El populista Nawrocki toma posesión como presidente de Polonia y acusa al Gobierno liberal de Tusk de “violar” la Constitución
El primer ministro responde al nuevo jefe de Estado que el Ejecutivo está “preparado para la confrontación”


El populista ultraconservador Karol Nawrocki se ha estrenado como jefe de Estado de Polonia acusando al Gobierno liberal de “violar regularmente” la Constitución. El primer ministro, el liberal de centroderecha Donald Tusk, respondió al discurso del nuevo presidente durante su toma de posesión con un mensaje igualmente desafiante: “El presidente Nawrocki se ha mostrado muy franco respecto a la confrontación con el Gobierno. Estamos preparados para ello”. El tono de enfrentamiento entre la presidencia y el Ejecutivo desde el primer momento augura la cohabitación conflictiva que todos esperaban.
“Polonia no está en el camino hacia el Estado de derecho”, ha afirmado Nawrocki ante el Sejm, la Cámara baja del Parlamento polaco, durante la ceremonia de juramento. “Es difícil considerar que un Estado sea legal cuando no hay un fiscal nacional elegido legalmente y cuando se viola regularmente el artículo 7 de la Constitución, que establece que las autoridades deben actuar sobre la base y dentro de los límites de la ley”, ha continuado el ahora jefe de Estado, que ha llegado al cargo auspiciado por el partido ultraconservador Ley y Justicia.
Nawrocki ha afirmado también que “los jueces no son dioses, sino que deben servir a la República de Polonia y a los ciudadanos polacos”. Ha asegurado además que no firmará nombramientos ni ascensos —una de sus prerrogativas como presidente, junto con otras como el veto legislativo— de jueces que violen la Constitución.
Tras las palabras del presidente se encuentra el mayor conflicto de Polonia con la UE, cuando estaba gobernada por PiS. El deterioro del Estado de derecho le costó al país procedimientos de infracción, la amenaza de retirarle su derecho a voto, y la congelación de 137.000 millones de euros. Este miércoles, el nuevo jefe de Estado reafirma que su visión sobre el poder judicial se alinea con la de Ley y Justicia, cuyos diputados han aplaudido efusivamente esta parte del discurso y han coreado “¡Constitución! ¡Constitución!“.
Tusk llegó al poder con la promesa, entre otras, de limpiar las instituciones tomadas por PiS y restaurar la independencia judicial. Con el antecesor de Nawrocki, Andrzej Duda, en contra, el Ejecutivo liberal arrancó su mandato sorteando las dificultades con decisiones creativas y, en alguna ocasión, de dudosa legalidad. También decidió ignorar de forma sistemática las decisiones del Tribunal Constitucional, que considera ilegítimo y controlado por jueces afines a PiS. Hasta el momento, ninguna de las reformas legislativas que prometió a Bruselas, que se iban a topar la oposición de Duda, ha visto la luz. El nuevo presidente ha dejado claro que, con él, tampoco prosperarán.
Nawrocki ha anunciado que va a crear un “consejo para la reparación del sistema estatal”, así como su intención de trabajar en una nueva Constitución que esté lista en 2030. “Creo que el palacio presidencial se convertirá en un lugar de diálogo, de conversación sobre la reparación coherente del sistema de la República de Polonia”, ha afirmado.
En su intervención, el presidente se ha comprometido a ser “la voz de aquellos que quieren una Polonia soberana, una Polonia que forme parte de la UE, pero una Polonia que no sea la Unión Europea, sino que siga siendo Polonia”. “(El país) ya no puede seguir siendo una filial económica de nuestros vecinos occidentales ni de la UE en su conjunto”, ha dicho el dirigente nacionalpopulista, neófito en política y hasta ahora, director del Instituto de la Memoria Nacional. “Nunca aceptaré que la UE le quite competencias a Polonia”, ha subrayado.
Karol Nawrocki, que ganó por un 50,89% de apoyos, frente al 48,11% del alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, ha reivindicado su victoria “a pesar de la propaganda electoral, las mentiras, el teatro político y el desprecio”.
Un Gobierno listo para la guerra
Tusk ha reorganizado su equipo con un nuevo ministro de Justicia —el juez Waldemar Zurek perseguido por el Gobierno de PiS—, listo para enfrentarse al bloqueo de Nawrocki, y el ascenso del ministro de Exteriores, Radoslaw Sikorski, a vice primer ministro, listo para la guerra con el palacio presidencial. “Cuando se trata de la disposición a ‘construir las bases del Estado de derecho en Polonia’, podría considerarlo un intento de broma o burla por parte del presidente Nawrocki y los escaños del PiS”, ha ironizado el primer ministro tras el discurso.
“Escuché este discurso con serenidad y con la esperanza de que en cuestiones clave, como la seguridad y el ejército polaco, encontraremos espacio para la cooperación”, ha manifestado. Pero también ha advertido: “Espero que el tono beligerante del mensaje no tenga consecuencias prácticas. En su discurso, el presidente Nawrocki se mostró muy franco respecto a la confrontación con el Gobierno. Estamos preparados para ello”. En el mismo tono, le ha recordado que la Constitución es clara respecto a las competencias de los poderes del Estado: “El presidente, representa, y el Gobierno, gobierna”.
Tusk no huirá la confrontación con Nawrocki. Al contrario, la polarización le viene bien electoralmente y no tiene reparos en azuzarla. Apenas 22 minutos antes de la ceremonia de toma de posesión, compartía un vídeo en redes sociales en el que hacía “un llamamiento a todos los polacos para quienes hoy es un día triste y decepcionante”. “Todos creíamos que la honestidad, la bondad y el amor prevalecerían. Y lo que ha ocurrido pone a prueba nuestra fe”, continuaba sin nombrar al presidente. “Esperabais que hoy por fin terminaran 10 años de vergüenza, tristeza y miedo por nuestra patria. Mientras tanto, nuevos temores se suman a los antiguos”, añadió, apelando a la movilización de los liberales.
Antes, en otro mensaje, también sugería que la cohabitación será problemática: “Como primer ministro, he trabajado con tres presidentes hasta ahora. Con Lech Kaczynski, la convivencia fue difícil, pero no hostil; con Bronislaw Komorowski, amigable, pero exigente; con Andrzej Duda, sencilla y muy predecible. ¿Y con el cuarto? Ya nos las arreglaremos".
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