Ir al contenido
_
_
_
_

Omar Torres, el montañista perdido en el Iztaccíhuatl rescatado gracias a Facebook

La montaña se ha cobrado en el último mes la vida de un adolescente y una joven de 19 años lleva un mes desaparecida en el Ajusco

Omar Torres en el parque Ecoturístico Dos Aguas, el 1 de agosto.
Jorge Vaquero Simancas

Era la segunda ascensión de Omar Torres al Iztaccíhuatl por su cara norte. Más de 20 años en el montañismo, un deporte de riesgo que a su vez es la vía de escape del hombre de 44 años. Excepto por momentos como el que vivió el 31 de julio, cuando lo “atrapó” la neblina y se perdió. Horas más tarde subiría las fotos a un grupo de senderistas en Facebook y un equipo de rescate lo sacó de las cercanías del volcán dos días después de comenzar su ruta.

Un desenlace que otras personas aficionadas a esta actividad no encontraron. Paolo Guerrero, de apenas 14 años, murió el pasado 19 de julio cuando trataba de ascender los 5.230 del mismo volcán que Torres. Ana Ameli García lleva desaparecida desde el 12 de julio, cuando salió a hacer una ruta de senderismo en el Ajusco.

Ellos iban solos, al igual que Torres. “Sí, he ido en ocasiones con cuates o grupos. Pero prefiero ir a mi ritmo. Me gusta hacer mis ascensos sin detenerme, con pocas paradas y seguir mi plan”, explica por llamada telefónica.

Le agarró el gusto al montañismo desde que se mudó a Ixtapaluca, en el Estado de México, por la cercanía de los volcanes, las montañas y los cerros. También por la condición física que mantiene desde joven, cuando ganó la medalla de plata en los 100 metros lisos de los Parapanamericanos de 2007 en Río de Janeiro. Su discapacidad por la que no puede mover el brazo derecho no le impide disfrutar del senderismo a su nivel más extremo.

El equipo de rescate usó motocicletas para su búsqueda.

El miércoles 30 de julio salió temprano, como hace una vez al mes, a la montaña. Desde el pueblo de San Rafael, en el municipio de Tlalmananco (Estado de México), 18 kilómetros con un desnivel de 3.000 metros lo separaban de la tercera cumbre más alta del país. Había mirado la climatología, vital en la montaña, y solo daban un poco de lluvia el viernes.

Un dulce esfuerzo. Alrededor de él los paisajes del Parque Nacional Iztaccíhuatl - Popocatépetl. Riachuelos con el agua de la nieve que se derrite en las montañas, verdes pinos y oyameles que alcanzan hasta donde llega la vista, las excéntricas formas de la roca volcánica. Y todo ello a apenas 30 kilómetros de la megaurbe de 24 millones de personas.

Pasó la noche en el refugio Chalchuapan, a unos 200 metros del cuello del Iztaccíhuatl, donde inicia la escalada con crampones y piolets. “Cuando desperté a las 6 de la mañana, las condiciones del clima ya no me dejaron hacer cumbre. Así que descendí, y me atrapó la neblina”, explica Torres.

Con casi nula visibilidad seguía el sendero que había andado el día anterior al pie de la letra. Hasta que se le cruzó un buey. “Lo vi a distancia y creo que el no querer pasar junto al torito me sacó del camino”, recuerda. “Caminé buscando el sendero cerca de seis horas, probablemente en círculos. Estaba totalmente perdido. Las paredes estaban muy verticales, se volvió muy peligroso y decidí subir lo más alto que pudiera para sacar las fotos”, añade.

Esperó a que clareara, sacó el móvil y tomó unas imágenes sobre las cuatro de la tarde del jueves 31 de julio. Tenía cobertura y las subió al grupo de Facebook “Senderismo CDMx”, con 168.000 miembros. “Estaba tranquilo, porque mi mujer y mi hijo me monitoreaban desde casa”, argumenta el hombre de 44 años.

Guardó el móvil para ahorrar batería y decidió montar su tienda de campaña para dormir. “Por la noche cayó una tormenta fuerte con lluvias, relámpagos y rayos que cimbraron el piso. En ese momento sí sentí miedo. Dije, hasta aquí llegué”, explica el hombre.

El instinto de supervivencia le hizo sacar la botella de agua para recolectar las gotas que caían. También llevaba carne de res, manzanas, huevos cocidos. Mientras comía de noche en su tienda, en la publicación que había subido horas antes a Facebook se desataba un debate sobre lo que estaba bien o mal en el montañismo.

Omar Torres, rescatado el 1 de agosto de 2025.

“Recibí indicaciones útiles como ahorrar batería del celular y no moverme del lugar donde estaba. Pero algunos comentarios fueron groseros y no aportaban nada”, explica el hombre que leía cuando encendía la pantalla durante unos segundos. Uno de esos comentarios era el del equipo de Rescate Agreste San Rafael, que le pidió a Torres que no se moviera, aunque él no lo vio.

El montañismo en México ha generado una fuerte discusión sobre quienes quieren disfrutar de la naturaleza en paz y quienes piensan que cualquiera sube a la montaña. “Omar no te sientas mal, cualquiera puede desorientarse” decía un mensaje en la publicación. “Pues si no eres profesional, no deben de arriesgarse. Ponen en peligro su vida y la de los rescatistas”, escribía otro.

En México no hay registros de los accidentes que ocurren en la práctica de este deporte de riesgo. Pero sí abundan las noticias de grupos de personas abandonadas por supuestos guías de montaña, de otras que pierden la vida intentando ascender y, también, de los que son asaltados en plena ruta.

La montaña no es un lugar turístico”, comentaba a este periódico en febrero de 2024 el presidente del Club Alpino Mexicano. Un lugar, el de las cumbres, que desde la covid-19 muchas personas se lanzaron a alcanzar sin apenas preparación y que deja cada año numerosos accidentes.

—Omar, ¿eres tú?, escuchó Torres entre la niebla.

—Sí, acá estoy.

—¿Estás lesionado? ¿Te duele algo?

—No, gracias a dios están [los rescatistas] aquí.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge Vaquero Simancas
Periodista de La Gomera, ahora reportero de EL PAÍS en México. En Ciudad de México hizo sus prácticas del Máster de Periodismo de EL PAÍS para cubrir temas sociales, de movilidad y migración. Antes estudió Periodismo en la Universidad de La Laguna.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_