia de su extraño viaje a Estados Unidos: el inicio de la guerra interna en el Cartel de Sinaloa. Este conflicto, que tiene atemorizado al Estado—principalmente Culiacán, pero con ramificaciones a otros municipios—, lo desató el secuestro y traslado del Mayo, traicionado para ello por los hijos del Chapo Guzmán. Los herederos del Mayo, la Mayiza, se declararon en guerra contra ellos. De septiembre a finales de julio, el conflicto ha causado unos 1.600 asesinatos y 1.800 personas desaparecidas, más la parálisis social y económica.

Ismael Zambada, durante su juicio, en una ilustración de la corte de Brooklyn.

En su escrito de aceptación de culpabilidad, Zambada aseguró haber sobornado durante años a autoridades mexicanas de todos los niveles. “La organización que encabecé alentó la corrupción en mi país al pagar a policías, comandantes militares y políticos que nos permitieron operar libremente”, leyó El Mayo delante del juez Brian Cogan. Este es el mismo magistrado que procesó a Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública de México durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), y sentenció a El Chapo Guzmán a cadena perpetua.

A pregunta expresa durante la conferencia, Harfuch aseguró que, hasta donde llegaba su información, ni marinos ni militares ni funcionarios federales habían recibido dinero de Zambada. Esa misma pregunta, pero el martes, enfadó a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. “¿A quién le daba dinero, de acuerdo con lo que planteó? Tendría que haber una denuncia en particular, ¿no?”, dijo en Palacio Nacional.

El Mayo y El Chapo eran las grandes cabezas del Cartel de Sinaloa, considerado por Estados Unidos como el principal culpable de la producción y tráfico masivo de fentanilo y demás drogas a su territorio. La organización lleva operando desde finales de los años 80 del siglo pasado. Aunque ahora los dos capos están en penales estadounidenses y con perspectiva de no salir vivos, ambos obtuvieron fama y fortuna por mercadear con las autoridades mexicanas para operar sin cortapisas. En el caso de Guzmán, logró fugas de dos prisiones de alta seguridad; El Mayo tuvo que ser vendido por su propio ahijado para poder ser capturado.

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