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Costa de Marfil se encamina a elegir para un cuarto mandato al presidente Ouattara, de 83 años

La exclusión de los líderes opositores Gbagbo y Thiam despeja el camino para que el actual mandatario gane las elecciones este sábado

José Naranjo

Alassane Ouattara, actual presidente de Costa de Marfil, parte como gran favorito en las elecciones presidenciales que se celebran este sábado en su país. La exclusión de la carrera presidencial de sus dos principales rivales, Laurent Gbagbo y Tidjane Thiam, así como el enorme peso e influencia del partido en el poder frente a una oposición dividida, son los dos factores más importantes que despejan el camino para la reelección de Ouattara, de 83 años, quien llegó al poder en 2011 y opta a un cuarto mandato, pese a la existencia de un límite legal de dos. Algunos episodios de tensión preelectoral han calentado el ambiente, pero muy lejos aún de la violencia vivida durante los comicios de 2020.

Unos nueve millones de electores están llamados este sábado a las urnas para escoger entre cinco candidatos, dos de ellos mujeres. Los desafíos económicos, como la carestía de la vida o el desempleo juvenil, y la amenaza yihadista en el norte del país han centrado buena parte de los eslóganes y esfuerzos de campaña de los aspirantes. Además del citado Ouattara, cuyos partidarios sueñan con otorgarle una victoria con más del 50% en primera vuelta para garantizar su reelección, los otros cuatro candidatos son: Simone Ehivet, exesposa del expresidente Gbagbo; los exministros Jean-Louis Billon y Henriette Lagou; y el independiente Ahoua Don Mello.

Sin embargo, en la lista de presidenciables hay grandes ausentes que sí habrían podido representar una amenaza a la reelección de Ouattara. El primero de ellos es el propio Gbagbo, quien fue presidente del país entre 2000 y 2011 y cuyo enfrentamiento electoral con Ouattara en 2010 acabó conduciendo al país a un grave conflicto que se zanjó con una intervención militar francesa a favor de este último. Tras ser juzgado en La Haya por crímenes de guerra y contra la humanidad, Gbagbo resultó absuelto y pudo regresar a su país en 2021, donde fundó un nuevo partido y anunció su intención de ser candidato. Sin embargo, fue condenado por la justicia marfileña en el llamado caso de la caja de la BCEAO [el saqueo de la sucursal local del Banco Central de los Estados de África Occidental], pena por la que no ha sido amnistiado y que le impide concurrir a los comicios.

El otro gran ausente es Tidjane Thiam, líder del Partido Democrático de Costa de Marfil (PDCI), excluido de los comicios por la justicia de su país al considerar que perdió la nacionalidad marfileña en 1987, cuando adquirió la francesa. El líder opositor renunció al pasaporte francés en marzo pasado para poder optar a las elecciones, pero aun así los tribunales consideraron que no era elegible. Thiam ha denunciado la instrumentalización política de la justicia por parte del partido gobernante, mientras que Gbagbo ha llegado a calificar estas elecciones de “golpe de Estado civil”. Ambos líderes políticos, reagrupados en el llamado Frente Unido, apoyan las movilizaciones ciudadanas para boicotear los comicios.

Las protestas se han intensificado en los últimos días de campaña con incidentes en varias ciudades, como la quema de la sede de la comisión electoral en la capital, Yamoussoukro, cortes de carreteras o marchas prohibidas, como la del pasado 11 de octubre en la que fueron detenidos más de 700 opositores. Hasta ahora dos personas han fallecido en estas protestas, una de ellas un gendarme que trataba de retirar una barricada.

Ouattara ha justificado su decisión de presentarse a las elecciones por la amenaza yihadista que se extiende por el norte del país procedente de su vecino Burkina Faso. Para sus rivales se trata simplemente de un intento de perpetuarse en el poder.

Tras el conflicto que terminó en 2011, Costa de Marfil, con unos 32 millones de habitantes, ha vivido una fase de relativa paz y estabilidad que le ha permitido mantener un crecimiento económico sostenido con un aumento medio del PIB de entre el 6% y el 7%. Sin embargo, persisten altas tasas de pobreza y la subida de los precios preocupa a los ciudadanos. El apoyo de los organismos financieros internacionales y sus excelentes relaciones con Occidente la mantienen alejada de sobresaltos económicos, aunque también se ha visto influida por la ola antifrancesa: este año se ha iniciado la retirada de los 600 soldados galos acantonados en este país.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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