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Los bulos y el crecimiento urbano desmedido acechan al teporingo, el conejo de los volcanes del centro de México

El mamífero, una especie endémica que habita únicamente en las montañas del centro del país, es conocido desde tiempos prehispánicos por su talla pequeña y orejas cortas

Un teporingo en cautiverio, en octubre de 2018.
Alejandro I. López

El teporingo (romerolagus diazi), un conejo silvestre de pelaje pardo y medio kilo de peso que habita en las montañas y los bosques del centro del país, es el protagonista del último bulo viral en México. A mediados de agosto, las búsquedas en Google relacionadas con esta especie alcanzaron un pico inédito, impulsadas por un conjunto de publicaciones que aseguraban que el conejo de los volcanes había sido declarado extinto. A la primera publicación al respecto, una imagen compartida en Facebook que acumula cientos de miles de reacciones, le siguió una espiral desinformativa en forma de videos en TikTok y publicaciones en Instagram que lamentan su supuesta desaparición; sin embargo, se trata de una noticia falsa que data de 2018, cuando la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (CONANP) salió al paso para desmentir su extinción.

Si bien el teporingo es una especie amenazada de acuerdo con la clasificación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y considerada en peligro de extinción por la Secretaría de Medio Ambiente (SEMARNAT), no ha sido declarado extinto por ningún organismo nacional o internacional. El último cálculo de la UICN, que se remonta a 2019, estima su población en unos 7.000 individuos maduros en descenso y considera las laderas de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, al este de la capital, como el sitio donde se concentran la mayoría de ejemplares.

El teporingo es una especie endémica que habita únicamente en México y cuya distribución se limita a las zonas altas del centro del país, una región definida por el Eje Neovolcánico, la cordillera que va del Pacífico al Golfo y concentra las montañas más altas del territorio nacional. De apenas 30 centímetros de longitud y patas cortas, su escurridiza presencia es un indicador de la salud del ecosistema y las redes tróficas de los bosques y matorrales: a la vez que se alimenta de pastos y raíces regulando su crecimiento, también forma parte de las dietas de depredadores como aves rapaces, coyotes, linces o serpientes.

De acuerdo con la UNAM, este mamífero se distribuye en cuatro áreas principales: las faldas de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, el Cerro Tláloc, el Volcán Pelado y el volcán Tláloc; todas localizadas en el extrarradio del Valle de México. Identificado desde tiempos prehispánicos por su tamaño y agilidad para correr entre el zacatón, una especie vegetal que caracteriza a los paisajes de alta montaña del centro de México, el teporingo es también conocido como zacatuche, una voz náhuatl compuesta por las palabras zacatl (zacate) y tochtli (conejo).

Al margen de la crisis climática, la cacería (destinada al consumo gastronómico y prohibida desde hace cuatro décadas) y la deforestación, la amenaza principal que enfrenta el teporingo es el cerco alrededor de su hábitat, provocado por el crecimiento desmedido de las manchas urbanas cada vez más próximas a los bosques de pinos y encinos y los matorrales donde habita. Además del Valle de México, la UNAM también identifica a la zona urbana de Chalco, Amecameca y Tlalnepantla y la formada por Cuernavaca, Tepoztlán y Cuautla como las principales amenazas al área de distribución de esta especie.

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Sobre la firma

Alejandro I. López
Es editor SEO en EL PAÍS México y América. Antes en National Geographic en español, Architectural Digest y Muy Interesante. Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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