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Un tercio de los mexicanos ha presenciado algún acto de violencia contra el colectivo LGTBIQ+

El 67% de los ciudadanos afirma que ha cambiado su sensibilidad hacia los derechos de las personas homosexuales, según una encuesta de Enkoll para EL PAÍS

Elena San José

México sigue siendo un país incómodo cuando no violento o discriminatorio para las personas del colectivo LGTBIQ+ y la población no es ajena a ello. En vísperas del Orgullo Gay, que sacará de nuevo a las calles a miles de personas para reivindicar su visibilidad y sus derechos, la ciudadanía observa con preocupación la violencia que padece el colectivo LGTBIQ+ en el país. Para el 85% representa un problema importante o muy importante, según una encuesta realizada por Enkoll para EL PAÍS y W Radio, una tendencia que se mantiene con respecto a los años anteriores. La sensibilidad hacia esta cuestión ha crecido y también la capacidad para identificar los episodios de discriminación. Un tercio de los ciudadanos afirma haber sido testigo de algún acto de violencia o marginación contra alguna persona por su orientación sexual o su identidad de género. Además, el 67% de los encuestados considera que en los últimos cinco años ha cambiado su forma de pensar y actuar con respecto a los derechos de esta comunidad, que en México integra a cinco millones de personas (un 5,1% de la población), según el Inegi.

El machismo está estrechamente unido al rechazo por la comunidad gay, por lo que no es extraño que el género y la edad ofrezcan variaciones significativas respecto a esta cuestión. Un 69% de las mujeres consideran que la violencia contra las personas del colectivo es un asunto “muy importante”, frente al 46% de los hombres que lo sitúan en ese nivel de gravedad. Este contraste se observa también, en menor medida, entre las distintas generaciones. Mientras un 68% de los centennials, los más jóvenes, consideran este problema muy importante, entre el 52% y el 56% de los milennials, la generación X y los boomers responden otorgándole ese mismo nivel.

“Cada vez hay más apertura”, dice Heidi Osuna, directora de la casa encuestadora, que realizó 1.003 entrevistas a adultos entre el 13 y el 16 de junio de este año, con un margen de error de +/-3,1%. De hecho, el 75% de los encuestados considera que hoy se respetan más los derechos de los homosexuales que hace cinco años. Con todo, el análisis muestra un cierto repliegue en la aceptación de algunas cuestiones con respecto al año pasado. Por ejemplo, el apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo ha pasado del 85% al 77%. “Yo creo que se debe a que en 2024 hubo un pico por la elección presidencial. Durante un mes, todos los candidatos fueron muy políticamente correctos, era un tema muy visibilizado por las campañas electorales”, explica Osuna, quien, sin embargo, advierte gran similitud entre las cifras de la presente encuesta y las de 2023, o incluso una mejora.

Mario Bustamante, coordinador del comité que organiza el Orgullo en Ciudad de México este año, apunta una clave que permite matizar el escenario. “Depende mucho de dónde vives. Hay Estados que son muy difíciles para las personas de diversidad sexual: los Estados del norte, con culturas muy machistas, o Estados muy religiosos, como Puebla”, dice el activista, que completa: “La Ciudad de México es un oasis de derechos ganados”.

El lenguaje inclusivo, con menos apoyo que las cuotas

Los mexicanos tienen, de acuerdo con la encuesta, opiniones dispares sobre algunas cuestiones específicas relacionadas con la diversidad sexual. La prohibición de las terapias de conversión o reorientación sexual aúna el acuerdo de una amplia mayoría (61%), al igual que la asignación de puestos de gobierno exclusivos para personas del colectivo (60%). En contraste, quienes dicen estar de acuerdo con el uso del lenguaje inclusivo no llega al 40%. “He hecho otras encuestas sobre este tema, por ejemplo, para el 8M (Día Internacional de la Mujer Trabajadora), y he observado que el lenguaje no es identificado como un problema. El problema es sufrir acoso o cobrar menos”, explica Heidi Osuna.

