La adhesión a la Unión Europea, tema tabú en las elecciones de hoy en Noruega
Los principales partidos del país escandinavo han eludido en campaña el debate sobre la relación con Bruselas para evitar que entorpezca la formación de una coalición de gobierno

En el barrio de Groenlandia, en pleno centro de Oslo, los voluntarios de las distintas formaciones políticas apuraban el sábado las últimas horas de campaña para las elecciones legislativas que se celebran este lunes en Noruega. La bandera de la Unión Europea que ondeaba en la caseta del Partido Liberal recordaba a los votantes que, aunque los principales partidos prefieran esquivar el tema, la relación con Bruselas sigue siendo un asunto central en la política nacional. La beligerancia de Donald Trump hacia Europa, con la amenaza incluso de anexionarse Groenlandia —territorio autónomo de Dinamarca—, ha provocado que muchos ciudadanos noruegos se planteen si acercarse a la UE permitiría protegerse mejor de las veleidades de Washington.
Noruega, con sus 5,6 millones de habitantes, es el país extracomunitario que mantiene vínculos más estrechos con la UE. Al igual que Islandia y Liechtenstein, forma parte del Espacio Económico Europeo (EEE) y del área Schengen —la zona de libre circulación—; tiene acceso al mercado único, pero no pertenece a la unión aduanera.
En las últimas décadas, Oslo ha incorporado a su legislación aproximadamente tres cuartas partes de las directivas comunitarias, aunque no está obligado a hacerlo en materias como pesca y agricultura, política exterior o fiscalidad. Sin embargo, el país nórdico permanece al margen de las instituciones comunitarias y carece de capacidad de decisión sobre una amplia gama de asuntos que le afectan directamente.
“El debate sobre una posible adhesión a la UE está congelado desde hace más de tres décadas”, sostiene el politólogo Svein Tuastad. En Noruega se celebraron dos referéndums, en 1972 y 1994, sobre la integración en el club comunitario; en ambas votaciones fue rechazada por un estrecho margen. Los partidos políticos noruegos se dividen en dos bloques: el azul (derecha) y el rojo (izquierda). En cada uno hay formaciones a favor y en contra de una mayor vinculación con Bruselas, por lo que el asunto se convierte en un tema espinoso que complica la formación y la estabilidad de las coaliciones de gobierno.
Los dos principales partidos del país, el Laborista (socialdemócrata) y el Conservador, han evitado la cuestión durante esta campaña; sus programas electorales apenas cuentan con un par de párrafos dedicados a la relación con la UE, y únicamente en referencia a los acuerdos vigentes. “Sus líderes son europeístas, y son plenamente conscientes de que es un asunto que debería abordarse, pero prefieren no hacerlo por pura estrategia electoral”, resume John Erik Fossum, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Oslo.
En el Partido Laborista —que gobierna en minoría y se sitúa en cabeza en todos los sondeos— hay una profunda división en torno a la adhesión a la UE. Abogar nítidamente por la celebración de un nuevo referéndum podría derivar en una fuga de votantes y, sobre todo, limitaría considerablemente sus opciones de gobernar incluso siendo la fuerza más votada. Del resto de formaciones del bloque rojo, los verdes —que en 1994 hicieron campaña por el no— son los únicos que defienden que Noruega pase a formar parte de la UE. Izquierda Socialista y el Partido Rojo rechazan de plano estrechar aún más los vínculos con Bruselas. “La izquierda noruega es, en líneas generales, profundamente euroescéptica”, subraya Tuastad.
Para los laboristas aún sería más complicado llegar a un acuerdo sobre la relación con la UE con el eurófobo Partido del Centro, una formación de tradición agraria y con un profundo arraigo en las regiones más despobladas. Precisamente los centristas, que pretenden incluso sacar a Noruega del EEE, rompieron el pasado enero la coalición de gobierno que formaban con los socialdemócratas, tras las discrepancias por la adopción de tres directivas comunitarias en materia energética.
