De los 32 detenidos a una refinería clandestina: los golpes al huachicol para frenar el tráfico de gasolina
Los esfuerzos del Gobierno de Sheinbaum y EE UU para enfrentar el negocio ilegal de combustible se materializan en una larga lista de decomisos y arrestos en lo que va de año


La guerra al huachicol es una de las prioridades en seguridad de la presidenta de México, Claudia Sheiunbaum, y la Administración de Donald Trump en Estados Unidos. Así lo han demostrado la lista de operativos para combatir el contrabando de gasolina ilegal que ha dejado un reguero de decomisos y detenciones a pequeña y gran escala las últimas semanas. Desde la clausura de una refinería clandestina en Veracruz hasta la desarticulación de una de las principales organizaciones dedicadas al huachicoleo con 32 detenidos, los golpes a las redes de robo y venta de combustibles ilícitos no cesan y visibilizan la extensión de unos de los grandes males que aquejan al país.
El primer ataque del año a las redes de contrabando de combustibles marcó la ruta de los operativos que les seguirían los siguientes meses. La detención de 27 personas de un “grupo generador de violencia” en el corredor del huachicol del noreste de México fue el toque de salida a toda una estrategia que ha ido sumando decomisos inéditos a lo largo de 2025. El primero llegó en marzo, con 10 millones de litros de diesel confiscados de un buque que venía de Texas y que estaban almacenados en “el terreno de una empresa de fletes”, en la ciudad de Altamira, en Tamaulipas. Unos días antes, el Gobierno mexicano había incautado ocho millones de litros de hidrocarburo en Ensenada, Baja California. Ambos hitos coincidieron con la visita de la secretaria de Seguridad de Donald Trump, Kristi Noem, a México y su reunión con Sheibaum para tratar las prioridades de las operaciones en la frontera.

Sin embargo, la carrera contra el huachicol comenzó a apretar en mayo. La policía de Guanajuato detuvo a final de mes a 11 agentes de la Guardia Nacional que fueron sorprendidos custodiando un tractocamión que sustraía hidrocarburo de una toma ilegal. Cuando llegaron los oficiales, la manguera todavía estaba conectada mientras la rodeaban vehículos oficiales. Cuatro días después, los medios se llenaron de una imagen que repetían en bucle: una bodega en Tabasco que resguardaba millones de litros de combustible en 3.904 bidones apilados unos encima de otros y que se extendían como un manto por un predio de tierra del que entraban y salían camiones. “Toda esta investigación nos está llevando a varios aseguramientos de combustible”, dijo entonces la presidenta. Dos semanas antes, el gobierno notificó otro decomiso importante de 1,5 millones de litros de hidrocarburo y máquinas para procesar petróleo crudo, en esa misma entidad.
El mercado negro de combustibles resulta en un quebranto para el Estado mexicano de unos 177.000 millones de pesos al año, unos 9.200 millones de dólares, de acuerdo con los cálculos de especialistas. El huachicol fiscal, el delito derivado del robo físico de combustibles a Pemex, empezó con pinchar ductos de la petrolera para revender el producto, pero ahora alimenta a un entramado de organizaciones a gran escala. Los grupos dedicados a este delito tiene vínculos con gasolineras asociadas, hacen tratos con las autoridades aduaneras, cuentan con agentes de la policía involucrados y tienen socios del otro lado de la frontera que compran el hidrocarburo de procedencia ilícita. La ganancia del comercio entre México y EE UU en combustibles es un codiciado botín para grupos del narcotráfico como el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Desde que el Departamento del Tesoro puso en su lista de prioridades este delito, las sanciones no se han hecho esperar. En septiembre pasado, un puñado de personas y empresas fueron sancionadas por su presunta participación en una trama de contrabando de combustibles y en mayo volvió a señalar a un puñado de personas por este delito.
La sofisticación de las redes de contrabando quedó en evidencia hace un par de semanas, cuando Harfuch anunció el desmantelamiento de una refinería clandestina, que operaba en el municipio de Coatzacalcos, Veracruz, y de donde se recuperaron más de 500.000 litros de crudo. Los criminales habían reconvertido una planta destinada al tratamiento de residuos industriales en una fábrica donde procesar ilegalmente hidrocarburos como diésel artesanal, nafta ligera, solventes y combustóleo. La noticia coincidió con el decomiso de 1,2 millones de litros de hidrocarburos en un predio de Allende, en Nuevo León.
El último golpe al huachicol con la detención de 32 detenidos, casi 16 millones de pesos incautados, decenas de vehículos decomisados y hasta animales exóticos rescatados, pone en relieve el trabajo pendiente de las autoridades para frenar la capacidad operativa y financiera de estos grupos. El tráfico de combustible ilegal en la relación bilateral ha escalado posiciones en la lista de emergencias y se ha situado como prioridad junto a la migración y al fentanilo, ya que supone un ingreso en impuestos a las arcas del Estado de miles de millones de dólares anuales.
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