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Trump amenaza ahora a la Unión Europea con aranceles del 50% desde el 1 de junio

El presidente de Estados Unidos dice que las negociaciones con los países europeos “no llevan a ninguna parte”

Donald Trump, antes de firmar órdenes ejecutivas en la Casa Blanca, este viernes.Foto: Kent Nishimura (Reuters) | Vídeo: AP
Miguel Jiménez

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reaviva la guerra comercial dentro de su errática política económica. Un día después de apuntarse un gran triunfo en el Congreso con su ley de rebaja de impuestos, Trump vuelve a la carga contra su principal aliado. El presidente ha asegurado este viernes en Truth, su red social, que ha recomendado imponer a la Unión Europea aranceles del 50% desde el 1 de junio en un mensaje cargado de demagogia y falsedades, como es habitual en él. La reactivación de la guerra comercial por parte de Trump ha provocado una fuerte caída en las Bolsas, especialmente las europeas. Luego ha reiterado su posición en el Despacho Oval de la Casa Blanca, asegurando que no busca llegar a un acuerdo antes de esa fecha: “Quiero decir, he fijado el acuerdo: aranceles del 50%”.

“La Unión Europea, que se formó con el objetivo principal de sacar provecho de los Estados Unidos en materia de COMERCIO, ha sido muy difícil de tratar”, ha escrito en su red social Trump, falseando una vez más el origen histórico de las instituciones europeas, que se crearon tras la II Guerra Mundial como una forma de impulsar la cooperación y la integración entre quienes habían sido enemigos.

“Sus poderosas barreras comerciales, impuestos sobre el IVA, ridículas sanciones a las empresas, barreras comerciales no monetarias, manipulaciones monetarias, demandas injustas e injustificadas contra empresas estadounidenses, entre otras cosas, han provocado un déficit comercial con Estados Unidos de más de 250.000.000 dólares al año [sic], una cifra totalmente inaceptable”, ha continuado en un mensaje en su red social, Truth, a pesar de que el europeo es uno de los mercados más abiertos del mundo.

El presidente ha confundido por completo el dato de déficit comercial, cifrándolo en 250 millones de dólares. El déficit comercial con la Unión Europea en el comercio de bienes marcó su récord en 2024, con 235.571 millones de dólares, según las cifras estadounidenses. Estados Unidos, sin embargo, tiene superávit en la balanza de servicios, de modo que el diferencial global es pequeño para el conjunto de la relación económica.

Tras esas mentiras y errores garrafales, Trump ha lanzado su amenaza: “¡Nuestras conversaciones con ellos no llevan a ninguna parte! Por lo tanto, recomiendo un arancel directo del 50% a la Unión Europea, a partir del 1 de junio de 2025. No se aplicará ningún arancel si el producto se fabrica o se manufactura en Estados Unidos”.

Trump ha contestado algunas preguntas este viernes al respecto en la Casa Blanca y ha reiterado esa idea de que si construyen plantas en Estados Unidos, no habrá aranceles. Preguntado sobre si ve posible llegar a un acuerdo con la UE en los nueve días que faltan hasta el 1 de junio, ha contestado: “Yo no estoy buscando un acuerdo. Quiero decir, he fijado el acuerdo: aranceles del 50%”. Y sobre la posibilidad de que pase algo en ese tiempo que evite que aplique que se impongan los aranceles del 50%, ha contestado: “Veremos lo que pasa, pero ahora mismo va a ser el 1 de junio”.

El presidente ha repetido su perorata habitual de que en Estados Unidos se venden muchos Mercedes y BMW y la mentira de que los coches estadounidenses están vetados en Europa. “Si alguien viene y quiere construir una planta aquí, puedo hablar con ellos sobre un pequeño retraso, pero ya sabe, mientras construyen su planta, lo cual creo que sería apropiado, tal vez”, ha dicho, dando la sensación de que improvisaba su posición mientras hablaba.

