Radiografía de los drones rusos: varían su rumbo, usan señuelos y cuentan con IA
Las últimas versiones de estos aparatos han multiplicado su velocidad y carga explosiva. Moscú usa también en sus ataques masivos modelos más antiguos

En tres años y medio de invasión a gran escala en Ucrania, la industria de defensa rusa ha concentrado gran parte de sus esfuerzos en el arma que utiliza de forma más intensiva: el dron de ataque o dron bomba. Sirva de ejemplo el pasado domingo, cuando el ejército ruso batió su record con el lanzamiento de 810 aparatos. Ucrania interceptó la inmensa mayoría, pero 54 alcanzaron sus objetivos, lo que demuestra que Kiev tiene grietas por las que se cuelan este tipo de aeronaves.
En la madrugada de este miércoles, varios drones rusos penetraron incluso en los cielos de Polonia, que derribó varios de ellos con ayuda de aliados de la OTAN. Varsovia ha calificado este incidente como una “violación sin precedentes” de su espacio aéreo.
Al comienzo de la invasión a gran escala rusa, en febrero de 2022, el ejército ruso dependía de los aparatos del modelo Shahed, fabricados y enviados en enormes cantidades por Shahed Aviation Industries, la compañía aeroespacial de la Guardia Revolucionaria de Irán, aliado de Moscú. Pese a que su impacto directo sobre un objetivo podía causar víctimas mortales, la cantidad de unidades utilizadas en los ataques —inferior a la de ahora—, su lentitud y la modesta carga explosiva de sus ojivas permitió a las defensas antiaéreas ucranias minimizar los daños.
Rusia, volcada en una economía de guerra, ha acelerado desde entonces la producción propia de estas aeronaves en un megacomplejo industrial levantado en la zona económica especial de Alabuga, en Tataristán, a 800 kilómetros al este de Moscú. También ha mejorado su complejidad tecnológica, velocidad, altura de vuelo y capacidad explosiva. Así, el ejército de drones ha afinado sin duda su letalidad. Con una constante: todos sus aparatos requieren en su ensamblaje de componentes chinos.
Rebautizados por Moscú como Geran, de la generación 1, 2 y 3, estos aparatos se han convertido en el gran enemigo de las defensas antiaéreas ucranias. Los primeros Shahed que utilizaba el ejército ruso eran lentos, al menos para los sistemas de defensa antiaérea, volaban bajo para evitar los radares y no podían cambiar en vuelo su trayectoria. Podían ser derribados mucho más fácilmente con unidades móviles —como las ametralladoras de gran calibre montadas en camionetas— o incluso con armas ligeras.
Los Geran que Rusia está utilizando ahora vuelan a más velocidad y más altura, son capaces de cambiar su trayectoria en el aire y, en el caso de los aparatos de última generación, incluso utilizan el aprendizaje con inteligencia artificial para coordinarse entre ellos y alcanzar de forma más eficaz blancos de alto valor militar. Los últimos modelos han incorporado antenas en las alas y una cámara en el morro, con la que toman y transmiten imágenes en tiempo real.
Ese salto tecnológico ha hecho que una imagen similar a la de aquel policía que, en octubre de 2022, derribó en Kiev un dron ruso con un fusil, sea hoy impensable. El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha confirmado este miércoles que Polonia ha tenido que recurrir a aviones de combate F-35 y F-16 polacos y de Países Bajos y a helicópteros de combate para la destrucción de los “objetos hostiles” que penetraron en su espacio aéreo. Se desconoce aún qué tipo de dron ha sido derribado ni su nivel de sofisticación.
Cuando Moscú lanza en masa estos aparatos, cuyo color negro dificulta su monitorización, el rastreo nocturno que hacen los canales de vigilancia ucranios muestra en efecto cómo los drones varían su trayectoria con facilidad. Pueden transportar en su vuelo unos 90 kilogramos de explosivos —capaces de destrozar cuatro plantas de un inmueble, como sucedió el pasado domingo en un barrio de Kiev, con tres víctimas mortales— y volar a dos kilómetros de altura y a unos 200 kilómetros por hora. La tercera generación de los Geran, dotada de un reactor, podría alcanzar los 500 kilómetros por hora.
