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Von der Leyen supera una moción de censura en el Parlamento Europeo tras hacer concesiones a socialdemócratas y liberales

La presidenta de la Comisión Europea se compromete a mantener un fondo social en el próximo presupuesto plurianual de la UE

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Estrasburgo esta semana.
Silvia Ayuso

Ursula von der Leyen se sentía tan segura de superar la votación de este jueves en Estrasburgo de la moción de censura presentada por una parte de las fuerzas más ultras de la Eurocámara, que partió a Roma la víspera para participar en una conferencia sobre Ucrania. Tras asegurarse el no de los liberales y los socialdemócratas, la votación no ha tenido grandes sorpresas. Estos grupos afirman que, a cambio de su apoyo, la presidenta de la Comisión Europea se ha comprometido a mantener un fondo social en el próximo presupuesto plurianual. La moción ha sido rechazada por 360 votos, frente a solo 175 a favor de censurar a la jefa del Ejecutivo europeo y 18 abstenciones.

El resultado queda así muy lejos de la doble mayoría —dos tercios de los votos emitidos y un mínimo de 361 apoyos— requerida para que saliera adelante la moción, presentada por el eurodiputado rumano ultra Gheorge Piperea, que milita en el grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR). No obstante, buena parte de su propia formación se había desmarcado desde el principio de su propuesta: solo 39 de sus 78 miembros han votado sí a la censura de Von der Leyen, la mayoría decidió no acudir a la votación.

El origen de la moción es el llamado Pfizergate, que estalló en abril de 2021 y parte de la negativa de Von der Leyen a revelar los mensajes privados que intercambió con el jefe de la farmacéutica Pfizer, Albert Bourla, durante la negociación de las multimillonarias compras de vacunas anticovid. Von der Leyen ha rechazado las acusaciones de opacidad o supuesta corrupción.

La iniciativa ha sido respaldada sobre todo por las fuerzas más ultras de la Eurocámara: la mayor parte de los síes procede del grupo Patriotas, incluidos los de cuatro de los seis eurodiputados de Vox. También ha votado el presidente parlamentario de ese grupo, Jordan Bardella, del francés Reagrupamiento Nacional, de nuevo en la mira de las autoridades judiciales por sospechas de malversación de fondos europeos. Solo un eurodiputado liberal y otro socialdemócrata, así como 13 del grupo La Izquierda (ninguno español) han apoyado la censura.

Aunque el rechazo a la propuesta, que habría hecho caer probablemente a toda la Comisión Europea, ha sido contundente, la jefa del Ejecutivo europeo no sale indemne del proceso: además de haber tenido que hacer concesiones de cara al presupuesto plurianual que su equipo presenta la semana que viene, la alemana ha recibido una llamada de atención muy seria sobre sus constantes guiños a líderes ultras como la italiana Giorgia Meloni —con la que se vio este mismo jueves de nuevo— y sobre los constantes pactos que hace su familia política, el Partido Popular Europeo (PPE), con las fuerzas más a la derecha del hemiciclo, en vez de apostar por la tradicional mayoría proeuropea del Parlamento.

“Votamos NO a la ultraderecha y sus iniciativas destructivas”, había adelantado la presidenta de los Socialistas y Demócratas (S&D), Iratxe García, en las redes sociales. Aun así, según explicó en un comunicado, este voto no es una carta blanca a Von der Leyen: “Nuestro voto no significa que no seamos críticos con la Comisión Europea. Los recientes giros de Von der Leyen hacia promesas a la extrema derecha son un motivo de gran alarma para nuestro grupo”, advirtió. La conservadora Von der Leyen “debe entender que no vamos a hacer la vista gorda ante el doble juego que hacen el PPE y su presidente, Manfred Weber, en la Eurocámara. La confianza entre las fuerzas proeuropeas y democráticas está más dañada que nunca”, advirtió.

Del mismo modo, Renew, el grupo liberal, había decidido no apoyar una moción que habría supuesto, dijo su presidenta, Valérie Hayer, “legitimizar la agenda [de la extrema derecha] o jugar sus juegos”. Sin embargo, también subrayó que su “no a la moción no es un cheque en blanco a la Comisión”, a la que exige un cambio.

“La presidenta Von der Leyen debe mantener su promesa y restaurar la confianza con los grupos parlamentarios que la eligieron. No se puede dar por sentada una mayoría operativa, se debe ganar mediante el diálogo, la cooperación y el respeto”, reclamó la francesa.

Von der Leyen rebatió el lunes en Estrasburgo la moción como “otro crudo intento de provocar una brecha entre las instituciones y entre las fuerzas proeuropeas y democráticas” en la Eurocámara. Y acusó a los instigadores de la iniciativa de pertenecer a unas fuerzas extremistas “apoyadas por enemigos y por sus titiriteros en Rusia y otras partes”. Consciente, sin embargo, de la tensión entre las fuerzas proeuropeas, en los pasados días se reunió con los líderes de los grupos que posibilitaron su reelección el año pasado: además del PPE, en el que milita, con S&D, Renew y los Verdes. Según fuentes socialdemócratas, la alemana se comprometió a incluir de nuevo el Fondo Social Europeo Plus (FSE+), el principal instrumento de la UE para invertir en las personas y respaldar el pilar europeo de derechos sociales, en las negociaciones del presupuesto plurianual (MFF, por sus siglas en inglés).

Pese a evitar su caída, las fuerzas proeuropeas han dejado claro este jueves que no bajarán la guardia y que su apoyo, a partir de ahora, “no será automático”. Y fijan el debate sobre el Estado de la UE, el discurso que hace la presidenta de la Comisión al inicio del curso legislativo en otoño, como la prueba de fuego para que la alemana demuestre que ha escuchado de verdad sus advertencias.

La tensión está al máximo entre las fuerzas proeuropeas del Parlamento, por lo que socialdemócratas y liberales consideran un “doble juego” del PPE, que busca mayorías con la extrema derecha cuando no consigue el apoyo de sus tradicionales aliados. Ello quedó en evidencia otra vez esta misma semana, más allá de la moción de censura.

Los negacionistas climáticos de Patriotas, que han proclamado su intención de acabar con el Pacto Verde europeo, lograron esta semana hacerse con el liderazgo en la tramitación parlamentaria de una normativa medioambiental clave: la propuesta de ley que fija como objetivo para 2040 reducir un 90% las emisiones de efecto invernadero. En un intento de mitigar el impacto negativo de esta maniobra —que permitirá a los ultras controlar y, eventualmente, ralentizar los tiempos de su tramitación—, socialdemócratas, liberales y verdes propusieron el miércoles un procedimiento legislativo para acelerar la tramitación propuesta, con el fin de evitar retrasos. La moción fue rechazada, al no obtener suficientes apoyos porque la mayor parte del PPE votó en contra.

“Lamentablemente, el PPE se ha unido a los ultras para bloquear un procedimiento que les habría restado protagonismo en el proceso legislativo, dejando claro de qué lado está hoy en Europa la antigua democracia cristiana: del lado de quienes quieren dinamitar el consenso democrático europeo”, critica el eurodiputado socialista Javi López.

En las pasadas semanas, liberales, verdes y socialdemócratas también habían criticado duramente a la Comisión —es decir, a Von der Leyen— por la retirada, en plenas negociaciones, de una ley para luchar contra el ecopostureo, algo que atribuyeron a una cesión de la líder conservadora a las fuerzas más ultras de la Eurocámara.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.
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