Última propuesta europea

La advertencia de Trump se produce después de que, a principios de esta semana, la UE compartiera con Estados Unidos una propuesta comercial renovada en un intento por reactivar las negociaciones que no ha tenido mucho éxito.

El nuevo marco incluye propuestas que tienen en cuenta los intereses de Estados Unidos, entre ellos los derechos laborales internacionales, las normas medioambientales, la seguridad económica y la reducción gradual hasta su eliminación total de los aranceles aplicados por ambas partes a los productos agrícolas no sensibles y a los productos industriales, según Bloomberg. La propuesta también esbozaba ámbitos en los que los Estados Unidos y la Unión Europea podrían cooperar, como las inversiones mutuas y la contratación estratégica en materia de energía, inteligencia artificial y conectividad digital.

El presidente de Estados Unidos ha ido dictando normas arancelarias a su capricho en función de las circunstancias, rectificando y contradiciéndose a sí mismo en ocasiones. La nueva amenaza a la Unión Europea llega cuando no ha transcurrido ni siquiera la mitad del plazo de 90 días de tregua parcial que él mismo dictó para negociar un acuerdo cuando la presión de los mercados le obligó a batirse en retirada.

Trump tampoco fue capaz de aguantar el pulso a China, que adoptó represalias contra las exportaciones estadounidenses. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, asumió que los aranceles que Washington había impuesto al gigante asiático eran insostenibles y que iban a dañar su economía y buscó casi a la desesperada una forma de rectificar. Tras escenificar una negociación en Suiza, Trump dio marcha atrás y lo presentó como un éxito. Estados Unidos también ha firmado un principio de acuerdo con el Reino Unido, pero sin bajar a los detalles. No hay por ahora ningún acuerdo comercial integral firmado con ningún país en ese plazo de 90 días.

Pese a la incertidumbre y el daño que ha provocado ya en la economía y a pesar de que los mercados ya le han doblado el pulso un par de veces, ahora Trump vuelve a la carga con nuevas energías. Sus amenazas han perdido algo de credibilidad, dados sus continuos cambios de parecer y sus frecuentes rectificaciones, pero sigue usando los aranceles a su antojo como herramienta de presión.

Trump también ha lanzado amenazas este viernes contra Apple. Ha escrito que impondrá a la compañía aranceles del 25% si los iPhone que vende en Estados Unidos no se fabrican en el país. En el Despacho Oval, ha indicado que los aranceles también serían para Samsung y el resto de empresas porque “si no, no sería justo”, y ha aventurado que espera aplicar esa medida a finales de junio. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, expresó hace unas semanas su deseo de que hubiera en Estados Unidos “un ejército de millones y millones de personas atornillando tornillos diminutos para fabricar iPhones”.

Trump ha reconocido que los aranceles pueden encarecer los productos para los consumidores, en respuesta a una pregunta sobre sus amenazas a Walmart. “A veces lo paga el país. A veces lo paga Walmart y, a veces, es algo que hay que pagar, un extra”, ha admitido, pidiendo a las empresas que sacrifiquen “parte de sus beneficios”. “No que el consumidor pague”, ha dicho, antes de lanzar otra de sus mentiras: “Estamos creando una cantidad enorme de puestos de trabajo en Estados Unidos como nunca se ha visto”. Fue con su antecesor, Joe Biden, con el que se batieron récords de creación de empleo después de que se destruyeran en su primer mandato.

Los aranceles que ha dictado Trump han sido impugnados por empresas y Estados que consideran que, en su deriva autoritaria, el presidente está excediéndose de los poderes que le atribuye la Constitución. La Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA) permite al presidente regular las importaciones y exportaciones en respuesta a determinadas emergencias no bélicas, al tiempo que subraya que el hecho desencadenante debía ser una “amenaza inusual y extraordinaria”.

Fuera de esos casos, es el Congreso el que tiene la autoridad para establecer los aranceles. Ningún otro presidente había hecho nunca un uso de los aranceles similar al de Trump, que está forzando los límites del poder ejecutivo.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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