Ir al contenido
_
_
_
_

Cómo lidiar con el síndrome del príncipe destronado, el momento que muchos padres temen tras tener el segundo hijo

La llegada de un nuevo miembro a la familia puede despertar celos, tristeza o enfado en el primogénito. Acompañar sus sentimientos, emociones y conductas es clave para preservar el vínculo establecido

Síndrome del príncipe destronado
Jorge Marzo Arauzo

El test de embarazo vuelve a dar positivo después de unos años, y un nuevo bebé llegará a un hogar que comparten dos adultos y un niño. Vuelven los preparativos para recibir a un nuevo integrante en la familia, temas burocráticos, peluches, juguetes, ropa de bebé y anuncios a familiares, amigos y alguien a quien la situación le cambiará la vida y su lugar en el núcleo familiar: el futuro hermano mayor. Para él, su posición de único se verá rota para siempre, y sentirá que el trono en el que siempre se ha sentado ya no será suyo, sino del nuevo bebé que viene: es lo que se conoce como el síndrome del príncipe destronado.

“Es una reacción que tiene el hijo primogénito, al venir un hermano o hermana a la familia, que implica cambios emocionales de tipo regresivos. Vuelve a hacer cosas como si fuera más pequeño para llamar la atención, tiene una conducta más disruptiva, su comportamiento también cambia… A nivel emocional está más demandante, cuando era bastante más autónomo. Yo no soy nada partidaria de patologizar porque lo que en realidad pasa es que el niño está reaccionando ante una situación nueva”, lo define Cristina Vidal, psicóloga y directora de Centre Psico Lleida y Tarrega.

La llegada de un nuevo miembro al núcleo familiar supone una vorágine de emociones para todos. Cambian las rutinas, se añaden nuevos utensilios y objetos al hogar, e incluso se pueden reciclar los del hermano mayor. Uno de los mayores factores de que este sufra en exceso es verse apartado de su posición en la familia. “Suele ocurrir en niños o niñas que han vivido la exclusividad de sus padres”, comenta Isabel Postiglioni, pedagoga y experta en comunicación eficiente a nivel familiar.

Postiglioni remarca que los primogénitos, a veces, pueden tener una sensación de abandono: “Un niño pequeño, hasta los seis años más o menos, necesita mucho esa figura de apego que normalmente está más centrada en el nuevo bebé. No tiene por qué ocurrir en todos los menores, porque hay veces que por su propio carácter, la transición o la llegada del nuevo hermano se vive bien, o a lo mejor se denota un poquito y se le pasa enseguida”.

“Pero luego hay niños”, prosigue la pedagoga, “que tienen más temperamento o necesitan más apego por parte de su figura de referencia y estos son los que lo viven peor”. “Es una cosa natural, de supervivencia. No tienen herramientas para poder sobrevivir y tienen que llamar la atención de alguna forma”, añade Postiglioni.

La evolución madurativa de un menor se divide en varias etapas, según la pedagoga, “a los tres años hay un cambio, a los seis, otro, y a los siete u ocho, a más tardar, otro”. Postiglioni explica que si esta llegada del bebé coincide con o entre estas etapas, el pequeño reaccionará distinto: “Por ejemplo, desde el año y medio a los tres, que es la fase de las rabietas, va a haber mucho conflicto. No siempre, porque no todos funcionan igual. Y en más mayores también podría ocurrir. Todo depende mucho de la atención que tiene con su figura de apego y de cuán apegado esté”.

En ciertos casos, los primogénitos pueden sufrir este tipo de problema emocional en el que se siente inseguro, y puede responder a través de lo que se conoce como regresiones o vetas de desarrollo —diferentes áreas o enfoques que se centran en el desarrollo― como las define la pedagoga: “A lo mejor, ya controla esfínteres y deja de hacerlo. Otros síntomas incluyen pesadillas, no tener hambre, llorar más. Cualquier comportamiento no habitual nos va a hacer sospechar”. “Y en el colegio igual”, continúa la pedagoga, “puede volverse más agresivo o tener más ira”. “Muchas veces es la única forma de expresar o hacer que el adulto sienta lo que ellos sienten. Además, que es un cerebro inmaduro. No son capaces de razonar. La rabia es una emoción que sirve para defendernos o atacar”, añade.

