El asesinato de Charlie Kirk coloca a Estados Unidos ante el espejo de su fractura
La muerte del aliado de Trump, para el que se prepara un multitudinario funeral, atiza el enfrentamiento ideológico entre republicanos y demócratas


En una de las cumbres del arte estadounidense de la retórica, el presidente Abraham Lincoln llamó a la reconciliación del país en el discurso de su primera toma de posesión, en 1861, invocando una poderosa imagen: “Las cuerdas místicas del recuerdo” de lo que un día unió a sus compatriotas, dijo, volverán a sonar “cuando sean tocadas por los mejores ángeles de nuestra naturaleza”. Cinco semanas después, estalló la Guerra de Secesión. En 1865, Lincoln inauguró la lista de los cuatro presidentes que han muerto asesinados en la historia de Estados Unidos.
El discurso con el que Donald Trump asumió por primera vez la presidencia en 2017 será recordado por su retórica sombría y por dos palabras: aquel era el día, prometió con el mismo tono apocalíptico que había empleado en la campaña, en el que terminaba “la carnicería americana”.
Este viernes, los “mejores ángeles” de Lincoln fueron invocados por el gobernador de Utah, Spencer Cox, en la conferencia de prensa en la que confirmó que el presunto asesino del activista ultraconservador y líder MAGA Charlie Kirk, un muchacho de 22 años llamado Tyler Robinson, se había entregado.
Cox, que también invitó la reconciliación y alertó contra el “cáncer de las redes sociales”, se acordó de Lincoln más o menos una hora después de que Trump insistiera en Fox News en el mismo tono apocalíptico de ocho años antes para prometer que la “izquierda radical” pagará por la muerte de Kirk, un estrecho aliado, clave en su buen resultado electoral de 2024 entre los votantes jóvenes. También, en pedir la pena de muerte para el asesino y en obviar las víctimas demócratas del auge de la violencia política que vive Estados Unidos en los últimos tiempos, una macabra lista que incluye los dos intentos de asesinato a los que sobrevivió Trump el verano pasado.
En uno de esos momentos de duelo que invitan la unidad, el presidente de Estados Unidos y sus más estrechos aliados han optado por añadir motivos para la persecución política de sus adversarios, anunciar represalias contra esa “izquierda radical” en la que, según los primeros indicios, no militaba Robinson −criado en un hogar republicano amante de las armas de Utah− y prometiendo purgas a funcionarios y amenazando a ciudadanos extranjeros que celebren o disculpen la muerte de Kirk. El activista MAGA era una figura controvertida por su defensa a ultranza del derecho a portar armas y por un discurso xenófobo, islamófobo y anti-LGTBIQ+, así como por su militancia en un nacionalismo cristiano excluyente.
Millones de seguidores
Era una figura también extraordinariamente influyente, no solo en Estados Unidos y no solo en vida: sus cuentas y las de Turning Point, la organización de proselitismo conservador que fundó cuando solo tenía 18 años, han añadido millones de seguidores desde que una bala disparada con un rifle de caza le alcanzó en el cuello en mitad de un acto de debate al aire libre en el campus de la universidad de Utah Valley.

Su viuda, Erika Kirk, recordó a su marido esa viernes con un discurso en el que extendió la culpa más allá de Robinson, quien, según las autoridades, actuó en solitario. Dijo que “los malhechores responsables” del asesinato de su esposo “no tienen ni idea de lo que han hecho”. “Mataron a Charlie porque predicaba un mensaje de patriotismo, fe y del amor misericordioso de Dios. Que les quede claro: si antes creían que la misión de mi esposo era poderosa, no tienen ni idea de lo que acaban de desatar en todo el país y el mundo”.
Al día siguiente se anunció que el funeral por Kirk, que murió a los 31 años, tendrá lugar el próximo domingo en un estadio de Glendale (Arizona), ciudad cercana al lugar de residencia de su esposa y sus dos hijos. Tiene capacidad para 63.000 personas.
Su muerte ha vuelto a evidenciar el diálogo de sordos que mantienen las dos Américas. Los republicanos culpan a los demócratas del clima de crispación que condujo a su asesinato (o, directamente, del asesinato mismo, como hizo la representante de Carolina del Sur Nancy Mace en un encuentro con reporteros a los pies del Capitolio).
Los demócratas, por su parte, piden que se reconozca que el problema proviene de ambos bandos, así como la responsabilidad del presidente en la retórica de enfrentamiento que inunda el discurso público en Estados Unidos con la ayuda de las redes sociales. Elon Musk, dueño de una de ellas, X, dijo esta semana en su cuenta que “la izquierda es el partido del asesinato”.
En vista de cómo están las cosas, congresistas de uno y otro signo solo parecen de acuerdo en una cosa: la preocupación por su seguridad.
El columnista liberal de referencia Ezra Klein defendió este viernes con ánimo contemporizador la forma de hacer política de Kirk, destacando sus dotes para el debate. Mientras, la base progresista del Partido Demócrata pide que se entienda que lamentar su muerte “no es lo mismo que celebrar su vida”, como escribe Elisabeth Spiers en The Nation, y que la izquierda no caiga en la trampa de la “superioridad moral”.
Decenas, tal vez centenares, de personas han sido despedidas por empresas privadas por hacer comentarios de celebración o disculpa del asesinato. Y una web llamada Los asesinos de Charlie Kirk invita a la delación de ciudadanos que hayan festejado el crimen. También promete que la página, todo un prodigio de señalamiento, “pronto se convertirá en una base de datos con más de 30.000 entradas, filtrables por ubicación y profesión” para poner nombres y apellidos a los “activistas radicales que instigan la violencia”. “Esta es el mayor purga de la historia”, dice su mensaje de bienvenida.
Y en mitad de los encarnizados debates que han aflorado estos días hay uno que ha estado sorprendentemente orillado: el del control de armas. Tal vez porque el país, o, al menos, la parte del país que aboga por una reinterpretación de la Segunda Enmienda, ha perdido la esperanza de lograr un cambio. O tal vez porque el mismo día en el que Kirk, firme defensor de esa enmienda, hubo también un tiroteo en un instituto en Colorado. Un chico de 16 años, “radicalizado por una red extremista”, según los investigadores, disparó a dos compañeros de colegio, que quedaron en estado crítico.
David Corn, columnista de la revista de izquierdas Mother Jones y teórico del movimiento MAGA, recordó este sábado en su newsletter que los cálculos indican que hay 500 millones de armas en manos de civiles en Estados Unidos. “Somos 340,1 millones de personas en el país. Solo se necesita que el 0,00000029 % de la población —es decir, una persona— posea una de esas 500 millones de armas para cambiar nuestro mundo", argumentó.
Dada la imposibilidad de “impedir que todo extremista o desquiciado con deseos de matar lo haga”, Corn propone “adoptar medidas de seguridad y restricciones sobre las armas de fuego, y brindar más y mejores servicios sociales a quienes los necesitan”. “También podemos intentar ajustar el tono de nuestra política para contrarrestar o frenar los factores que aceleran la violencia”.
Hacer, en suma, que los famosos “mejores ángeles” de Lincoln vuelvan a tocar las “cuerdas místicas del recuerdo”. Esos ángeles vuelan bajo estos días en Estados Unidos.
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