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“Es una cuestión nueva, más reciente, y hay gente que se siente atacada”, completa Mario Bustamante: “Creo que el tema está en que la gente entienda que no se trata de imponer un lenguaje sino más bien que aprenda que existen otras formas” con las que algunas personas se sienten más cómodas. Osuna y Bustamante apuntan también a lo incorporado que se tienen en el día a día las bromas homófobas o denigrantes para el colectivo, hasta el punto de no ser conscientes de lo dañinas que son así. Aun así, el 35% de los encuestados menciona las burlas como el principal acto de violencia o discriminación que ha presenciado.

A medio camino entre la aceptación y el rechazo se encuentran otros temas que han despertado una fuerte polémica en los últimos años, como la inclusión de las personas trans en las categorías femeninas de las competiciones deportivas (un 42% está de acuerdo), el acceso a los tratamientos hormonales o de cambio de sexo a partir de la pubertad (49%) o la utilización de los baños según el género con el que cada quien se identifica (53%).

La representación en la ficción, una cuenta pendiente

La discriminación social continúa siendo el principal problema que los mexicanos identifican en esta materia. Un 64% de encuestados lo sitúan en primer lugar, lejos del 10% que mencionan los feminicidios y transfeminicidios, el segundo en una lista que también abarca la falta de apoyo familiar (9%), la falta de oportunidades laborales (4%) o el acoso sexual (2%). Las dificultades de acceso a la justicia, a la salud y a la educación son colocados en primer lugar únicamente por el 1% de los encuestados, cuestiones todas ellas sustantivas.

En el plano simbólico, una amplia mayoría ―el 67%― coincide en que la representación de las personas homosexuales, bisexuales o trans en las series y películas es “estereotipada o exagerada”. Apenas el 28% la considera “auténtica y realista”. “Todavía cuesta muchísimo trabajo contar historias que representen las realidades de las personas de diversidad sexual. No es como en los años 90 o 2000, donde prendías la tele y lo único que encontrabas era, por ejemplo, el personaje chistoso, objeto de burla, pero queda mucho que hacer”, dice Mario Bustamante, quien, sin embargo, vuelve a poner el dedo sobre las cuestiones materiales. “Hay que tener políticas públicas funcionales. Muchas legislaciones están avanzando, pero se quedan en el papel, y así jamás llegan a las personas que caminamos todos los días por la calle”, incide. Es precisamente en las avenidas y el transporte público donde los encuestados dicen haber presenciado más actos de violencia o discriminación. Será ahí donde las autoridades deban enfocar sus esfuerzos si quieren aplacar las agresiones de esta naturaleza.

Metodología

Muestra: 1.003 entrevistas efectivas a personas de 18 años y más.

Fecha: del 13 al 16 de Junio de 2025.

Entrevistas vía telefónica con operador, aplicando un instrumento de recolección (cuestionario) adecuado para los propósitos del estudio.

Selección de la muestra: La muestra es representativa para la República Mexicana. El diseño de la muestra es probabilístico, por conglomerados y polietápico. Las unidades primarias de muestreo (UPM o conglomerados) son conjuntos de hasta 100 números celulares consecutivos con un mismo código de serie y de área, según lo especificado en el Padrón Nacional de Numeración.

Una vez seleccionado un número celular válido, se realizaron al menos 3 intentos de contacto en días y horarios distintos con la finalidad de conseguir una entrevista. Sólo una vez realizados estos tres intentos se reemplazó el número seleccionado. Se plantearon cuotas por el cruce de género y rango de edad para una mejor representación de la población en estudio.

Precisión y confianza: La muestra tiene un error muestral asociado de +/-3.1%, con un nivel de confianza del 95% en los principales indicadores del estudio.

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Sobre la firma

Elena San José
Periodista en la redacción de México. Antes estuvo en la sección de Nacional, en Madrid. Le interesan la política y la cultura, sobre todo la literatura. Es graduada en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca y máster en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid, con especialización en Teoría Política.
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