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Amine Kessaci: “Marsella debería mirarse en el espejo de Palermo o México”

El activista y político, cuyo hermano fue asesinado por dos sicarios hace un mes, vive ahora escondido y sale a la calle con chaleco antibalas tras escribir un libro sobre el narcotráfico

Las grandes batallas, especialmente las que se libran contra el silencio de las amenazas, necesitan símbolos para ganarlas. Italia lo descubrió en los años 90, cuando la Cosa Nostra o la Camorra desafiaron al Estado y algunas personas de la sociedad civil decidieron no callarse, aunque les costase la vida, como al periodista Peppino Impastato. O la libertad, como al escritor Roberto Saviano. Desde hace años, Francia se enfrenta también a un nuevo y cada vez más violento y poderoso fenómeno de crimen organizado. Ciudades como Marsella han experimentado un crecimiento de la violencia tan impresionante que incluso se las ha comparado con ciudades mexicanas donde los carteles controlan la vida de la gente.

Amine Kessaci decidió levantar la voz hace algún tiempo. Fue después de que su hermano Brahim fuera asesinado y calcinado dentro de un vehículo. Kessaci, de 22 años, decidió fundar una asociación y escribir Marsella, seca tus lágrimas. Vivir y morir en tierra de narcotráfico, un libro donde recorría el desolador paisaje de la ciudad francesa, convertida en capital del narcotráfico en este país. Poco después de publicarlo, el pasado 13 de noviembre, Mehdi, otro de sus hermanos, fue asesinado a plena luz del día por dos sicarios a bordo de una motocicleta. El ministerio del Interior no tuvo duda en calificarlo de asesinato intimidatorio. El primero en la ciudad desde los años ochenta, cuando el crimen organizado terminó con la vida del juez Pierre Michel.

Amine Kessaci, cuya última aparición pública fue en la marcha blanca convocada por la muerte de su hermano el pasado 22 de noviembre, vive hoy en paradero desconocido por motivos de seguridad. Cuando sale de casa lo hace con un chaleco antibalas y la policía cree que sigue siendo un objetivo de las organizaciones criminales. Un mes después de la muerte de su hermano, convertido en el símbolo de la lucha contra el narcotráfico, explica por teléfono a EL PAÍS cómo piensa seguir adelante.

Pregunta. ¿Cómo se encuentra?

Respuesta. Mal. Mi hermano fue asesinado solo por ser mi hermano. Era un chico joven que iba a presentarse a las oposiciones para policía. Un ejemplo de éxito de la República. Y eso me provoca un sentimiento de culpabilidad muy fuerte que solo aumenta cuando piensas en seguir viviendo. Y es difícil tener una perspectiva de vida cuando vives bajo protección policial y un chaleco antibalas para salir a la calle.

P. ¿Qué sabe hasta hoy del asesinato?

R. Hay que ser prudentes, hay una investigación. Veo a muchos periodistas escribir teorías. Solo pido al Estado que ponga todos los medios necesarios para que se haga justicia.

P. ¿Cómo ha reorganizado su vida? ¿Vive en Marsella?

R. No puedo dar esa información. Corro un peligro real; hay gente que me busca y mi hermano murió por eso. He reorganizado mi vida entera: estudios, empleo y muchas otras cosas. No es fácil vivir así. No le deseo a nadie esta vida de prisionero.

P. ¿Qué tocó para despertar ese odio y esas ganas de hacerle daño?R. Esa es la cuestión. Hay autores, escritores y periodistas que han escrito más, han dado nombres, hablado de lugares… Yo solo publiqué un libro para contar la vida de Brahim [el otro hermano que fue asesinado]. No di información concreta. Si la policía descubrió algunas cosas, fue por su trabajo.

P. Este asesinato recuerda a los que ocurrían en Italia en los años 80 y 90, un desafío al Estado. ¿Es necesario inspirarse en su lucha contra la mafia?

R. Tenemos mucho que aprender: confiscación de bienes, prisiones, investigación… Pero no se puede comparar Marsella con Palermo o México. Cada lugar tiene su realidad. Y le aseguro que Marsella debería mirarse en ese espejo, porque vivimos situaciones muy parecidas.

P. ¿Marsella está en ese nivel de violencia?

R. Por supuesto. Llevo desde 2020 hablando, escribiendo sobre esto… Hemos hecho documentales advirtiendo de lo que ocurría. Ahora cada uno debe asumir sus responsabilidades.

P. ¿Marsella es un caso aislado en Francia?

R. No. Es un fenómeno nacional. Pasa en Nîmes, Montpellier, Nantes, Rennes… Los grupos mafiosos marselleses están en todo el territorio y tienen lazos en Bélgica. Hay que combatirlo a escala nacional.

P. Muchos sitúan a la DZ Mafia como la organización que ordenó el asesinato de su hermano. ¿Es comparable a grupos como la Mocro Maffia?

R. Si se demuestra que asesinaron a mi hermano y que pusieron precio a mi cabeza, sí, es una organización comparable.

P. Fue portada de Libération con Roberto Saviano. ¿Le inspiró su lucha contra la Camorra?

R. Claro. Me dijo que es normal sentirse solo. Él pasó muchos años así, con ese dolor. Hablar con él me hizo bien; me sentí comprendido.

P. ¿Ha echado de menos voces de la cultura levantándose contra el asesinato de su hermano?

R. Mucho. Algunos se preguntan dónde estaban los raperos o futbolistas en la marcha por mi hermano. Pero yo echo de menos la valentía del mundo cultural y literario. Yo había escrito un libro denunciando todo eso. Pero si la víctima hubiera tenido otro apellido, quizá todos se habrían levantado contra este ataque a la libertad de expresión. El mundo de la cultura debe despertarse, como lo hizo en otros casos.

P. ¿Cree que existe la idea en el mundo de la cultura de que el asesinato de su hermano es solo un problema creado entre gente de barrios conflictivos?

R. Sí. Algunos creen que es una cuestión de Marsella, de barrios. Un fenómeno relacionado con la inmigración. Pero es un problema de toda la sociedad, en su pluralidad.

P. Esa idea crea una doble victimización: el asesinato y el racismo.

R. La única víctima es mi hermano, a quien impidieron vivir su vida. Pero es cierto que hoy no se me considera un autor pese a que mi libro explica todo este fenómeno. Mi propósito siempre fue el mismo. Ahora necesitamos miles de personas que representen esta lucha contra el narcotráfico y la mafia. Para que tenga muchas caras y estemos más protegidos.

P. La reacción del Estado, ¿le ha parecido adecuada?

R. He hablado con el presidente de la República. Creo que lo han tomado en serio. Pero necesitamos una evolución drástica.

P. ¿Teme que con el tiempo todo se diluya?

R. Espero que no. Después de la gravedad de esta situación, nadie podrá decir que no lo sabía.

P. ¿Está de acuerdo en tratar este fenómeno como la lucha antiterrorista?

R. Son fenómenos distintos, pero pueden compartir medios. No sé si hay que enviar al ejército a los barrios. Creo en un enfoque global, no solo de seguridad: una evolución social, alternativas económicas al tráfico, educación y más medios para la justicia.

P. ¿Será candidato a las municipales?

R. No estoy en una lógica partidista. Pero presionaré para que la cuestión de la droga sea central en cualquier programa municipal. Debe ser la prioridad número uno. Si seré candidato o no, aún no me lo he planteado.

P. Es un símbolo de esta lucha. ¿La ejercerá?

R. La vida no me dejó otra opción. Pero espero que otros también se levanten, que seamos muchos símbolos para llevar esta voz contra el narcotráfico.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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