La visión del mundo de Trump choca con una Europa que trata de defenderse
Una versión clasificada del controvertido documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de Washington propone crear un nuevo foro de potencias que excluiría al Viejo Continente


Un Gobierno de Estados Unidos que defiende que la extrema derecha se exprese libremente. Que se muestra obsequioso con Rusia y contemporiza con China. Un Gobierno para el que los malos son las “blandengues” democracias liberales europeas, y un país invadido, Ucrania, es tan culpable de su ocupación como el agresor, Moscú. No es una distopía creada por el George Orwell de 1984 o por el Philip K. Dick de El hombre en el castillo. Tampoco fruto de las peores pesadillas de expresidentes como Franklin D. Roosevelt o Ronald Reagan. Es la Administración del presidente Donald Trump y su visión de la política exterior. Una visión en la que importan los países ricos o aquellos de los que se puede sacar provecho. El resto, en palabras del propio mandatario, son “basura” como Somalia.
Pero no todos en Estados Unidos aceptan esta visión, que quedó clara el pasado 4 de diciembre con la publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional firmada por el propio Trump. En su país ya se esbozan algunas medidas de resistencia. Los líderes de la UE, blanco de las críticas del republicano, tratarán de buscar en la decisiva cumbre que se celebrará este jueves y viernes en Bruselas una respuesta conjunta a las embestidas militares, económicas y geoestratégicas que le llegan tanto desde Washington como desde Moscú.
Trump ha confirmado que la Estrategia de Seguridad Nacional —en la que Europa parece el enemigo a batir y se retrata a América Latina en parte como origen de algunos de los grandes problemas de EE UU y en parte como fuente de recursos— describe verdaderamente su concepto de la política exterior.
En una entrevista concedida el 8 de diciembre al digital Politico, el mandatario insultó a los dirigentes europeos, a los que tildó de “débiles”, y reiteró su convencimiento de que el continente se encuentra en vías de “extinción de su civilización” por ser demasiado tolerante con la inmigración.
En el mismo día, dio luz verde a que China pueda disponer de semiconductores de inteligencia artificial H200 de Nvidia, entre los más avanzados en la actualidad: un paso que hubiera resultado impensable en su primer mandato, cuando desató una guerra tecnológica entre los dos colosos. Poco antes habían regresado de su viaje Rusia para negociar con Vladímir Putin los enviados de Trump, Steve Witkoff y su propio yerno, Jared Kushner.
Según la política exterior trumpista, las grandes potencias, más que rivalizar como proclamaba Washington hasta ahora, se toleran. Se permiten dominar sus respectivas esferas geográficas de influencia y dejan de lado las ideologías para hacer negocio. Es una idea del mundo en la que la palabra “corrupción” no existe. Y donde abundan las contradicciones: el mandatario se autoproclama un presidente de paz, pero se prepara para una posible guerra en Venezuela y promete un gasto descomunal en defensa.
“Es un triunfo de la economía y de las relaciones comerciales sobre cualquier otra cosa”, opina Michael Froman, antiguo consejero económico del presidente Barack Obama y actual director del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés). “El espejo con el que se ve a China, Europa o el Hemisferio Occidental parece ser, principalmente, el de las oportunidades económicas para Estados Unidos”, apunta.
Dos versiones del documento
La versión pública de la Estrategia de Seguridad Nacional ha desatado la consternación entre los socios europeos. Pero hay otra, más extensa y que se mantiene clasificada, según el digital Defense One, que asegura haber tenido acceso a una copia. Esa variante es aún más sombría para Europa y para los partidarios de las democracias y los derechos humanos, esos a los que la Administración Trump y sus simpatizantes del movimiento MAGA (“Hacer Estados Unidos Grande de Nuevo”) definen como “globalistas”.
