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La fiscal general Bondi avisó en mayo a Trump de que su nombre figuraba en los ‘papeles de Epstein’

La exclusiva de ‘The Wall Street Journal’ llega pocas horas antes de que un comité del Congreso cite a declarar a Ghislaine Maxwell, socia del millonario pederasta, y al Departamento de Justicia

Dos mujeres marchan con una imagen en la que se ve a Trump y a Epstein, el pasado 14 de junio, en Dallas (Texas).
Iker Seisdedos

Los frentes del caso Epstein se multiplican para Donald Trump. The Wall Street Journal publicó este miércoles que el Departamento de Justicia avisó en mayo al presidente de Estados Unidos de que su nombre aparecía “en múltiples ocasiones” en los papeles de Epstein, el millonario pederasta que murió en 2019 mientras estaba bajo custodia policial a la espera de su juicio por tráfico sexual de menores. Salir citado en esos documentos −cuyo contexto no ha trascendido− no implica que Trump sea culpable de ningún delito, pero sí puede resultar indicativo de los motivos de la decisión de su Administración, anunciada hace un par de semanas, de no hacer públicos esos archivos, pese a que tanto sus aliados como él mismo lo prometieron insistentemente.

A las pocas horas, un comité del Congreso citó a declarar a Ghislaine Maxwell, socia del millonario pederasta, que fue hallada culpable de participar en su red de explotación sexual de menores y de un delito de perjurio, y cumple condena de 20 años en una cárcel de Florida. La iniciativa, que fija la fecha del 11 de agosto, contó con el apoyo de tres representantes republicanos (Nancy Mace, de Carolina del Sur, Brian Jack, de Georgia y Scott Perry, de Pensilvania), además de con el de todos los demócratas del Comité de la Cámara de Representantes sobre Supervisión y Rendición de Cuentas. Ese órgano también requirió al Departamento de Justicia la entrega de los documentos relativos al polémico caso.

El Journal cita en su información el testimonio de varios funcionarios que hablan desde el anonimato. Es sabido que Trump y Epstein mantuvieron una relación de amistad de 15 años, que se rompió, según el presidente de Estados Unidos, en 2004, un año antes de que empezara la investigación del primer juicio contra el financiero, que se saldó en Florida con una condena leve y una temporada de un año entre rejas. Mucho antes también de que Epstein fuera procesado y muriera en Nueva York, dejando a las víctimas sin el consuelo de verlo sentado en el banquillo. Entonces, Trump ya era presidente por primera vez.

La fiscal general, Pam Bondi, le dijo en aquella reunión de mayo, y siempre según el Journal, que en esos miles de documentos había muchos rumores sobre “mucha gente, Trump incluido”. También comunicó al presidente de Estados Unidos, cuyo nombre ya había salido a relucir en desclasificaciones previas, su decisión de no hacerlos públicos, porque contenían “pornografía infantil” e información personal de las víctimas.

Esa decisión se hizo realidad el pasado 7 julio, cuando el Departamento de Justicia y el FBI publicaron un documento que fue un jarro de agua fría para quienes, desde el movimiento MAGA (Make America Great Again) pedían la publicación de los papeles de Epstein. Las teorías de la conspiración que hay en torno a ese material sostienen que incluye una lista de ricos y poderosos que participaban en las orgías con memores del millonario pederasta. Los que sospechan de la versión oficial también dudan de que realmente se suicidara, y creen que lo asesinaron para impedir que tirara de la manta.

“Se trata de otra noticia falsa, como la historia anterior de The Wall Street Journal”, respondió al diario conservador el director del departamento de comunicación de la Casa Blanca, Steven Cheung, en referencia a una noticia publicada el jueves pasado por el Journal que daba cuenta de una carta subida de tono enviada por Trump a Epstein con motivo del cincuenta cumpleaños de este, en 2003, que aquel dice que es falsa.

El presidente de Estados Unidos, que lleva varios días tratando de desviar la atención del escándalo provocado por la decisión de no publicar los archivos de su examigo con toda clase de argucias −entre ellas, una acusación de traición a Barack Obama− denunció el pasado viernes por libelo y calumnia al periódico, que es propiedad de Rupert Murdoch, otro amigo. Exige más de 10.000 millones de dólares de compensación.

