La jornada de bloqueo en Francia se salda con más de 470 detenidos
Casi 200.000 personas participan en las más de 800 concentraciones convocadas en todo el país ante un despliegue policial inédito
La jornada de protestas convocada este miércoles en Francia, bautizada como Bloqueemos todo (Bloquons tout), no logró paralizar el país, como se buscaba, pero el malestar ciudadano sí se palpó en las calles de las principales ciudades. Sobre todo en la capital, París, en Marsella, en Rennes o en Toulouse. La policía detuvo a 473 personas y se contabilizaron 813 actos de bloqueo o protestas espontáneas, según las cifras actualizadas por la tarde por el Ministerio del Interior.
La mayor parte de los arrestos, unos 200, se produjeron en París. De las 339 personas que quedaron bajo custodia policial, un centenar estaban en la capital, según explicó en rueda de prensa la fiscal de la ciudad, Laure Beccuau. Las protestas, los incendios y los problemas en el transporte se registraron, sin embargo, en todo el territorio. Y obligaron a movilizar en total a 175.000 personas. A diferencia de otras ocasiones, el balance de heridos es relativamente bajo: 13 policías.
En París, la mayor parte de las protestas transcurrieron en relativa calma, aunque con momentos de tensión que fueron aplacados por las fuerzas del orden. Se concentraron en dos puntos: la Plaza de la República y la de Châtelet, al lado del ayuntamiento. En este lugar, más de un millar de manifestantes protestaba a mediodía con pancartas en las que se mezclaban las reivindicaciones: la guerra en Gaza, la situación de la educación o la sanidad o la pérdida del poder adquisitivo de los franceses. Las consignas, sin embargo, eran sobre todo contra el presidente, Emmanuel Macron.
Jérôme Didier ha acudido a la manifestación con parte de un urinario colgado en la cabeza en el que se lee “Estamos en la mierda” junto a los nombres del ex primer ministro francés, François Bayrou, y del presidente Macron. “Son ellos los que nos han llevado a esta situación económica y de crisis política”, explica este manifestante. “Macron ha nombrado a un nuevo primer ministro que es más de lo mismo y tampoco va a durar. Está claro que no escucha a los franceses”, denuncia.
El ministro del Interior, Bruno Retailleau, denunció el “clima de insurrección” en el país y destacó “la Francia del coraje frente a la Francia del sabotaje”, en referencia a los 80.000 agentes y gendarmes desplegados para tratar de minimizar los bloqueos. El dispositivo era tan ambicioso porque, a diferencia de otras jornadas de huelga, no había una manifestación convocada con un itinerario concreto, sino acciones dispersas e imprevisibles. Interior temía que esto se desbordase, como ocurrió durante el inicio de la crisis de los chalecos amarillos, el movimiento que se inició en redes sociales, de manera espontánea, en otoño de 2018 y acabó con manifestaciones violentas y paralizando Francia.
En París, cerca de un millar de manifestantes intentó acceder a la estación del Norte, la de más tráfico de Europa. Las fuerzas del orden lo impidieron. La movilización iba cambiando de ubicación a medida que avanzaba la jornada. Hubo bloqueos en un centenar de institutos, según el Ministerio de Educación. El llamamiento al paro fue poco seguido por los funcionarios. Solo un 4% hizo huelga, unos 38.000 de 5,8 millones.














En París, pero también en Rennes, se vivieron momentos de tensión entre los manifestantes y los agentes, que tuvieron que dispersar con gases lacrimógenos. En la capital se incendió un restaurante durante una de estas intervenciones. También se celebraron manifestaciones en Marsella, Toulouse o Burdeos. “La movilización no tiene nada de movilización ciudadana. Ha sido secuestrada y confiscada por el movimiento de extrema izquierda, apoyado por el movimiento de los insumisos”, denunciaba Retailleau, en referencia a la formación La Francia Insumisa, liderada por Jean-Luc Mélenchon.
La jornada de bloqueo se había convocado en redes sociales el pasado mes de julio, después de que Bayrou presentase sus polémicos recortes presupuestarios de 44.000 millones. Se mantuvo a pesar de su dimisión el pasado martes, pues en realidad aglutina el descontento hacia Emmanuel Macron. Se inició como movimiento ciudadano, pero se fueron sumando algunos sindicatos y también partidos de izquierda como La Francia Insumisa, los ecologistas o los socialistas. El próximo día 18 de septiembre hay otra jornada de protesta, en este caso convocada por las organizaciones sindicales.
Tanto la prefectura de Policía como el Ministerio del Interior habían insistido en que habría “cero tolerancia” con los alborotadores y habían atribuido el movimiento a la extrema izquierda, asegurando que la mayor parte de los ciudadanos, “la sociedad civil”, no iba a sumarse.
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