Según esta versión, la Administración Trump se propone convencer a cuatro países (Italia, Hungría, Austria y Polonia) para que salgan de la Unión Europea como hizo el Reino Unido, y con ello “Hacer Europa Grande de Nuevo”. También pretende, según el digital, “apoyar partidos, movimientos, y figuras culturales e intelectuales que promuevan la soberanía y la conservación/restauración de los modos de vida tradicionales europeos… al tiempo que se mantienen pro-Estados Unidos”.
La versión secreta también sugiere la creación de un nuevo foro de grandes potencias, el “Núcleo de los Cinco” o C-5. El grupo reuniría a Estados Unidos, China, la India, Japón y Rusia y excluiría por completo a Europa. También dejaría a un lado otras asociaciones de países protagonistas en la arquitectura mundial actual, como el G-7 de naciones democráticas más desarrolladas o incluso el G-20, el conjunto de las principales economías mundiales.
Ese C-5 se reuniría con regularidad en cumbres con temáticas específicas. Entre ellas, una sobre la seguridad en Oriente Próximo, que tendría como objetivo normalizar las relaciones entre Israel y Arabia Saudí.
El documento publicado proclama que “los días de Estados Unidos echándose el mundo a la espalda, como [el personaje mitológico griego] Atlas, se han acabado”. La versión clasificada, según Defense One, declara, en cambio, que la meta de hacerse con la hegemonía global “era un deseo equivocado e inalcanzable”.
La Casa Blanca ha negado que exista otra versión de la Estrategia de Seguridad Nacional diferente de la ya publicada. Su portavoz Anna Kelly ha subrayado: “No existe ninguna versión clasificada, alternativa o privada. El presidente Trump es transparente y pone su firma en una estrategia que claramente dirige al Gobierno estadounidense a poner en práctica sus principios y prioridades bien definidos”.
Pero en el pasado, Trump ha coqueteado con la idea de integrar a China y Rusia en el G-7, el grupo de economías democráticas más desarrolladas más la Unión Europea, y ha declarado un “error” la expulsión de Moscú de ese foro tras la invasión rusa de la península ucrania de Crimea, en 2014. Tras su reunión con el presidente chino, Xi Jinping, en Corea del Sur en octubre, el jefe del Pentágono, Pete Hegseth, llegó a hablar de un G-2, un concepto que Pekín había venido proponiendo y que hasta ahora Washington había rechazado sistemáticamente: una relación en la que ambos colosos se reconocen y se tratan como iguales.
Hasta qué punto vaya a plasmarse en la realidad la estrategia de Trump está en cuestión. Algunos de sus intentos de presión en América Latina han sido un fracaso en toda la regla: tras intentar forzar a Brasil para que indultara al expresidente Jair Bolsonaro, el pasado viernes Estados Unidos retiró las sanciones al juez que lo condenó, Alexandre de Moraes. Ucrania se niega a ceder a Rusia los territorios que él propone. Rusia y China ya mantienen un vínculo más fuerte entre sí que los lazos que se perfilan entre cualquiera de los dos y Washington.
Dentro de Estados Unidos el panorama también es incierto. Las elecciones de medio mandato del año próximo pueden dar el control de al menos una de las cámaras del Congreso a los demócratas y dar un vuelco al cálculo político. La Estrategia de Seguridad Nacional ha generado críticas y sorpresa no solo entre la oposición, que como la demócrata de más rango en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Jeanne Shaheen, arremete contra “los duros ataques del presidente, de palabra y de obra, contra nuestros mejores aliados no tienen ningún sentido comparados con las palabras amables y acuerdos favorables para autócratas como Xi y Putin”.
La Cámara de Representantes dio una primera señal de que a Trump no le resultará fácil imponer su visión: esta semana ha aprobado un proyecto de ley de presupuesto de Defensa por 900.000 millones de dólares y anhelado por el presidente. Pero incluía una provisión clave según la cual el Pentágono tendrá que mantener al menos 76.000 soldados en Europa: una manera de proteger la presencia militar de Estados Unidos frente al afán de la Administración de recortarla. Y de decirle al presidente que no se puede tener todo.
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