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Claves sobre la cumbre en Alaska: ¿por qué Trump recibe a Putin? ¿Pueden lograr la paz en Ucrania?

La reunión busca avanzar sobre un posible alto el fuego tras tres años y medio de guerra. Las condiciones de Moscú dificultan ‘a priori’ el acuerdo. Si el resultado es positivo, el presidente estadounidense convocará a Zelenski

Manifestación este jueves en Alaska de partidarios de Ucrania.
Macarena Vidal Liy

Los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Rusia, Vladímir Putin, celebran este viernes en Anchorage, en el Estado norteamericano de Alaska, una cumbre sobre la que cuelga la etiqueta de histórica. Ambos abordarán el futuro de la guerra en Ucrania en una reunión en la que no estarán presentes ni el líder de ese país, Volodímir Zelenski, ni los aliados europeos. El mandatario estadounidense ha manifestado que cree que su interlocutor “está listo” para un acuerdo de paz. Pero en Kiev, y en Europa, se teme que los dos mandatarios acaben llegando a un pacto que pueda sentenciar a Ucrania. A continuación explicamos las claves de esta cumbre.

¿Por qué Trump acepta reunirse con Putin?

Durante la campaña electoral del pasado año, Trump prometió que pondría fin a la guerra en 24 horas obligando a ambas partes a negociar. Para el estadounidense, la reunión cumple una función doble: le permite reforzar la imagen que quiere presentar al mundo de sí mismo, de un estadista que consigue la paz en conflictos imposibles de solucionar y que merece por ello un premio Nobel. Pero también desvía la atención de otros problemas en el terreno nacional, desde el resurgimiento del escándalo en torno al multimillonario pederasta Jeffrey Epstein a la impopularidad de su ley presupuestaria.

¿Cómo se ha gestado esta cumbre?

En febrero, Trump sorprendió al mundo manteniendo una conversación telefónica con el ruso, la primera de un presidente estadounidense desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, y anunciando la apertura de negociaciones de paz. Entonces, el estadounidense ya planteó la posibilidad de una reunión cara a cara. Aceptaba los argumentos del Kremlin y, unas semanas después, abroncaba a Zelenski en el Despacho Oval. Pero la resistencia del ruso a aceptar un alto el fuego —la condición previa para unas negociaciones en firme— y las advertencias europeas contra las intenciones de Moscú hizo que esa idea fuera quedando de lado.

Mientras, Trump, aparentemente frustrado por las “largas” que le daba su homólogo, amenazaba con imponerle sanciones y aranceles secundarios contra el sector petrolero ruso. Putin propuso la reunión cara a cara el día 6, durante una conversación en Moscú con el enviado especial del estadounidense, Steve Witkoff, dos días antes de que expirase el ultimátum de Washington para las sanciones. Trump decidió aceptarla.

¿Qué está en juego?

El futuro de Ucrania, nada menos. Trump ha presentado el encuentro como una primera toma de contacto, un ejercicio para determinar si Putin tiene de verdad intención de acabar la guerra o simplemente quiere darle largas. Pero el riesgo está en que el ruso consiga atraerle a sus posiciones, algo que ya ha logrado con frecuencia en el pasado. Putin se resiste a un alto el fuego temporal porque las condiciones en el campo de batalla le son favorables. Y lo ha querido recordar con una intensificación de su ofensiva en la línea de frente.

El presidente ruso pretende atajar lo que describe como “las raíces” del conflicto. Esto es, bloquear definitivamente el ingreso de Ucrania en la OTAN, evitar el suministro de armamento occidental a Kiev y anexionarse las provincias ocupadas de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, incluidas las zonas donde Ucrania aún mantiene el control.

¿Por qué se ha excluido a Zelenski y los europeos?

Trump sostiene que la cumbre en Alaska solo es un encuentro preliminar y que le bastarán cinco minutos para saber si Putin tiene buenas intenciones o no. Si decide que no, eso será todo y terminarán los contactos. Si decide que sí, entonces se convocaría la reunión verdaderamente importante: un encuentro entre Putin y Zelenski sobre los términos para el fin de la guerra. Esa cumbre podría celebrarse en la propia Alaska, y también podrían estar presentes —o no— representantes europeos, según apuntó el estadounidense el jueves.