El Partido Conservador está más cohesionado que el Laborista en torno a la relación con la UE: una clara mayoría de sus votantes está a favor de la adhesión. Sin embargo, dentro del bloque azul solo contaría con el respaldo de los liberales. El Partido del Progreso —de corte populista y antinmigración—, que según los sondeos superará a los conservadores, aboga por renegociar el EEE y abandonar el espacio Schengen, mientras que los cristianodemócratas también rechazan la posibilidad de profundizar los vínculos con los Veintisiete. “En Noruega hay oposición a la UE en la derecha, en la izquierda y en el centro”, sintetiza Fossum.
Pese a la escasa presencia del tema en el debate público, la adhesión a la UE ha ido ganando adeptos en el país nórdico en los últimos años. La pandemia —Noruega recibió vacunas de la compra conjunta realizada por la Unión gracias a la intermediación de Suecia—, la guerra en Ucrania y el regreso de Trump a la Casa Blanca son algunos de los principales factores que han impulsado esta tendencia al alza. El 41% de los noruegos es partidario de pasar a formar parte del club comunitario, frente a un 48% que aún lo rechaza, según una encuesta reciente. En 2023, solo un 27% se mostraba favorable, y hace un decenio apenas uno de cada cinco adultos se definía como europeísta.
La política de defensa y de seguridad de Noruega se ha basado, desde el final de la II Guerra Mundial, en la premisa de que su relación con Estados Unidos y su pertenencia a la OTAN garantizan su seguridad. Sin embargo, las amenazas de Trump a Dinamarca y su intención de anexionar Groenlandia han evidenciado que ningún país europeo puede dar por descontado el compromiso de la primera potencia mundial con la defensa de su soberanía.
A diferencia de Noruega, el resto de países nórdicos han reforzado sus vínculos con los socios europeos en los últimos años. Suecia y Finlandia se han incorporado a la OTAN; Dinamarca ha eliminado la cláusula de exclusión voluntaria que la mantenía al margen de la política de defensa y seguridad de la Unión, y el Gobierno de Islandia ha anunciado su intención de celebrar el próximo año o en 2027 un referéndum sobre la adhesión a la UE.
Relación energética
Los comicios parlamentarios de este lunes —en un tercio de los municipios noruegos los colegios electorales también abrieron durante unas horas este domingo— se seguirán muy de cerca en Bruselas. Tras la imposición de sanciones a Rusia por la guerra en Ucrania, Noruega se ha convertido en el mayor proveedor de gas de Europa. Y el país escandinavo suministra electricidad a varios Estados miembros del norte del continente a través de 17 cables submarinos, un asunto que sí ha estado presente en el debate electoral. Distintos partidos defienden, ante el encarecimiento de la electricidad, revisar los contratos energéticos actuales; una medida que afectaría a Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Polonia, Estonia, Letonia y Lituania.
Algunos sondeos recientes reflejan que entre los jóvenes noruegos hay más partidarios de incorporarse a la UE que en el resto de la población. Ida Reffhaug, secretaria general de la organización Juventud Europea en Noruega, sostiene que muchos de los que rechazan una mayor integración con la UE perciben las instituciones comunitarias como “algo lejano y ajeno, que genera temor y supone una amenaza a la soberanía”. La veinteañera incide en que los nacidos después de 1976 no han tenido la posibilidad de pronunciarse nunca sobre la relación con la UE, aunque infinidad de directivas comunitarias les afectan en su día a día.
“Me resulta extraño que haya tanta gente que acepte estar en el EEE sin tener ninguna capacidad de decisión, porque eso sí que es menos democrático y supone una merma de la soberanía”, prosigue Reffhaug en su oficina en el centro de Oslo. “Creo que es imprescindible que entendamos que, en el mundo en el que vivimos, debemos formar parte de algo más grande. Es necesario que haya políticos noruegos en las instituciones comunitarias, defendiendo nuestros intereses y con capacidad para oponerse a las políticas con las que no estemos de acuerdo”, sentencia.
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