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Josep Borrell, en el foro World in Progress: “Abolir USAID es la decisión más dramática de Trump”

José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia, observa con optimismo la cumbre de Sevilla, en la que el mundo busca nuevas fórmulas para el desarrollo del sur global tras el repliegue de EE UU

Diálogo 'World In Progress' entre José Antonio Ocampo, exministro de Hacienda de Colombia, y Josep Borrell, ex alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.Foto: MOEH ATITAR | Vídeo: EPV
Ignacio Fariza

El paradigma de la cooperación al desarrollo tejido por Occidente durante décadas dio un vuelco a finales de enero. Donald Trump, recién regresado al 1.600 de la avenida Pensilvania de Washington, decretaba el olvido a los más pobres del planeta durante al menos cuatro años, los que estará en el poder. La congelación y posterior desmantelamiento de la agencia de cooperación al desarrollo de Estados Unidos (USAID), la mayor agencia de cooperación del mundo, era una enmienda a la totalidad de la política seguida durante décadas por demócratas y republicanos. Cinco largos meses después y bajo la batuta de la ONU, el resto del mundo se cita en Sevilla para llenar ese vacío y dibujar un nuevo horizonte para el desarrollo. Un reto que ha empezado a tratarse este viernes en el foro de análisis económico, político y de pensamiento World in Progress, organizado por el Grupo Prisa (editor de EL PAÍS) y celebrado este viernes en Madrid.

No será fácil. Los frentes son múltiples, casi inabarcables. Hay dos grandes guerras abiertas (Ucrania y Oriente Próximo) que, a su vez, opacan un sinfín de conflictos olvidados, sobre todo en África. La deuda aprieta, con varios países pobres y en vías de desarrollo pendiendo de un hilo. La cooperación tributaria entre países, eterno caballo de batalla en la lucha contra los paraísos fiscales y asimilados, se ha estancado y Washington amenaza con darle la estocada. Y está por ver, en fin, en qué termina el impulso retórico a los proyectos verdes y de apoyo a la biodiversidad, un campo en el que la retirada estadounidense es particularmente dañina. Muchos temas a abordar en la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU, que se celebrará entre el lunes y el jueves de la semana que viene bajo el abrasador calor sevillano.

El presidente del Grupo Prisa, Joseph Oughourlian, este viernes en el foro de diálogo 'World In Progress'.

“El contexto global es complicado”, ha reconocido el presidente del Grupo Prisa, Joseph Oughourlian, en la apertura de la sesión del foro World in Progress. “Lo multilateral y los valores que guiaban nuestras sociedades y el mundo que siguió a la Segunda Guerra Mundial no están de moda: la moda hoy es el unilateralismo”, ha subrayado en la apertura de la charla entre José Antonio Ocampo —profesor de la Universidad de Columbia y jefe del grupo de expertos que en los últimos meses ha tratado de poner su impronta sobre los temas a tratar en la cumbre— y Josep Borrell —alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad hasta diciembre del año pasado—.

Fuera de foco en una agenda internacional copada por los conflictos bélicos y las bravuconadas de Trump hay, sin embargo, otras realidades acuciantes que cobrarán protagonismo en la capital andaluza bajo la batuta de Naciones Unidas. Una empresa difícil, en una coyuntura aún más difícil, pero con algunos elementos que —a juicio de Ocampo— invitan a un cauto optimismo.

“Aunque haya muchos puntos ausentes, el consenso de Sevilla es un buen texto”, ha confiado el economista colombiano. Se retoma, ha recordado, el objetivo de triplicar el crédito de los bancos multilaterales de desarrollo. Se aprecia, además, un “avance importante” en sostenibilidad, tanto en la lucha contra el cambio climático como en la preservación de la biodiversidad. Y se recoge la importancia de la cooperación en materia tributaria, un gran debe histórico.