¿Cómo se va a desarrollar la cumbre?

Los dos líderes conversarán en una base militar, la base aérea de Elmendorf-Richardson, al norte de Anchorage, en las afueras de la ciudad. Primero aterrizará el anfitrión; Putin lo hará a las 11.00 hora local (21.00 hora peninsular española, 15.00 en Washington). Tras un apretón de manos a pie de pista, su reunión comenzará media hora después.

Ambos se reunirán primero a solas, con la única compañía de sus traductores. Después se incorporarán a la charla sus respectivos equipos de asesores, en una ronda que continuará con un almuerzo de trabajo. Concluidas las negociaciones, Trump tiene previsto ofrecer una rueda de prensa, en la que aún no está claro si participará su interlocutor ruso.

¿Qué es lo que quiere Trump de esta reunión?

Una victoria: lo que él pueda presentar como un paso adelante para poner fin al conflicto, o para normalizar las relaciones con Moscú. Los expertos consideran improbable que el ruso acceda de plano a un alto el fuego: desde su punto de vista, “sería prematuro porque cedería una carta muy potente sin obtener lo suficiente a cambio”, cree Lesia Ogryzko, del centro de análisis Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).

¿Qué papel tendrá Zelenski?

Trump ha prometido que, si considera que la reunión ha sido un éxito, le llamará de inmediato para notificarle los resultados, y después a los europeos. También le invitaría a la segunda reunión, la definitiva. Zelenski se ha mostrado abierto a participar, aunque rechaza absolutamente la cesión de suelo que reclama Putin. Especialmente si esa amputación territorial no viene acompañada de garantías de seguridad para impedir otra invasión en el futuro.

¿Por qué rechaza Zelenski la cesión territorial?

Legalmente, la Constitución de Ucrania se lo prohíbe: es algo que solo se puede aprobar por referéndum. La opinión pública ucrania está totalmente en contra. Defender esos territorios, claves para la identidad nacional del país, ha costado tres años y medio, decenas de miles de vidas y un enorme esfuerzo económico y militar. Ponerlos en manos rusas dejaría abierto el camino para que los tanques rusos pudieran llegar fácilmente a Kiev a través de una gran llanura en caso de una nueva invasión. Y recompensaría a Moscú por un acto de guerra contrario al derecho internacional.

¿Por qué se ha elegido a Alaska para esta cumbre?

Es un punto intermedio entre las dos capitales. También es territorio estadounidense que perteneció a Rusia hasta 1867, cuando Moscú lo vendió a Washington por 7,2 millones de dólares. Pisar suelo de EE UU aporta proyección internacional a Putin, un paria global desde el comienzo de la invasión. Al mismo tiempo, Alaska está muy alejada de las capitales europeas aliadas de Kiev. También es un Estado de mayoría republicana, y está lo suficientemente distante del resto del país como para minimizar el impacto de posibles protestas o incidentes que puedan molestar a alguno de los líderes.

¿Qué dicen los europeos sobre esta reunión?

El bloque europeo ha mantenido una avalancha de contactos diplomáticos, incluida una videoconferencia con Trump el miércoles, para asegurarse de que su opinión se tiene en cuenta en Anchorage. Los gobiernos europeos reclaman verdaderas negociaciones de paz, en las que Ucrania participe y se escuche su voz. Cualquier acuerdo, consideran, debe incluir garantías de seguridad para ese país clave para Europa. Según insisten una y otra vez, el futuro del continente depende de que Ucrania sea estable y próspera. Y se revuelven contra la idea de que quede como un país débil, inestable y vulnerable a nuevos ataques.

¿Se tratarán otros temas?

Tanto Putin como Trump tienen interés en la normalización entre sus dos países. El ruso ha apuntado que en Anchorage podrían abordarse cuestiones como la apertura de conversaciones sobre el control de armamento nuclear o cuestiones económicas.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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