Benjamín Netanyahu abre otra crisis en Israel al nombrar un jefe de los servicios secretos en contra del criterio del Tribunal Supremo
Los esfuerzos del primer ministro por sostener su coalición incluyen la desobediencia de decisiones judiciales

El bólido que Benjamín Netanyahu conduce avanza cada vez más deprisa. El primer ministro israelí, cuya candidatura podría hoy ser incapaz de formar gobierno, toma decisiones controvertidas a una velocidad creciente, reduciendo su margen para calcular riesgos y consecuencias. En Israel, muchos perciben que algunas de estas maniobras buscan su supervivencia política y judicial antes que el interés nacional, en medio de una guerra con múltiples frentes simultáneos.
Mientras Netanyahu lanzaba el vídeo acusatorio contra dirigentes occidentales, su gabinete preparaba el anuncio del nombramiento de un nuevo jefe para el Shin Bet, la agencia de la inteligencia doméstica. El movimiento, que fue comunicado la misma noche del jueves, contraviene las posiciones del Tribunal Supremo del país —que percibe un conflicto de intereses en el despido del anterior jefe— y de la fiscal general, que el día anterior había dictado que Netanyahu debía abstenerse del nombramiento del nuevo dirigente de la agencia.
En pocos días, el mandatario se ha negado a terminar una ofensiva en Gaza que tiene fatigados a civiles y a reservistas, ha intercambiado acusaciones con líderes europeos a los que achaca de defender a Hamás, ha desafiado las máximas autoridades judiciales del país y ha llevado las mayores instituciones humanitarias del planeta a la desesperación por una hambruna inminente en Gaza. “Les pido clemencia”, ha rogado el jefe de la Organización Mundial de la Salud al Gobierno de Netanyahu en relación a la Franja. La reapertura de flujo humanitario solo ha llegado a una fracción de ese territorio, mientras las hostilidades siguen alcanzando todas sus regiones.
El Shin Bet había empezado a investigar la relación entre Qatar y el entorno del primer ministro después de que saliera a la luz que el emirato —el mismo que aporta la financiación a Hamás— paga los sueldos de personas cercanas al mandatario. Desde semanas atrás, sectores críticos con Netanyahu temían que pudiera nombrar un líder que suspendiera las investigaciones sobre su relación con Qatar. Este viernes, el equipo de Netanyahu ha asegurado que el nuevo director de la agencia no alterará las investigaciones en curso. Pero el perfil del elegido —David Zini, hasta ahora mayor general del ejército y hermano de alguien cercano a Netanyahu— provoca escepticismo.
“Netanyahu ansía una crisis constitucional”, explica Gayil Talshir, doctora en Ciencia Política en la Universidad Hebrea de Jerusalén y especializada en el legado de los gobiernos de Netanyahu. “El primer ministro percibe que exacerbar la crisis entre el sistema judicial y el público israelí le ayudará en el juicio contra él”, añade. La investigadora advierte de que Netanyahu tiene varias opciones para sumir Israel en el desorden y, entre ellas, menciona la actual ofensiva en Gaza. El nombramiento del nuevo jefe del Shin Bet es parte de ese esfuerzo: “El elegido no proviene de la agencia y no tiene ningún tipo de conocimiento de cómo funciona. Nombrarlo, contrariando a los máximos estamentos judiciales mientras se tienen siete frentes abiertos, como dice el propio Netanyahu, representa la búsqueda de una crisis constitucional y no el interés por el pueblo de Israel”.
La profesora numera los intentos del primer ministro por “erosionar la democracia israelí”, menoscabando la legitimidad de los tribunales, controlando la prensa y debilitando grupos de derechos humanos. “Israel está en guerra, así que esto ya no va de democracia, sino de seguridad nacional”. En marzo de 2023, antes del fatídico 7 de octubre, el anterior jefe de la inteligencia indicó a Netanyahu que los disturbios en el país a raíz de la reforma judicial del Gobierno —para muchos, “golpe judicial”— estaban propiciando una oportunidad para los enemigos de Israel.
Sin continuidad de ayuda humanitaria en Gaza
Las últimas horas han dejado escenas de desesperación en las pocas panaderías que han sido capaces de repartir algo de pan. Algunos suministros de harina llegaron a los distribuidores el jueves, pero el flujo no ha alcanzado en ningún momento los niveles mínimos exigidos por el sector humanitario.
La ayuda que ha entrado hasta ahora es “una aguja en un pajar”, ha dicho este viernes Philippe Lazzarini, director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos. “Madres y padres no tienen comida para sus niños. Los ancianos mueren por falta de medicinas”, ha escrito en las redes sociales. Trabajadores humanitarios denuncian que las autoridades israelíes les están impidiendo avanzar. Al menos 15 camiones de los que han accedido a la Franja han sido asaltados. “A nadie le debe de sorprender”, ha dicho Lazzarini. La escasez pone el precio de una bolsa de harina en 500 dólares dentro de Gaza.
Tras el anuncio de evacuación emitido la noche del jueves por parte de Israel en múltiples zonas del norte, los equipos de defensa civil en Gaza han reportado duros bombardeos contra Yabalia. Un misil ha impactado contra un edificio de cuatro plantas, que ha quedado hundido bajo tierra; 50 personas han muerto o han desaparecido. Quienes sobreviven a los bombardeos no tienen apenas donde ser atendidos. La Organización Mundial de la Salud ha emitido este viernes un comunicado en el que denuncia que el 94% de los hospitales están dañados o directamente destruidos. Solo 19 de un total de 36 centros funcionan “de manera parcial”.
El Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU dice que 629 personas han muerto en Gaza durante la última semana. “El elevado número de bombardeos contra estos refugios eleva la preocupación de que los ataques no apunten solamente contra objetivos militares”, ha denunciado la agencia.
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