Miles de personas desbordan el Kennedy Center de Washington en una vigilia en memoria de Charlie Kirk
Congresistas y miembros de la Administración de Trump se reúnen en el templo de la música de la capital para recordar al líder juvenil MAGA asesinado

Miles de personas asistieron el domingo por la noche en Washington a una vigilia en honor al líder juvenil MAGA Charlie Kirk; tantas, como para desbordar la sala sinfónica del Kennedy Center, con sus 2.500 butacas, y un teatro más pequeño del gran complejo de la música, la ópera y las artes escénicas a orillas del río Potomac.
Se citaron poco antes de la caída del sol junto a una nutrida representación de 85 congresistas y senadores republicanos, encabezada por la tercera autoridad del país, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, trabajadores de la Casa Blanca y miembros del Gabinete de Donald Trump. El objetivo era recordar al activista y estrecho aliado del presidente de Estados Unidos, asesinado el miércoles pasado de un balazo en el cuello cuando debatía al aire libre en la universidad de Utah Valley ante una audiencia de tres mil personas.
A la puerta del Kennedy Center, había gente vestida de luto, un buen montón de gorras con el eslogan Make America Great Again y camisetas que decían “Piensa mientras aún sea legal”, “La libertad de la mujer empieza en el útero” o “Si los géneros te confunden, prueba a ordeñar un toro”. Había parejas jóvenes que lloraban abrazadas, familias enteras y muchachos imberbes con traje y corbata que se excusaban por no estar “autorizados para hablar con reporteros”. Y había también decenas de agentes del FBI, de inmigración (ICE) y de la policía metropolitana y estatal, así como miembros de la Guardia Nacional, desplegada desde hace un mes por Trump para mantener el orden en las calles en un gesto con escasos precedentes.

Una hora antes de la apertura de puertas, una muchedumbre que se había registrado previamente para acceder gratis al homenaje hacía una cola que daba vueltas y vueltas sobre sí misma para un acto que se anunció tan solo unas horas antes. El ambiente recordaba al habitual en los multitudinarios mítines de Trump en la campaña que lo llevó de regreso a la Casa Blanca tras sobrevivir a dos intentos de asesinato.
Aunque el escenario no era una cancha de baloncesto o una feria del condado —lugares en los que aquellos actos electorales solían tener lugar— sino el Kennedy Center: la institución de referencia de la música clásica y la ópera en la capital estadounidense. En febrero, Trump anunció, poco después de asumir su segunda presidencia, que tomaba el control del patronato, porque consideraba que sus gestores anteriores estaban al servicio de una agenda progresista contraria a los valores del America First (América primero). Desde entonces, se han cancelado espectáculos, varios artistas han renunciado a sus contratos y el aire de la institución cultural es otro.
Cuando la sala sinfónica se hubo llenado y solo dejaban acceder al recinto a aquellos con entrada para la versión de Sonrisas y lágrimas, actualmente en cartel en el teatro de ópera, Alex Navarro, de 22 años, destacó la conexión que tenía Kirk “con los jóvenes conservadores y la gente de mentalidad cívica”. Y contó que había venido porque cree “en la libertad de expresión y en muchos de los valores que [este] defendía”. Kaoru Wang, activista que alcanzó notoriedad en la pandemia por su oposición a las medidas de confinamiento en Nueva York, dijo que Kirk “había muerto no solo por quienes pensaban como él”.

“No soy cristiana, pero dado que él sí lo era, creo que cumple bien el arquetipo del mártir. Auguro que su muerte será un punto de inflexión“, añadió Wang, en un guiño a Turning Point, el nombre de la organización que Kirk fundó a los 18 años. El que era un aliado clave de Trump, además de recorrer las universidades de todo el país para desafiar las ideas progresistas que suelen dominar esos espacios, tenía un exitoso podcast en el que defendía su nacionalismo cristiano y los valores de la familia tradicional. También aconsejaba a las mujeres que se dedicaran a criar hijos, se burlaba de las iniciativas que fomentaban la diversidad y promulgaba una agenda antiinmigración.
Autobuses cargados de simpatizantes
Jack, un joven que no quiso dar su apellido, se dijo “emocionado y sorprendido por ver a tanta gente reunirse para homenajear la memoria de un buen hombre”. Y su sorpresa era comprensible. Washington es una ciudad que vota abrumadoramente demócrata (Kamala Harris obtuvo en las elecciones un 92% de los sufragios). Pero es también el lugar de residencia de muchos amigos y seguidores de Kirk, que ahora trabajan para la Administración de Trump o son staffers de los congresistas republicanos en el Capitolio. Además, según aclaró el senador estatal de Arizona, Jake Hoffman, amigo personal de Kirk y organizador del evento, habían venido autobuses de los vecinos Estados de Maryland y Virginia.
Hoffmann gritó: “¡Todos somos Charlie Kirk!“, cuando subió al escenario, en el que habitualmente toca la Orquesta Sinfónica Nacional y que lucía una sencilla escenografía: un atril, una bandera estadounidense a cada lado, ramos de flores, una foto de Kirk con su mujer, Erika, y sus dos hijos, y otra de Kirk con Trump en la Casa Blanca.

