San Petersburgo despliega miles de cámaras para identificar a los ciudadanos “por razas”
Las autoridades locales argumentan que ese análisis permite “identificar la concentración de ciertas nacionalidades” y que “la policía tome las decisiones pertinentes”


Un proyecto llamado Ciudad Segura para escrutar a los ciudadanos según su piel. Las autoridades de la urbe rusa de San Petersburgo han anunciado la puesta en marcha de cámaras con inteligencia artificial incorporada que son capaces de identificar por la calle “hasta seis tipos de razas”. “Con este tipo de análisis identificamos la concentración de ciertas nacionalidades en determinados puntos de la ciudad y las fuerzas del orden pueden tomar las decisiones pertinentes”, ha manifestado el subdirector del Comité de Tecnologías de la localidad, Ígor Níkonov, sin especificar qué tipo de medidas tomará la policía o qué objetivos tienen unas autoridades que han estrechado el cerco sobre los inmigrantes desde que comenzó la guerra contra Ucrania.
El jefe del Comité de Relaciones Interétnicas, Oleg Kapitánov, planteó en primavera esta iniciativa bajo el pretexto de la lucha contra la inmigración ilegal. Solo un 43% de los residentes de la ciudad valoran positivamente la convivencia entre etnias. Según adelantó entonces el político, la ciudad podría contar con unas 8.000 cámaras de este tipo, aunque las autoridades no han confirmado cuántas han desplegado en total.
Este nuevo método de vigilancia refuerza aún más el gran hermano ruso. En Moscú hay desplegadas más de 230.000 cámaras con un sistema de identificación facial que registran todos los pasos de los ciudadanos. Según el ayuntamiento, entre 2020 y 2024 permitieron la localización y captura de 26.000 personas buscadas por la policía. Muchas de ellas, manifestantes que protestan contra la guerra y la persecución política.
El alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, ha anunciado este mismo martes que todos los extranjeros deberán confirmar su lugar de residencia desde el 1 de septiembre mediante la instalación de una aplicación en sus móviles. Este software de las autoridades tendrá acceso al teléfono del ciudadano que, además del pasaporte y otros documentos, tendrá que llevar consigo “una tarjeta personal con un código QR” para que los agentes de seguridad comprueben sus datos rápidamente.
“Hablamos de millones de migrantes en la región de Moscú. Se requieren soluciones tecnológicas sólidas para su control”, ha declarado Sobianin.
Los principales objetivos de estas acciones contra el extranjero son los inmigrantes de Asia central y del Cáucaso. En Rusia existe un tipo de permiso de trabajo, las llamadas patentes, que son expedidas a los ciudadanos de países de la Unión Económica Euroasiática que no necesitan visado, entre ellos Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán o Armenia. Desde el año pasado, varias regiones han comenzado a prohibir que puedan trabajar en algunos sectores económicos.
En San Petersburgo, ciudad de unos 5,6 millones de habitantes, alrededor de 200.000 personas trabajan con patentes. Las autoridades locales han prohibido que puedan ejercer como taxistas desde julio, el mismo veto que ya existe en unas 60 regiones más, como Kamchatka, Tartaristán y Omsk. En algunas de ellas, la prohibición para trabajar a los extranjeros también se extiende a la sanidad, la educación y el comercio, desde grandes superficies a pequeñas tiendas de productos.
Según recoge el diario local Fontanka, el diputado de la Duma Estatal Mijaíl Romanov propuso en febrero al Ayuntamiento de San Petersburgo que también vetase a los inmigrantes trabajar como repartidores. Según afirmó el político sobre un trabajo muy mal pagado, especialmente en el duro invierno ruso con peligrosas capas de hielo y a temperaturas de -20 grados bajo cero, “[los inmigrantes] van a toda velocidad en sus patinetes y atropellan a la gente. Molestan cuando se suben a los autobuses y tranvías, y existe información de que hay delincuentes que llevan droga”.
Su propuesta fue acogida por las autoridades locales. “Estamos trabajando en ello, ya verá el resultado”, le respondió el jefe del Comité de Relaciones Interétnicas de San Petersburgo.
El despliegue de las cámaras solo es una medida más en la institucionalización de la segregación étnica en Rusia. Una iniciativa estrella en este sentido ha sido la prohibición de la escolarización de los niños extranjeros que no superen con sobresaliente, un nueve sobre diez, un examen de la lengua rusa. Según la agencia estatal Roskomnadzor, solo ha superado la prueba un 7% de los menores que aspiraban a entrar en la escuela este año.
El veto a los alumnos extranjeros ha desatado las críticas no solo de defensores de los derechos humanos, sino también de algunas autoridades rusas. El presidente de la república de Tartaristán, Rustam Minnijánov, ha pedido a Moscú que lance cursos de ruso y “trate con cuidado” a los niños de familias inmigrantes.
“¿Cómo impedir que un niño vaya a la escuela? ¿Dónde debería estar? ¿Es culpa suya que no sepa el idioma? Cualquier niño aprenderá el idioma en tres o cuatro meses. Tenemos que tratarlo con cuidado. Es un niño, no tiene la culpa”, declaró Minnijánov la pasada semana.
Esta iniciativa se suma a otra reciente para el control total sobre el inmigrante. Desde julio, todos los ciudadanos extranjeros se han visto obligados a validar su teléfono móvil cediendo tanto su voz como la imagen de su retina a un banco de datos de las autoridades rusas.
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