Celia Padilla, matrona: “Cuando te conviertes en madre no estás perdiendo quién eras, estás evolucionando”
La creadora de contenido publica su primer libro, ‘Oh, la maternidad’, en el que habla del embarazo, el parto y el posparto desde la experiencia de su profesión. Para ella, a pesar de toda la información que existe, no se habla suficiente de la soledad, el agotamiento y el miedo después de dar a luz


Matrona por vocación, Celia Padilla (Valencia, 32 años) se sintió desde muy joven fascinada por lo que muchos llaman “el milagro de la vida”, esa mezcla de ciencia, instinto y emoción que envuelve la llegada de un bebé al mundo, según relata. Más tarde, cuando comenzó a ejercer su profesión, descubrió que ser matrona es mucho más que asistir nacimientos: “Es acompañar a las mujeres. Es sostener, guiar, cuidar con conocimiento técnico y sensibilidad. Es estar presente sin invadir, y dar confianza sin imponer. Esa dimensión más humana y emocional de la profesión fue lo que terminó de enamorarme”.
También fue lo que la llevó a montar su propio espacio físico y online, Oh Mama Matrona, donde ofrecen a las mujeres el tiempo y el cuidado que el sistema no puede dedicar, es decir, un completo acompañamiento a la maternidad (desde la búsqueda de embarazo hasta más o menos el primer año del bebé), junto a un equipo multidisciplinar. Después llegó el perfil de Instagram (@ohmama.matrona), donde cuenta con 217.000 seguidores. Y este 2025, su primer libro, Oh, la maternidad (La esfera de los libros), en el que habla del embarazo, el parto y el posparto desde la evidencia y la experiencia de una madre matrona. Todo ello lo hace sabiendo que en un parto acompaña la vida que llega: “Pero también la vulnerabilidad, el miedo, la transformación de una mujer en madre”.
PREGUNTA. ¿Es el miedo a ser buena madre uno de los más habituales de las mujeres embarazadas?
RESPUESTA. Sí, y también de los menos confesados. No importa el nivel de preparación, ni si es el primer hijo o el tercero; en algún momento aparece esa pregunta silenciosa: “¿Estaré haciéndolo bien?”. La maternidad sigue siendo un momento de mucha exigencia, y muchas mujeres sienten que tienen que cumplir un ideal de madre perfecta. Pero no existe tal cosa. Ser buena madre no es hacerlo todo bien. Más bien es estar, mirar, escuchar, sostener. Y también es cuidarse a una misma.
P. ¿Cuáles son los cambios que más preocupan a las madres habitualmente: cuerpo, carácter…?
R. El cuerpo es uno de los grandes focos de preocupación, sobre todo por la presión estética y el ideal de belleza que todavía pesa y perdura. Pero lo que más remueve a muchas mujeres es el cambio interno: el carácter, las emociones, la intensidad con la que se vive todo. Algunas no se reconocen en su nueva forma de sentir o reaccionar. Y es importante validar que esos cambios no son un problema a resolver, sino una adaptación brutal a una experiencia transformadora. No estás perdiendo quién eras, estás evolucionando.
P. ¿Es la preparación al parto tan importante?
R. Por supuesto. Y debería empezar cuando la mujer y su pareja se sientan listos para recibir información. Hay clases presenciales en centros de salud, pero también cursos online, libros… El objetivo no es entrenar para un tipo de parto ideal, sino conocer el proceso, saber qué esperar, entender tus derechos y aprender a tomar decisiones. Prepararse también debe abarcar la parte mental y emocional: no se trata solo de empujar o respirar, algo que sin duda todas las mujeres ya saben hacer y para lo que no se necesitan lecciones magistrales, sino cómo vivir un momento muy potente con la mayor conciencia y confianza posible.
P. ¿Hoy las madres saben a qué se enfrentan cuando van a dar a luz más que hace décadas?
R. Saben más, sin duda. Tenemos mayor acceso a información, más opciones para formarnos, más conciencia de nuestros derechos. Pero, a veces, ese exceso de información también puede abrumar. La clave está en filtrar bien: no todo lo que circula en redes o cuentan otras madres de su experiencia es cierto ni útil. Y aun con toda la preparación del mundo, hay una parte del parto que sigue siendo imprevisible. Por eso, además de informarse, hay que aprender a confiar y a soltar.
P. Dice en el libro que la comunicación es el arma más valiosa del parto. ¿A qué se refiere?
R. El parto no es solo un proceso físico: es una vivencia que se construye sobre quien te acompaña. Saber expresar lo que necesitas, sentir que te escuchan, poder decidir con autonomía… Todo eso influye directamente en cómo se vive el parto. Una mujer bien informada y bien tratada puede tener un recuerdo positivo, incluso si hubo complicaciones. Una que no fue escuchada, puede salir herida aunque todo haya ido bien. La comunicación genera seguridad, respeto, presencia. Es, en sí misma, una forma de cuidado.
P. ¿Cuáles son los principales mitos del posparto?
R. Que todo será felicidad. Que si te preparaste bien, todo irá sobre ruedas. Que el instinto lo resuelve todo. Que vas a volver a ser tú misma en unas semanas. El posparto es una etapa intensísima, llena de luces y sombras. No se habla lo suficiente de la soledad, del agotamiento, del miedo. Tampoco se valora lo suficiente todo lo que hace una madre en esos primeros meses. Por eso es tan importante desmontar esos mitos y hablar de la maternidad con más verdad y menos idealización.
P. ¿Se está preparado para cuidar de un bebé o siempre pilla por sorpresa?
R. Siempre hay una parte para la que no estás del todo preparada. Puedes haber leído todos los libros y aun así el impacto emocional, la falta de sueño o el vértigo de la responsabilidad te sorprenden. No es solo cuidar a un bebé, es aprender a cuidar de ti misma en una situación completamente nueva. Pero también es cierto que, cuando el entorno acompaña y se habla con honestidad de lo que implica la crianza, el desconcierto se reduce y la maternidad se vuelve más agradable. Nadie nace sabiendo, pero todas aprendemos.
P. ¿Cuál es el papel del padre?
R. El padre, la pareja no gestante o entorno en el caso de madres solteras, tiene un papel fundamental, aunque a veces quede en segundo plano. No solo como apoyo físico, sino como figura de vínculo, de cuidado, de corresponsabilidad. Es cierto que muchas veces se sienten desubicados o fuera del foco, porque todo sigue girando en torno a la madre y, sobre todo, al bebé. Pero acompañar a quien acompaña también es parte del cuidado. Es importante darles espacio, herramientas, información. La maternidad no debería vivirse en soledad, y eso incluye cuidar también la experiencia de quien acompaña.
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