Johnson, el orador de mayor rango, ofreció a continuación un discurso centrado en la religión. El speaker de la Cámara, representante por Luisiana, es cristiano evangélico como el propio Kirk. Johnson empezó recordando que la semana a punto de terminar había estado llena de “tristeza, dolor, ira e incluso un miedo indescriptible”.
“Es como si una sombra oscura se cerniera sobre nuestro país”, añadió, poco después de que Trump insistiera a los reporteros a su regreso a la Casa Blanca tras el fin de semana que el caldo de cultivo que ha propiciado el asesinato de Kirk, fallecido a los 31 años, “está solo en la izquierda”. Sin embargo, en la lista de víctimas de la violencia política ―que no deja de crecer― también las hay demócratas. Trump anunció que “mucha gente que tradicionalmente se consideraría de izquierdas” ya está bajo investigación para depurar responsabilidades por la muerte de su amigo y aliado. No especificó a qué personas u organizaciones se refería.
El presidente de Estados Unidos no asistió al homenaje de su aliado en Washington. Pero una de sus más firmes defensoras, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, se ocupó de decir a la audiencia del Kennedy Center que Trump “quería mucho” a Kirk, de quien destacó que había sido esencial en el reclutamiento del voto joven que contribuyó a la victoria en la campaña presidencial republicana de 2024. También se acordó del apoyo que este le brindó a ella, de 27 años, cuando se presentó a congresista por New Hampshire, y perdió.
Dos miembros del Gobierno subieron después al escenario: Robert F. Kennedy Jr., el polémico secretario de Salud antivacunas, y Tulsi Gabbard, directora nacional de Inteligencia. Esta comparó el asesinato de Kirk con el 11-S. “Ambos fueron llevados a cabo por quienes se aferran a ideologías que no resisten el escrutinio. Así que su único recurso es cometer un acto de violencia para silenciar a quienes se oponen a ellos e intimidar y aterrorizar a otros para que guarden silencio. Esta es la definición de terrorismo. No podemos permitir que nos aterroricen y nos hagan callar”.

La asesora de Trump Kari Lake, responsable del cierre del medio Voice of America y originaria de Arizona, Estado en el que vivía Kirk, mencionó, por su parte, al presunto asesino del activista, Tyler Robinson, un joven de 22 años criado en una familia republicana apasionada de las armas. Según las autoridades, se había “politizado” y era “claramente de izquierdas”.
Pese a que el gobernador republicano de Utah, Spencer Cox, había dicho por la mañana en una entrevista televisiva que ese alejamiento de los valores conservadores mamados en casa se había producido después de que Robinson cursara un solo semestre en la universidad estatal de ese Estado del Oeste, Lake aprovechó para atacar a las instituciones de educación superior, diana predilecta del movimiento MAGA.
“No mandéis a vuestros hijos a esos campos de adoctrinamiento”, dijo Lake, que recordó que Kirk no fue a la universidad. “[En esos campus] se ha llevado la campaña de lavado de cerebro más terrible de la historia de la humanidad. Y si estamos aquí, es porque nosotros hemos sobrevivido, pero hay muchos otros niños que no lo han logrado”.
El acto, que duró más de dos horas, terminó como había empezado: con un trío de gospel-country (guitarra y dos cuerdas) interpretando un himno religioso. Sobre el fondo de la música, Hoffman pronunció después una oración, que concluyó así: “Gracias, Señor, por tu hijo; en su nombre rezamos. Amén”.
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