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Von der Leyen afronta una semana clave para su credibilidad con una moción de censura en el Parlamento Europeo

La votación contra la presidenta de la Comisión se planteó por la escasa transparencia en la compra de vacunas Pfizer. Aunque es prácticamente imposible que prospere, supone un serio toque de atención

La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen
Silvia Ayuso

La guerra comercial con Estados Unidos no es lo único que inquieta a Ursula von der Leyen. Más allá del todavía impredecible pulso con Washington, la presidenta de la Comisión Europea afronta esta semana una prueba crucial en Estrasburgo, donde el Parlamento Europeo la someterá el jueves a una moción de censura impulsada por eurodiputados ultras. Aunque no tiene visos de triunfar, la votación —que fue precedida por un duro debate este lunes— es una muestra del creciente descontento con la gestión de la alemana.

Los grupos de centroizquierda y los verdes, aunque no apoyarán la moción, han criticado a Von der Leyen. Exigen que su grupo político, el Partido Popular Europeo (PPE), deje de alinearse con las fuerzas más ultras y apueste de una vez por la mayoría proeuropea de la Cámara que permitió la reelección de su candidata el año pasado.

“Esta moción es un asalto reaccionario al corazón del proyecto europeo”, ha declarado ante el pleno la presidenta de los Socialistas y Demócratas (S&D), Iratxe García, al anunciar que su grupo no apoyará la votación del jueves. Pero ha añadido que la moción es también el “resultado directo del fracaso” de la estrategia del presidente del PPE, Manfred Weber, en la Eurocámara, donde, ha recordado, los populares “piden responsabilidad a los grupos proeuropeos mientras negocian políticas con la extrema derecha”.

También la presidenta de los liberales de Renew, Valérie Hayer, les ha reprochado a Weber y Von der Leyen haber “permitido que el PPE favorezca alianzas con la extrema derecha”.

La moción de censura fue impulsada por el eurodiputado rumano ultra Gheorge Piperea, que milita en el grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), aunque no tiene el apoyo de dos tercios de la formación para esta propuesta. El origen es el denominado Pfizergate: un escándalo que estalló en abril de 2021, que también ha llegado a la justicia y que tiene su origen en la negativa de Von der Leyen a revelar los mensajes privados que intercambió con el jefe de la farmacéutica Pfizer, Albert Bourla, durante la negociación de las multimillonarias compras de vacunas anticovid.

En mayo, el Tribunal General de la UE (TGUE) ya le dio un fuerte toque de atención a Von der Leyen al fallar que la Comisión actuó de forma incorrecta al rechazar la demanda del diario estadounidense The New York Times de acceder a esos mensajes.

Von der Leyen, que se ha rodeado de sus comisarios para declarar ante el pleno en Estrasburgo, ha rechazado las acusaciones de “opacidad” y los “indicios de abuso de poder y corrupción” que le ha reprochado el eurodiputado rumano bajo los aplausos de colegas ultras. Y ha arremetido, en un tono inusualmente duro, contra lo que ha calificado como “otro crudo intento de provocar una brecha entre las instituciones y entre las fuerzas proeuropeas y democráticas” en la Eurocámara por unas fuerzas extremistas “apoyadas por enemigos y por sus titiriteros en Rusia y otras partes”.

Piperea ha logrado reunir en total 77 eurodiputados para su propuesta (el mínimo para que saliera adelante eran 72, el 10% de los totales), entre ellos el español Alvise Pérez. Todos pertenecen a los sectores más a la derecha del hemiciclo europeo.

El texto que será votado el jueves afirma que “la Comisión dirigida por la presidenta Ursula von der Leyen ya no cuenta con la confianza del Parlamento para defender los principios de transparencia, responsabilidad y buena gobernanza esenciales para una Unión democrática”. Y reclama “que dimita, debido a sus reiterados fracasos a la hora de garantizar la transparencia y a su persistente desprecio por el control democrático y el Estado de derecho en la Unión”.

Además del caso de las vacunas, la moción de censura cita como agravios lo que considera una “interferencia ilegal de la Comisión en las elecciones de los Estados miembros, a través de una aplicación errónea de la Ley de Servicios Digitales (DSA)”. Alude así a la investigación que abrió contra TikTok tras la primera vuelta de las elecciones rumanas de noviembre de 2024, finalmente anuladas, en las que venció el candidato ultranacionalista prorruso Calin Georgescu.

También reprocha a Von der Leyen haber dejado de lado a la Eurocámara de la negociación de SAFE, el fondo europeo de préstamos por 150.000 millones de euros, para financiar compras conjuntas en defensa, hecho que ha provocado protestas de otros sectores del Parlamento Europeo.

Se da por altamente improbable que la moción de censura salga adelante, ya que para prosperar se requieren dos tercios de los votos emitidos y que estos representen a una mayoría simple del total del hemiciclo. Y todos los grupos proeuropeos, desde el PPE de Von der Leyen a S&D, los liberales de Renew y los verdes, ya han dicho que votarán en contra. Incluso dentro de ECR hay fuertes divisiones al respecto.

Una forma de presión

No obstante, socialdemócratas, liberales y verdes han visto en esta votación y, sobre todo, en el debate de este lunes, una oportunidad para presionar a la alemana y a su grupo para que deje de flirtear con los grupos de extrema derecha en determinadas iniciativas cuando no recibe el apoyo de las fuerzas proeuropeas en la Eurocámara.

El PPE es la principal fuerza de la Eurocámara, con 188 eurodiputados. Tradicionalmente, venía haciendo pactos con socialdemócratas y liberales, con los que hasta el mandato anterior sumaba una mayoría holgada. Tras las elecciones del año pasado, que dieron un fuerte impulso a los grupos ultras, el PPE se ha apoyado reiteradamente en estas fuerzas, en un doble juego muy criticado por los grupos proeuropeos. Estos no han perdido ocasión este lunes de recordarle a su jefe Weber que precisamente un eurodiputado del grupo ECR con el que defiende negociar es el responsable de la moción de censura ahora presentada.

Weber ha rechazado los reproches, afirmando que su grupo es, “a menudo, la única posibilidad de detener la base autoritaria en Europa. Por eso no necesitamos ninguna lección sobre cómo luchar contra el populismo de derechas en Europa”.

“Señor Weber, dice que no le leamos la cartilla ni le demos lecciones, pero cuando habla de nuevas mayorías, ¿en qué está pensando? Porque no hay una mayoría de derechas sin la extrema derecha. Cuando habla de nuevas mayorías, es con ellos”, le ha respondido el copresidente de los Verdes, Bas Eickhout. Para socialdemócratas, liberales y verdes, la moción de censura impulsada por los eurodiputados más a la derecha del arco político debería servir de prueba definitiva al PPE de que lo que califican como un doble juego que acabará por pasarle factura: “Usted está alimentando a la bestia y esta un día se lo va a comer”, le ha advertido Eickhout al alemán.

En una señal de que la presidenta de la Comisión Europea parece haber entendido por fin el aviso a navegantes de las fuerzas proeuropeas, Von der Leyen ha asegurado haber escuchado las inquietudes “alto y claro”. Y aunque ha reconocido que “no siempre” se podrá estar de acuerdo en todo, ha asegurado: “Siempre estaré abierta a encontrar soluciones comunes con las fuerzas proeuropeístas y prodemocracia de esta cámara”. La jefa del Ejecutivo europeo permanecerá este martes en Estrasburgo, donde además tiene previsto reunirse con los líderes del PPE, S&D y Renew, la plataforma que la aupó a un segundo mandato, así como con los Verdes que también votaron a su favor.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.
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