Hasta ahí, los presumibles pasos en la buena dirección que saldrán de la cita andaluza. En deuda externa —el asunto “más urgente” del encuentro en palabras de Ocampo, con varios países atrapados, sobre todo africanos, pero también asiáticos (Sri Lanka) y americanos (Argentina, Ecuador)—, “no se va lo suficientemente lejos”, dejando el grueso del trabajo para la cumbre del G-20 que acogerá Sudáfrica en noviembre. El comercio —“pese al riesgo de caída y fragmentación de los intercambios por las políticas arancelarias de EE UU”— es otra gran laguna. Y hay, sobre todo, un capítulo en el que el margen de mejora es enorme y los avances, en cambio, son escasos: los derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional (FMI), activos de reserva infrautilizados para el desarrollo. “Solo se usan el 8% de los emitidos y se podrían utilizar mucho más”, ha recordado el exministro colombiano de Hacienda.

José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia (EE UU), durante la mesa redonda.

“Es sangrante que haya tanto dinero durmiente con los derechos de giro”, ha criticado, a su lado, Borrell, en una mesa redonda moderada por la redactora jefa de Internacional de EL PAÍS, Lucía Abellán. Aún más tras un periodo, el transcurrido desde el fin de la pandemia, en el que “las respuestas a las crisis de liquidez han sido lentas e inadecuadas”.

Crítico con el rumbo que han tomado en las últimas semanas las negociaciones para salir de Sevilla con un compromiso claro, sobre todo con la exclusión del texto de puntos clave —como la necesaria reducción del peso de los combustibles fósiles en la matriz energética global—, el exministro español de Exteriores ha recordado la dificultad de negociar “cuestiones tan técnicas” en pleno desmantelamiento de la ayuda al desarrollo de EE UU.

Sin Washington, muchas incógnitas

La abolición de USAID y, con ella, el final de su participación en la ayuda al desarrollo es, según Borrell, “la decisión más dramática y una de las más nefastas” que ha tomado Trump desde su regreso a la Casa Blanca. “Entiendo que en Sevilla este tema saldrá a la superficie, porque, aunque pueda sonar demagógico, la realidad es que el hombre más rico del mundo [Elon Musk, a quien Trump confió el tijeretazo] ha firmado la condena de los niños más pobres del mundo”, ha remarcado.

Josep Borrell, en un momento del acto.

La retirada estadounidense es, al margen de lo mollar —un drama para decenas de millones de personas cuya suerte vital depende de la ayuda al desarrollo—, una ocasión de oro para que el resto de grandes potencias ocupen un espacio ahora expedito. Con una gran incógnita en el horizonte: ¿es realmente posible suplir la ausencia de EE UU? “Sí lo es”, confía Ocampo. Primero, dice, porque pese a algunos sonoros retrocesos —el Reino Unido ha anunciado un fuerte tajo a las partidas de ayuda al desarrollo y Francia amaga con tomar una senda similar— el continente europeo está, en términos relativos, “muy por encima” de la contribución estadounidense.

Segundo, por la fulgurante irrupción de China en el mapa mundial de la cooperación, con grandes proyectos de infraestructuras en África y América Latina. Hay, en palabras del profesor de Columbia (Nueva York), “nuevos actores y posibilidades interesantes [al margen de EE UU], aunque otros, como la India, deberían despertar en este ámbito: tanto por su tamaño como porque es la economía más dinámica del mundo”.

Otro enfoque en la UE

“Claro que la retirada de EE UU abre una oportunidad para los demás. Pero los demás son, sobre todo, China: allá donde voy, veo una retirada de Occidente en desarrollo y mucha, mucha China”, ha enfatizado Borrell. “En Europa, en cambio, el cargo de comisario de [Cooperación Internacional y] Desarrollo ha desaparecido para darle otra óptica, la de garantizar materiales críticos y nuevos mercados para nuestras empresas. Y los nombres, como decía el filósofo Gustavo Bueno, importan”.

Pekín, entretanto, sigue con paso firme y mirada “de largo plazo”, según Borrell. No solo en cooperación. “Acaba de inaugurar el mayor oleoducto de África, un ejemplo bastante impactante, y ya es el principal socio comercial de América Latina… Nosotros [los europeos] no vamos a poder reemplazarla, pero sí podemos tener un papel mucho más fino. Sobre todo, en armar la sociedad civil y en la defensa de los derechos humanos…”, ha urgido el ex alto representante. “Eso es algo que China no va a hacer, y Europa sí”. No hay tiempo que perder. Ni en Sevilla ni, sobre todo, después.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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