La situación de anunciar al hijo de que va a tener un hermano mayor es un momento al que se enfrentan algunos padres.

Anunciar la llegada de un hermano…

La situación de anunciar al hijo, hasta entonces único, de que va a tener un hermano mayor, es un momento al que se enfrentan algunos padres a lo largo de su paternidad. “Mis dos hijas se llevan tres años de diferencia, pero al anunciar a la primera la llegada de la segunda no hicimos realmente nada especial. En el transcurso del embarazo de mi mujer, le hicimos ver la tripa crecer, tocándola, decirle que su hermana iba a ser muy pequeña e iba a tener muchas atenciones”, comenta Francisco Muñoz, padre de ambas niñas.

Muñoz no sabe si su gestión a la hora de que la mayor no se sintiera desplazada fue buena o mala, pero afirma que no ha tenido celos: “Entre toda la familia intentamos que la atención no solo fuera hacia la pequeña. El resto de adultos que nos visitaban, por ejemplo, si le traían una cosa a la pequeña, también otra a la mayor. Que saluden, atiendan y jueguen con las dos”. También aconseja a los padres que van a vivir esta situación que, aunque la pequeña necesite más atención, la otra debe tener, por lo menos, lo mismo que tenía antes.

Sofía Pascual, madre de una niña y un niño, no lo tuvo tan fácil: “Se llevan cuatro años, pero mi hija desde el principio sintió celos de su hermano pequeño. Siempre se negaba a comer según qué alimentos, pero cuando vio que le ofrecíamos algunos de ellos al pequeño que a ella no, porque ya sabíamos que no le gustaban o hasta entonces no había querido probar, enseguida se enfadaba y reclamaba atención y, por supuesto, comida”.

Vidal, la psicóloga, por su parte, alerta de no cargar de responsabilidad al hermano mayor: “Se dice mucho lo de ‘ahora eres el responsable’, y yo no soy partidaria de cargar a niños otros niños, sino más bien: ‘Vas a poder enseñarle, si quieres, aprenderá de ti, podrá jugar contigo’. Si por ejemplo tengo tres, al mayor puedo delegarle algo, pero con mucho sentido común. Depende de la edad que tenga, le estás pidiendo a un niño, que no sostiene la atención porque se distrae con una mosca, que vigile a su hermano pequeño”.

Además, destaca la importancia de contar con familiares a la hora de delegar responsabilidades en la crianza si esto ayuda a gestionar la situación: “Es positivo tener esta tribu de abuelos y suegros que nos ayuda. Pero, por desgracia, criamos mucho más tarde, ahora las mujeres y esas tribus están muy envejecidas. Nuestra generación ha cambiado, ahora es más normal tener un hijo que tres, ahora es más normal tener los abuelos muy mayores”. Por otro lado, Postiglioni considera que es importante tanto una figura de apego del niño como una de apoyo. Por ejemplo, en caso de una familia con padre y madre, recomienda que, si ella está muy apegada al niño, intente delegar algunas tareas en el padre antes de la llegada del hermano menor: “Hacer que las necesidades básicas del hermano mayor se deleguen poco a poco en el padre de manera transitoria durante varios meses. Pero no sería sano quitarle el apego de la madre del todo”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge Marzo Arauzo
Es colaborador de la sección Estilo de Vida desde 2025. Antes fue redactor de Deportes en 2024 y de Narrativas Visuales en 2022/23, donde aprendió sobre el mundo de la infografía y el periodismo de datos. Graduado por periodismo en la universidad de Valladolid y máster de periodismo UAM - EL PAÍS con la promoción 2021-2023.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_