Conexión vía SIM
Estas aeronaves se conectan a internet mediante tarjetas SIM prepago, emitidas por diferentes compañías ucranias, lo que les permite cambiar a la que ofrezca mejor conexión y así ajustar su trayectoria de vuelo y altitud, además de transmitir datos de reconocimiento y sobre las defensas antiaéreas ucranias. La cámara que se ha añadido a las últimas versiones contribuye a mejorar la puntería, al transmitir imágenes en tiempo real.
Frente a ello, Kiev está utilizando el programa de suplantación GPS spoofing que sustituye las coordenadas reales de los objetivos por otras erróneas. Según explicaron ingenieros ucranios a The Economist a finales de mayo, los drones rusos han empezado por ello a utilizar un algoritmo que emplea bots en la aplicación de mensajería Telegram. Estos perfiles automatizados envían datos que llegan a seres humanos, lo que permite a Moscú ajustar la trayectoria de las aeronaves y elimina su dependencia del GPS.
Los servicios de inteligencia militar ucrania aseguraron en febrero que Rusia está utilizando terminales que les permiten acceder a la red de internet por satélite de Starlink.
Junto a los Geran, el ejército ruso lanza en agrupaciones o enjambres los Shahed, que sigue recibiendo desde Irán, y aparatos señuelo, modelo Gerbera, que, desde el verano de 2024, encabezan las misiones suicidas de estos vehículos bomba para saturar y confundir a los sistemas de defensa antiaérea. Estos vehículos cebo están fabricados de un material más barato y no suelen volar con carga explosiva. Su forma es similar a la de los Geran y emiten una señal de radio que imita la de esos drones armados.
Esta gama de aeronaves complica mucho la acción de las defensas antiaéreas. En primer lugar, porque la maniobrabilidad hace que o bien vuelen demasiado bajo para los radares o bien demasiado alto para las unidades de interceptación móviles. En segundo lugar y en el caso de las ofensivas recientes, aparecen en los radares decenas de ellos, incluso cientos, en diferentes puntos de la geografía —pueden recorrer hasta 2.500 kilómetros—. Esto dificulta las operaciones para inutilizar todos y cada uno de los drones.
Se dispara la producción
Tan solo unos meses después del inicio de la gran ofensiva rusa de febrero de 2022, este periódico comprobó, en el verano de ese año, cómo los drones modelo Shahed empezaban a caer desde el cielo ucranio con inscripciones en cirílico que mostraban el impulso en la fabricación propia. Sin embargo, ha sido en 2025 cuando esas aeronaves y, mucho más, sus versiones mejoradas rusas se han convertido en uno de los pilares de la ofensiva de Moscú, que ha triplicado su uso en Ucrania.
Rusia está fabricando en tres días de 2025 la misma cantidad de Geran y Garpiya [otro dron con funciones similares] que producía en un mes de 2024, según datos de la inteligencia militar ucrania y occidental. Christina Harward, una analista rusa del Instituto de Estudios de la Guerra, calculó en declaraciones a la cadena CNN, en junio, que Moscú fabrica 2.700 de estas aeronaves al mes.
El coste económico y táctico para Ucrania es enorme. Como este miércoles ha hecho Polonia, Kiev ha tenido que recurrir en ocasiones a aviones de guerra F-16 o a los obsoletos MiG-29 soviéticos que posee para interceptarlos, lo que supone un gran riesgo de derribo o accidente para esas costosas y, en Ucrania, escasas aeronaves. El 29 de junio, las Fuerzas Aéreas ucranias perdieron precisamente uno de los primeros F-16 que habían recibido de Occidente y a su piloto cuando participaba en una operación contra un enjambre de 470 drones y 60 misiles disparados por Rusia.
En contraste, los drones rusos siguen siendo relativamente baratos. Su coste de producción puede oscilar entre 20.000 y 50.000 dólares cada uno (entre 17.000 y 42.000 euros). Ucrania no se puede permitir usar misiles, cuyo valor es muy superior, para derribarlos. Sobre todo cuando Rusia lanza no pocas veces decenas o incluso cientos de estos aparatos no tripulados, acompañados de misiles. Un solo proyectil de interceptación de las baterías de defensa antiaérea Patriot de las que dispone Kiev cuesta unos 3,5 millones de euros.
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