A principios de junio, Elon Musk, en medio de la monumental bronca en directo con Trump, que acabó en explosivo divorcio de los que hasta la semana anterior habían sido estrechos aliados políticos, escribió en el siguiente tuit, que luego borró: “@realDonaldTrump figura en la lista Epstein.Esa es la verdadera razón por la que no se ha hecho pública”.

El primer juicio

En el convulso frente de las noticias sobre el caso, este miércoles también se supo que la jueza federal de Florida Robin L. Rosenberg había denegado la petición de la fiscal general Bondi, que el viernes le pidió que hiciera públicos los documentos correspondientes a los trabajos del gran jurado en el primero de los dos juicios contra Epstein. Este se saldó con un acuerdo con la fiscalía y un considerable escándalo, dado que la acusación representaba a decenas de menores abusadas por el poderoso millonario en su mansión de Palm Beach.

Jeffrey Epstein

Bondi, siguiendo las instrucciones del presidente Trump también cursó su petición a los jueces encargados del caso contra Epstein abierto por un delito de tráfico sexual de menores en Nueva York en 2019, año en el que el millonario pederasta murió en una celda de Manhattan en lo que el forense concluyó que fue un suicidio, y del proceso contra su exnovia y amiga íntima, Ghislaine Maxwell, que cumple una condena de 20 años de prisión por su papel como conseguidora de Epstein. Los magistrados de esos casos aún no se han pronunciado.

Lo que perseguían Trump y Bondi era ofrecer a la opinión pública una pequeña parte de los papeles de Epstein: las actas del gran jurado, ese grupo de ciudadanos que, en el ordenamiento jurídico estadounidense, intervienen en una fase preliminar para, guiados por el fiscal, tomar testimonios, efectuar determinadas pruebas y decidir si el asunto debe seguir adelante. Son confidenciales, y los magistrados tienen que buscar el acuerdo de las víctimas y los testigos, por lo que era posible que la petición fuera denegada.

Con esa solicitud, buscaban también apaciguar la revuelta de los simpatizantes MAGA (Make America Great Again), decepcionados con el anuncio de que el Departamento de Justicia y el FBI habían concluido que no existe la lista Epstein y que este se suicidó.

La decisión de este miércoles de la jueza de Florida complica la estrategia de Trump de ofrecer algo con la esperanza de ganar tiempo y de que los suyos, y los demócratas que exigen la divulgación de todos los documentos del caso, olviden sus demandas.

“Las manos atadas”

La jueza Rosenberg escribe en su resolución judicial que se ve con “las manos atadas”, porque los tribunales de distrito generalmente tienen prohibido revelar el testimonio del gran jurado, salvo en circunstancias muy concretas.

El juicio contra Epstein en Florida se saldó con una condena leve, y con el disgusto de las víctimas, que sintieron que aquel se había salido con la suya por ser un hombre rico y poderoso. En aquel episodio fue esencial la figura del fiscal Alex Acosta, que accedió a un acuerdo con Epstein, que años después le costó su puesto al frente del Departamento de Trabajo, cuando, al calor del movimiento Me Too, las acusaciones contra el millonario pederasta resucitaron, junto a las críticas por el trabajo de Acosta, que fue uno de los miembros del Gabinete de la primera presidencia de Trump.

El martes, se había conocido también la intención del vicefiscal general, Todd Blanche, que antes fue abogado personal de Trump, de reunirse “en los próximos días” con Maxwell, que no solo reclutaba a las menores de las que este abusaba; también, en ocasiones, participaba de esos abusos. Maxwell ha expresado su deseo de beneficiarse de un perdón de las autoridades.

Horas después, el speaker republicano, Mike Johnson, ordenó adelantar el comienzo del receso de agosto de la Cámara de Representantes para evitar que se celebren incómodos debates, como pedían los demócratas y un puñado de republicanos disgustados con su líder. Johnson es uno de los políticos de Washington más fieles a Trump, y con esa decisión suscribe la estrategia del presidente, que ya no sabe cómo hacer para que pase la tormenta.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal jefe de EL PAÍS en EE UU. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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